Las críticas de José F. Pérez Pertejo en la 69 SEMINCI:
Bob Trevino Likes It
Como tantas y tantas óperas primas que en la historia del cine han sido, Tracie Laymon debuta con una historia personal, con un personaje protagonista basado en ella misma y con un guion que, libertades creativas al margen, ha escrito desde su propia experiencia vital para filmar Bob Trevino Likes It, una dramedia inteligente y emotiva que, en algunos momentos, flirtea peligrosamente con el telefilm de sobremesa.
Lily Trevino (Barbie Ferreira) es una veinteañera a la que su madre abandonó cuando era niña y cuyo padre (French Stewart), un tipo enfermo de egoísmo, rompe su relación con ella tras una secuencia inicial un tanto forzada en la que sale mal parado de una cita amorosa por un comentario inconveniente de Lily.
Lily, que trabaja como cuidadora de una “amiga” que está en silla de ruedas, se siente profundamente sola y, tras varios fallidos intentos de contactar con su padre por teléfono tras el abandono, decide buscarle en Facebook. Allí encuentra a un Bob Trevino que no es su padre, pero con el que entabla una curiosa amistad que se inicia con los likes que el desconocido Bob da a cada publicación o comentario que publica en la red social del dedo para arriba, de ahí el título del film. El Bob Trevino hallado (John Leguizamo) es un cincuentón que también acarrea su propia herida personal, perdió a un hijo por una cruel enfermedad a los 21 meses y vive volcado en su trabajo como gestor en una constructora para llenar el vacío vital de un matrimonio roto por la pena y el hastío.
Y como el mundo está tan podrido, uno como espectador piensa que, en cualquier momento va a ocurrir algo turbio. Y descubres que no, que sencillamente son dos almas heridas y solitarias que se encuentran y, a su manera, se sirven el uno al otro como bálsamo llenar un vacío a pesar de la diferencia de edad y de lo inusual de una amistad desprovista de cualquier connotación sexual entre una chica veinteañera y un hombre de cincuenta y tantos.
Barbie Ferreira a la que no había visto nunca y que, por lo visto, se ha hecho popular por la televisiva serie Euphoria interpreta a este alter ego de la directora Tracie Laymon con una perfecta combinación de gracia y vulnerabilidad. A pesar de estar más sola que la una, evita victimizarse y vive, por lo general, con buen carácter. John Leguizamo da vida a un hombre bueno, generoso y comprensivo con su esposa (Rachel Bay Jones) que, en el fondo, es otro alma herida que vive obsesionada con las manualidades, haciendo álbumes fotográficos decorados con papeles especiales, no he sido capaz de retener cómo se llama la actividad en cuestión.
Es decir, como espectador es imposible no empatizar con estas dos buenas personas y si uno se deja llevar por los buenos sentimientos, puede acabar la película inundado en lágrimas. (Así andaban unos cuantos espectadores cuando se encendieron las luces).
Lo que ocurre es que podría pedirse al guion un poquito más de dedicación en la construcción de los personajes. El padre de Lily es un egoísta tan de manual que termina resultando grotesco (a pesar ello, la directora ha aclarado en el encuentro con el público que suavizó el personaje porque su padre real es mucho peor), los personajes de Ferreira y Leguizamo son también dos bloques solidos de bondad, no hay aristas que les hagan un poquito más (imperfectamente) humanos.
Pero salvo esta objeción a la construcción de los personajes, el guion está bien tramado, administra equilibradamente la emotividad y la carga dramática con el humor de algunas secuencias (hay una particularmente divertida con Lily en la consulta de una psicóloga novel) y, en conclusión, estamos ante una película cargadita de buenos sentimientos que nos sirve de alivio entre tantas propuestas de gente desquiciada y perversa (véase lo que hace un par de días escribíamos desde aquí sobre la película Septiembre dice).