GREEN BORDER
(Zielona granica)
Dirigida por: Agnieszka Holland
Intérpretes: Jalal Altawil, Maja Ostaszewska, Tomasz Włosok, Behi Djanati Atai
País: Polonia, Estados Unidos, Francia, Chequia, Bélgica
Sección Oficial
Sinopsis: Una familia de refugiados sirios, una profesora afgana, una activista… coinciden en la «frontera verde» entre Bielorrusia y Polonia, atrapados en la crisis humanitaria provocada por el presidente Lukashenko en 2021, cuando abrió el país a los migrantes para llenar Europa de refugiados.
Nuestra opinión: Green Border es una de las grandes películas que veremos en esta 68 Seminci, una espectacular manera de empezar el Festival. La veterana Agnieszka Holland ofrece un relato espeluznante sobre la crisis de refugiados en la frontera entre Bielorrusia y Polonia, con distintos puntos de vista que incluyen a los propios refugiados, a soldados polacos de los puestos fronterizos o activistas pro derechos humanos. Esa visión poliédrica enriquece la visión global de una problemática que podría extenderse a otras fronteras en países o épocas distintas, aunque el contexto político de la acción de la película otorga una serie de condicionantes claves para entender mejor la postura de algunos de los implicados.
Rodada en un blanco y negro que resalta la crudeza de los sucesos y con una cámara nerviosa que implica al espectador en primera persona, Green Border es un filme que te agarra fuerte y no te suelta, con un posicionamiento moral evidente que invita a la reflexión del espectador, resaltando lo mejor y lo peor de la condición humana con cierto margen para la esperanza (el cambio de actitud del soldado, aunque lleve implícita una negación de su antiguo yo). Hay secuencias que te hielan la sangre, sin embargo, la directora se muestra implacable y no cede al sentimentalismo ni al exceso de morbosidad en su retrato de la violencia (física e institucional) empleada contra personas indefensas que luchan por su supervivencia. No hay un ápice de artificiosidad, todo lo contrario, es dolorosamente realista.
El rodaje debió coincidir con una inesperada nueva realidad que probablemente modificase el epílogo previsto en la película, por eso Holland concluye con la invasión de Ucrania por parte de Putin en una historia bélica circular donde siempre pierden los ciudadanos de a pie. Green Border podría perfectamente formar un díptico con Io Capitano (Matteo Garrone, 2023) que pudo verse ayer en el Festival.
LA CONTADORA DE PELÍCULAS
(The Movie Teller)
Dirigida por: Lone Scherfig
Intérpretes: Bérénice Bejo, Antonio de la Torre, Daniel Brühl, Sara Becker
País: España, Francia, Chile
Sección Oficial – Inauguración (Fuera de Concurso)
Sinopsis: María Margarita, es una joven que vive con su familia en un pueblo minero del desierto de Atacama y que, desde niña, muestra un don singular para contar películas. Su talento pronto la convertirá en la contadora oficial de películas del pueblo, donde muchos no pueden pagar por ir al cine, mientras el país va cambiando sin vuelta atrás.
Nuestra opinión: La contadora de películas ha sido la película inaugural de este año, un cuento amable sobre el poder de la fabulación y del cine para sobrellevar los sinsabores de la vida. Está ambientada en los años 60, en un pueblo minero donde la mayor alegría de la gente humilde es ir al cine, pero como muchos de ellos no tienen dinero suficiente para hacerlo de manera asidua, acabarán pagando a una niña que mostrará un talento innato para escenificar las películas que ve y hacérselas vivir al público.
El bello trasfondo que tiene la historia, la lograda ambientación y una interpretación estupenda de la chilena Sara Becker, no son óbice para que en ciertos momentos la película caiga en lo edulcorado y/o telenovelesco, con una trama familiar poco consistente y un retrato de los cambios sociopolíticos del país que resulta del todo insuficiente (por ejemplo, la llegada de Pinochet al poder), aunque al parecer la película ha gustado mucho por aquí. Lone Scherfig se refugia en el clasicismo narrativo, alternando drama y humor, buscando en todo momento la empatía del espectador con sus personajes, aunque lo más interesante del filme es la descripción nostálgica que hace sobre la magia sanadora y abstracta inherente al arte de contar películas, ya sea a través de una pantalla o de las palabras, casi como una forma en proceso de extinción de trasmitir conocimiento y pasión.
THE SWEET EAST
Dirigida por: Sean Price Williams
Intérpretes: Talia Ryder, Jack Irv, Ella Rubin, Tess McMillian
País: Estados Unidos
Sección Oficial
Sinopsis: Lillian, es una joven que decide escaparse de la excursión de fin de curso para intentar conocerse un poco más a sí misma.
Nuestra opinión: The Sweet East es una película inesperada, salvaje y rompedora. Sin duda, se notan los cambios que se han producido en la dirección de Seminci con la incorporación de José Luis Cienfuegos en el liderazgo de esta edición al atreverse a programar películas como esta que dejarán con el culo torcido a los semanistas de toda la vida. El debutante Sean Price Williams nos invita a un viaje de contrastes e incoherencias por una América Profunda convertida en País de las Maravillas para su Alicia protagonista, una maravillosa Talia Ryder, mitad «Lolita» de Nabokov, mitad Wendy de «Peter Pan», que hastiada de su aburrida vida emprende una aventura que le permitirá conocer de cerca el puritanismo, la violencia o el fanatismo religioso que subyacen en las raíces del pensamiento colectivo estadounidense.
La película está rodada en 16mm. cámara en mano y con una fotografía granulada que nos remite al cine indie de arte y ensayo de los años 70, con la libertad creativa de la nouvelle vague francesa y una mirada transgresora cercana a Harmony Korine, Larry Clark o los hermanos Safdie, con los que trabajó como director de fotografía en las alucinógenas Heaven Knows What (2014) y Good Time (2017). En su ópera prima traslada muchas de las constantes de ese cine alternativo, incluyendo un sarcasmo tan pasado de vueltas que a veces cuesta pillarle el tono.
The Sweet East es una fábula adulta imaginativa y desvergonzada, que arriesga y comete errores, pero que finalmente logra hilvanar un lúcido recorrido a través de una sociedad enferma desde el prisma de la curiosidad adolescente. Sin embargo, para disfrutarla en plenitud, no debemos tomárnosla completamente en serio ya que el director abraza lo histriónico y los excesos (formales y narrativos) como parte de un festivo itinerario ideológico que no deja títere con cabeza. Sin duda, se trata de una propuesta radical que provocará sensaciones encontradas en esta 68 Seminci.