domingo, septiembre 15, 2024

LOCARNO 77. Crítica de ‘Los capítulos perdidos’: Memoria e identidad

Las críticas de Daniel Farriol en el 77 Festival de Locarno:
Los capítulos perdidos

Los capítulos perdidos es un drama venezolano que está escrito y dirigido por Lorena Alvarado. La historia sigue los pasos de una joven que después de muchos años regresa a Caracas, donde encuentra a su abuela perdiendo la memoria y a su padre buscando libros raros venezolanos para su librería. Está protagonizada por Ena Alvarado, Ignacio Alvarado, Adela Rodríguez. La película ha podido verse en la sección Open Doors Screenings de Locarno Film Festival 2024.

Perdiendo la memoria y recuperándola

Los capítulos perdidos es el debut en el largometraje, con claro acento autobiográfico, de Lorena Alvarado, una directora venezolana afincada actualmente entre Barcelona y Nueva York. Nos propone en su debut una historia íntima sobre una joven que regresa a Caracas para pasar unas semanas en la casa familiar junto a su abuela que está perdiendo la memoria y junto a su padre que se dedica a buscar libros venezolanos para llenar las estanterías de una librería ya cerrada.

El contraste vital entre esos dos personajes marca el devenir de esta historia que reflexiona de manera epidérmica sobre la memoria y la identidad. Los primeros síntomas de la enfermedad de Alzheimer en la abuela le hacen olvidar su pasado e incluso pierde la noción de quién es su nieta mientras que, por otro lado, el deseo del padre es mantener viva la historia venezolana buscando ediciones raras de libros descatalogados. Entremedias, tenemos al personaje de Ena, una joven que intenta ayudar a ambos al mismo tiempo, sintiéndose atraída por recoger el testigo generacional y escribir su propio relato de ficción utilizando elementos relacionados con la propia historia literaria venezolana. Así pues, la historia familiar se entremezcla con la historia sociocultural de todo un país.

La verdad ficcionada

Lorena Alvarado impregna a Los capítulos perdidos con un tono naturalista cercano al docudrama de tal manera que resulta muy complicado discernir en el guion cuál es la realidad ficcionada extraída de las vivencias familiares de la directora y cuál no. No es algo importante, casi mejor así. De hecho, otro elemento interesante es la forma en que integra en la trama la misteriosa y controvertida figura histórica de Rafael Bolívar Coronado, periodista y escritor venezolano conocido por ser el autor de la zarzuela «Alma Llanera» además de un embaucador literario que engañó en sus escritos utilizando seudónimos, falsificando antologías de poetas inexistentes o realizando crónicas como corresponsal de guerras en las que nunca estuvo. Realidad y ficción vuelven a confundirse de nuevo.

Precisamente, la búsqueda de uno de esos posibles libros escritos bajo seudónimo, «Elvia» de Daniel Rojas, parece querer incorporar una subtrama detectivesca que ahondase en la búsqueda de la identidad, pero finalmente se queda en un par de secuencias desconectadas del resto de la trama que nos van más allá de lo anecdótico. Llegados a ese punto, es una pena que el interesante arranque de la película acabe siendo engullido por la morosidad de un desarrollo inane que aburre y no hace evolucionar la acción ni a sus personajes. El desenlace es otra buena prueba de ello.

La memoria de los libros

Sin embargo, existe algo en Los capítulos perdidos que te atrapa. Por ejemplo, resulta fascinante la metáfora que hace referencia a la recuperación de la memoria de los libros como parte de nuestra historia vital, es decir, el papel escrito como constatación de lo que nuestro cerebro olvida o el arte en general como legado de un pasado al que es necesario regresar (esos paseos por museos son pura reivindicación de una identidad cultural arrinconada).

A nivel político, podría haberse trazado un paralelismo entre la dictadura de principios del siglo XX en la Venezuela de Juan Vicente Gómez, de la que era detractor el citado Rafael Bolívar Coronado, con la situación política actual, pero es algo que la película prefiere no entrar a debatir más allá de la posible interpretación que queramos darle a los versos del poema que la nieta recita con su abuela, «Todo está igual como la tarde aquella…». Más suposiciones que certezas.

En cambio, la directora prefiere utilizar un tono sencillo y amable, de hondura casi imperceptible, al retratar una historia familiar que le toca de cerca sin darle mayor contexto que el pospandémico (mucha gente en la calle porta mascarillas). La cámara se convierte entonces en un testigo silencioso de mirada distante que solo muestra su poder transformador en un par de ocasiones como el plano donde la chica toca el piano y su imagen se desenfoca bajo el punto de vista de su abuela (como si se estuviera borrándose definitivamente de su memoria). Pero es un apunte aislado sin continuidad narrativa, ojalá la directora hubiese optado por profundizar en los simbolismos de una historia sobre la memoria y la identidad que daba para ello, porque al final el filme acaba siendo tan interesante como, paradójicamente, efímero.


¿Qué te ha parecido la película?

Los capítulos perdidos

6.1

Puntuación

6.1/10

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