viernes, octubre 31, 2025

69 SEMINCI. Críticas de ‘MadS’ y ‘Azrael: El terror más salvaje llega a Seminci

Las reseñas de Daniel Farriol en la 69 Seminci:
‘MadS’ y ‘Azrael’

EL viernes 25 se vivirá una de las noches más especiales de esta SEMINCI 2024 con una sesión doble de terror organizada por el Festival PUFA (Pucela Fantástica) que estrenará en Castilla y León dos de las películas de género más esperadas de esta temporada, la francesa MadS, de David Moreau, y la estadounidense Azrael, de E.L. Katz. Son dos propuestas enfocadas principalmente para un público joven y hambriento de emociones fuertes que, sin duda, salpicarán con sangre caliente todas las butacas del Teatro Cervantes en una noche que promete ser larga y estar llenar de sorpresas.

MadS, se proyectará a las 21:30, un plano secuencia alucinante y alucinógeno, tras la que habrá una pausa informal para descansar y tomar algo antes de afrontar el plato fuerte de la noche donde a partir de las 23:30 habrá el estreno mundial del cortometraje Las Finals, del vallisoletano Sergio Pereda, y acto seguido la proyección del survival distópico Azrael. Una noche diferente dentro del contexto de los filmes habituales de Seminci, aunque ambas películas demostrarán que también se puede asociar el cine de autor con el terror puro.


Un plano secuencia que te dejará sin respiración

Tras probar una nueva droga, Romain sale de fiesta. De camino, recoge a una mujer herida de un lado de la carretera, la cual, al subir al coche, es presa del pánico y se golpea la cabeza hasta morir. Así comienza una noche de pesadilla durante la que Romain será incapaz de distinguir qué es real y qué son los efectos de un fármaco tan misterioso como potente.

Tras esta sinopsis se encuentra MadS, una de las películas francesas de terror más impactantes de los últimos años. Está dirigida por uno de los jóvenes valores del «nuevo extremismo francés», David Moreau, autor de Ellos (Ils) (2006), The Eye (Visiones) (2008) o Seuls (Solos) (2017), entre otras, y está protagonizada por Milton Riche, Laurie Pavy, Lucille Guillaume y Yovel Lekowski. 

MadS

Un «viaje» sangriento y muy palomitero

MadS es un ejercicio de estilo absolutamente inmersivo para el espectador que se adentra en el subgénero de «infectados» mediante un único y espectacular plano secuencia que, con una cámara en constante movimiento, imitar el estado anímico y la paranoia por la que pasan los protagonistas. Su virtuosismo técnico es apabullante y el ritmo que tiene la película te dejará sin respiración, proponiendo un «in crescendo» dramático de auténtica locura.

David Moreau nos relata el caos pospandémico desde la perspectiva del subgénero zombie, pero logrando darle una vuelta de tuerca que le hace sortear los tópicos recientes mediante situaciones reconocibles en el contexto ambiental actual y a través de las formas de comunicación de las nuevas generaciones. Otra de las características más interesantes de este trabajo es el inteligente uso del punto de vista que irá transformándose y, a medida que avanza la película y sin solución de continuidad, cambiando el protagonismo de la acción a diversos personajes que desfilan por la pantalla.

Ese perverso traspaso de rol es un símil del propio contagio de la infección, lo que otorga una coherencia final a este alucinante y alucinógeno viaje a modo de road movie festiva. El filme también puede entenderse como una reflexión acerca de las consecuencias del abuso de las drogas y sobre la transformación identitaria que sufren las personas cuando las sustancias químicas controlan sus emociones.

Pero más allá de todas estas consideraciones personales, MadS es un filme tremendamente entretenido y salvaje que hará las delicias de todos los aficionados al terror físico con escenas sangrientas (sin pasarse con el gore), humor negro y mucha adrenalina.

MadS


 

Terror sin palabras

En un mundo en el que nadie habla, una devota fanática persigue a una joven que ha escapado de su encierro. Recapturada por sus despiadados líderes, Azrael debe ser sacrificada para apaciguar un antiguo mal en lo más profundo de las tierras salvajes que la rodean.

Azrael, es una de las grandes sensaciones del terror de 2024 que está dirigida por el estadounidense E.L. Katz, autor de aquella locura de humor negro titulada Juegos sucios (Cheap Thrills) (2013) y de episodios en series televisivas de género tan conocidas como Channel Zero, Swamp Thing o La maldición de Bly Manor.

Si eso no fuera suficiente reclamo, el filme está protagonizado por una de las scream queens del momento, Samara Weaving, que vuelve a ofrecer un recital sangriento a la altura de Noche de bodas (Matt Bettinelli-Olpin, Tyler Gillett, 2019) o incluso aún más bestial, junto a ella tenemos la presencia como líder espiritual de la secta a la danesa Victoria Carmen Sonne, que asombró a propios y extraños con su papel en Holiday (Isabella Eklöf, 2018).

Entre el folk horror y el survival

Al igual que sucede con la película anterior, Azrael es otro tour de force en cuanto a la propuesta que se nos hace desde la dirección, en este caso, con una historia casi sin diálogos y donde los gritos de terror quedan silenciados. Podríamos definir la película como una historia distópica que sucede en una comunidad rural donde se venera a una deidad demoníaca para apaciguar el hambre de unas extrañas criaturas que habitan en el bosque. Las creencias supersticiosas y la ambientación recrean una atmósfera con cierta atemporalidad más cercana al medievo que a la época actual, sin embargo, una secuencia en una carretera nos pondrá todo eso en contexto.

Más allá de algunos aspectos teológicos y religiosos que transitan por el subtexto de la trama, estamos ante una clara muestra de folk horror que se combina con elementos de survival para finalmente proponernos una experiencia de terror asfixiante que en su tramo final transita de lo psicológico a lo físico y nos regala un auténtico festín sangriento típico de una maratón nocturna como esta.

La arriesgada decisión de no utilizar diálogos en Azrael, algo que podría distanciar de inicio a algunos espectadores, obliga a adoptar una posición más inmersiva en la acción y eso repercute en la sensación de agobio que crece a medida que avanza el metraje. Debido a ello algunos perciben la película como terror experimental, pero en realidad sus referencias están mucho más cercanas al terror religioso de los años 80 o a la actualización del folk horror de estos últimos años.


 


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