Cobertura realizada por Daniel Farriol:
72 Festival de San Sebastián
No es cine todo lo que reluce se ha desplazado hasta el 72 Festival de San Sebastián, y os iremos contando nuestras primeras impresiones de todas las películas que tengamos la oportunidad de ver, así como otras cosas interesantes que sucedan en estos días tan señalados y dedicados al mejor cine nacional e internacional que se estrenará en los próximos meses. Hoy os hablamos de las películas: Serpent’s Path, My Sunshine y Los últimos románticos.
HEBI NO MICHI / SERPENT’S PATH
Dirigida por: Kiyoshi Kurosawa
Intérpretes: Ko Shibasaki, Damien Bonnard, Mathieu Amalric
País: Francia – Bélgica – Luxemburgo – Japón
Sección Oficial
Sinopsis: En los suburbios de París, Albert, un reportero freelance, jura vengar el brutal asesinato de su hija pequeña mientras Sayoko, una doctora japonesa, le ayuda en su búsqueda de venganza. Gracias a la hábil colaboración de Sayoko, ambos se acercan a la verdad que se esconde tras la muerte de la hija de Albert, pero descubren que una misteriosa secta y unos traficantes de personas están implicados en el caso. Cuando por fin todo está a punto de desvelarse, las verdaderas intenciones de Sayoko quedan al descubierto…
Nuestra opinión: Serpent’s Path es el decepcionante remake de La senda de la serpiente (1998), realizado 26 años después por el propio director japonés Kiyoshi Kurosawa, el cual inexplicablemente decide fotocopiar en francés y con peores resultados. Se trata de un thriller oscuro con una interesante premisa argumental de venganza que incluye multitud de vericuetos y giros argumentales para jugar a despistar al espectador o, al menos, a intentarlo (alguno resulta evidente desde el principio incluso sin haber visto la película original).
Pese a que la trama rezuma aroma de Serie B por los cuatro costados, el director se empeña en envolver el filme con cierto esteticismo visual como si quisiera distanciarse de sus orígenes. Debido a ello, uno de los mayores problemas es la falta de credibilidad en las acciones que realizan los personajes, algo que minimiza la empatía del espectador con su sufrimiento, mientras que algunos golpes de humor (voluntario o involuntario) desentonan con la solemnidad dramática que impregna el resto del relato. Serpent’s Path es un filme fallido y sin el magnetismo habitual del cine del director que este año 2024 ha realizado otros dos trabajos aún pendientes de estreno, Chime y Kuraudo, confiemos que con bastante más acierto.
BOKU NO OHISAMA / MY SUNSHINE
Dirigida por: Hiroshi Okuyama
Intérpretes: Sosuke Ikematsu, Keitatsu Koshiyama, Kiara Nakanishi
País: Japón – Francia
Zabaltegi-Tabakalera
Sinopsis: En una pequeña isla japonesa, la vida gira en torno al cambio de las estaciones. El invierno es la época del hockey sobre hielo en la escuela, pero a Takuya no le entusiasma demasiado. Su verdadero interés radica en Sakura, una estrella emergente del patinaje artístico de Tokio, por la que empieza a sentir auténtica fascinación. Arakawa, entrenador y antiguo campeón, ve potencial en Takuya y decide orientarle para que forme dúo con Sakura en una próxima competición.
Nuestra opinión: My Sunshine es un bonito melodrama a lo «Billy Elliot» que peca de naíf y de demasiada simpleza argumental. El director japonés Hiroshi Okuyama, que debutó con la aclamada Jesús (2018), narra aquí una especie de coming of age en formato de cuento sobre un niño tartamudo que es pésimo en los deportes, pero que encuentra su verdadera vocación en el patinaje artístico. El chico se queda prendado de una chica de su edad que practica ese deporte bajo la tutela de un excampeón mundial que ha perdido la ilusión por su trabajo y que encuentra en el niño un eco de su propio pasado como patinador.
El encuentro de esos tres personajes permite al director esgrimir una oda a la amistad, invitándonos a descubrir la belleza que nos rodea y a sentir pasión por todo lo que hacemos, porque el amor y la pasión son el motor de la superación en la vida. Para ello el director se excede con un esteticismo edulcorado que bordea constantemente la cursilería mediante planos rodados a contraluz, junto a un buenrollismo recalcitrante que solo se trunca por una decisión final de guion bastante extraña y mal resuelta que podría entenderse como una muestra del conservadurismo social que aún rige la educación japonesa.
Sin embargo, hay algo en esta entrañable película que te atrapa en ella con sus constantes paisajes nevados filmados mediante una calidez lumínica inusitada. De alguna manera, el cine de Hiroshi Okuyama tiene similitudes con el de Koreeda en su retrato de la infancia y de las relaciones humanas, en especial con la creación de «familias postizas» que suplen las carencias afectivas que sufren los personajes, no por casualidad, Okuyama fue uno de los directores seleccionados para llevar a cabo la deliciosa serie Makanai: La cocinera de las maiko (2023), creada por su maestro.
AZKEN ERROMANTIKOAK / LOS ÚLTIMOS ROMÁNTICOS
Dirigida por: David Pérez Sañudo
Intérpretes: Miren Gaztañaga, Maica Barroso
País: España
Nuevos Directores
Sinopsis: En Los últimos románticos, una mujer insegura, solitaria y con tendencias hipocondríacas, trabaja en una fábrica de papel situada en las afueras de un pueblo industrial. Su vida se limita a un reducido círculo de conocidos: sus compañeros de trabajo, una vecina con la que comparte algo parecido a una amistad y un operador de Renfe a quien consulta horarios de trenes que nunca toma. Su frágil equilibrio estallará cuando se detecte un bulto en un pecho, lo que coincidirá con un conflicto laboral en el que se ve implicada. Es entonces cuando su vida toma un giro inesperado, ofreciéndole la oportunidad que, quizás sin saberlo, siempre había estado esperando.
Nuestra opinión: Los últimos románticos es un drama bastante minimalista acerca de la rutina de una mujer solitaria que vive en un mundo gris, sin esperanzas ni futuro, y a la que sin saberlo el destino parece tenerle preparada una segunda oportunidad. Tras la estupenda Ane (2020), el director bilbaíno David Pérez Sañudo, vuelve a incidir en una atmósfera opresiva y decadente situando la acción en una ciudad tan industrializada como deshumanizada cuyos ciudadanos intentan sobrevivir a una crisis económica, pero también, aún más grave, a una crisis de valores.
Exenta del contexto político que tenía su primera obra, en esta segunda el director ofrece un contexto socioeconómico que, en cierta manera, también puede entenderse como un acercamiento político a algunos de los temas que aborda. La protagonista de Los últimos románticos es Irune (Miren Gaztañaga), una mujer soltera y sin demasiadas aspiraciones, cuya vida transcurre entre la amargura y la desazón, trabajando en una fábrica de papel al borde del cierre y teniendo que soportar a un vecino desagradable que cada día le deja de regalo en su puerta colillas, orín o vómitos. No tiene amigos reales, tan solo se relaciona con sus compañeros de trabajo, la vecina de al lado y un operador de Renfe con el que habla por teléfono fantaseando que un día se marchará a otra ciudad.
El director traza con mucha verdad todas esas interacciones y logra transmitir la sensación de aislamiento que sufre la mujer, lo que se amplifica cuando cree que un bulto en el pecho podría ser cancerígeno. Más allá de este certero retrato íntimo de la protagonista que ocupa la mayor parte del metraje de Los últimos románticos, las tramas secundarias sirven al director para reflexionar sobre como la falta de solidaridad en la sociedad actual está llevando nuestra vida al colapso. La única salida posible para Irune es su imaginación, el sueño imposible de conocer al operador de Renfe con el que habla y que para ella es lo más parecido a tener una pareja (llega a tener alucinaciones en las que conversa con él).
Los últimos románticos es, al mismo tiempo, un filme duro y tierno sobre la soledad, que desde su frialdad escénica logra involucrarnos en la historia hasta conducirnos a un final abierto, más si tenemos en cuenta los precedentes imaginativos de la protagonista.