sábado, noviembre 9, 2024

71 SSIFF. Retrospectiva – Hiroshi Teshigahara. Crítica ‘El hombre sin mapa’ (1968)

Las críticas de Daniel Farriol:
Ciclo-Retrospectiva Hiroshi Teshigahara
El hombre sin mapa (1968)

El hombre sin mapa (Moetsukita chizu / The Man Without a Map) es un thriller dramático japonés que está dirigido por Hiroshi Teshigahara y escrito por Kôbô Abe, adaptando su propia novela «The Ruined Map». La historia sigue a un detective privado que recibe el encargo de localizar al esposo desaparecido de una de las clientas de la agencia en la que trabaja. La investigación se va haciendo cada vez más confusa y, en el proceso, su propia vida comenzará a perder todo sentido. Está protagonizada por Shintarô Katsu, Etsuko Ichihara, Osamu Okawa, Kiyoshi Atsumi, Tamao Nakamura, Kinzo Shin, Reiko Kasahara y Haruo Tanaka. La película ha podido verse en el Festival de San Sebastián 2023 dentro de la Retrospectiva Clásica que han dedicado al director.

La cuarta película en discordia

El hombre sin mapa fue la última colaboración realizada entre el director Hiroshi Teshigahara y el dramaturgo Kôbô Abe, y la única rodada en color. Aún así es una película que parece haber sido condenada al ostracismo y que, a menudo, es olvidada cuando se hace referencia a aquella prolífica colaboración artística que mantuvieron. Por ejemplo, «The Criterion Collection» editó un estuche que incluía la trilogía existencialista formada por La trampa (1962), La mujer de las dunas (1964) y El rostro ajeno (1966), junto al corto de ficción Ako (1963) y otros tres cortos documentales, pero ni rastro o mención a esta película que, con los años, ha adquirido una apariencia maldita.

El hombre sin mapa es un insólito thriller policíaco protagonizado por un detective privado sin nombre (Shintarô Katsu) que es contratado por una misteriosa mujer (Etsuko Ichihara) para que investigue la desaparición de su marido. Es un inicio clásico del cine negro de toda la vida, sin embargo, el desarrollo de la trama se volverá cada vez más confuso y las pistas del caso solo conducirán a callejones sin salida. Durante ese proceso de búsqueda se pondrá en riesgo la propia identidad del detective, asumiendo la investigación detectivesca un fulgor metafísico que terminará por impregnar cada uno de los fotogramas.

El detective sin nombre es un personaje arquetípico en el cine del director. No quedará atrapado en un pueblo fantasma, ni en un desierto, ni en el reflejo vacío de un rostro ajeno, pero las calles por las que transita se convertirán igualmente en un capcioso laberinto mental de reminiscencias kafkianas. Esta cuarta película en discordia surgida de la colaboración entre Teshigahara y Abe dio como resultado un trabajo que podríamos comparar al documental Un hombre desaparece (Shôhei Imamura, 1967) o a la abstracción surrealista de Michelangelo Antonioni.

El hombre sin mapa

Una investigación hecha en base a coordenadas mentales

El inicio de El hombre sin mapa deja bien claro cuál será el tono surrealista del resto del relato. Kiyoshi Awazu fue el encargado de diseñar unos coloristas títulos de crédito que se superponen sobre dibujos de ondulaciones que recrean las coordenadas de un paisaje extraño (el cerebro). La banda sonora de Tôru Takemitsu incorpora ruidos y música entrecortada, como si alguien estuviera buscando en el dial de una radio, debatiéndose entre la voz arrebatada de Elvis Presley o la grandilocuencia sinfónica de Vivaldi.

Siguiendo los parámetros habituales del cine negro, una voz en off se abrirá paso para aclararnos cuál es la misión encomendada al detective protagonista y que poco importará después. Una imagen cenital desenfocada y con colores saturados acabará derivando en la visión aérea del tráfico en plena ebullición de una ciudad gris. Ese conjunto de elementos visuales y sonoros nos anticipa la comparación constante que hace la película entre el viaje externo (la investigación detectivesca) y el viaje interior (la desaparición identitaria).

El hombre sin mapa es un filme tan enigmático como inabarcable que puede llegar a frustrar a aquellos espectadores que pretendan atar todos los cabos en las pesquisas efectuadas por el detective, ya que muchas ramificaciones quedarán sin explorar. Por tanto, los motivos reales que llevaron a la desaparición forzada o voluntaria de la persona que busca no serán lo importante dentro del eje narrativo de la película sino que lo será la paulatina identificación que sufre el detective con la ausencia espectral del desconocido que le llevará a ocupar su mismo lugar durante la interacción con diversos personajes (incluida la esposa). Teshigahara y Abe construyen, pues, un thriller de apariencia policíaca que en realidad se trata de un alucinógeno relato introspectivo acerca de la pérdida de identidad del individuo en la sociedad japonesa.

El hombre sin mapa

Reflejos de lo (sur)real

Pese a la evidente confusión argumental que conlleva ese arriesgado ejercicio genérico, El hombre sin mapa nos regala un discurso visual arrebatador donde cada plano está cuidado hasta el más mínimo detalle. El desdoblamiento identitario, la soledad o los deseos ocultos de los personajes quedan escenificados por Teshigahara mediante una planificación asombrosa en la que prevalecen los encuadres a través de reflejos, espejos y cristales que manipulan la presencia escénica de los protagonistas, interpelando e incomodando la mirada del espectador con objetos en pantalla que dificultan el acercamiento a su realidad.

Esto es importante dado que el propio punto de vista del protagonista queda en entredicho cuando vemos que padece episodios aislados donde sus fantasías pervierten la verdad (por ejemplo, la mujer a la que cubre con hojas secas, la aparición del rostro de su clienta en la fachada de cristal de un edificio…). En ese sentido, el subconsciente y sus demonios trufarán la investigación detectivesca con evocadoras imágenes surrealistas que hacen emerger el subtexto de la película y algunas de las obsesiones recurrentes del cine del director, por ejemplo, la sexualización de la mujer a través de una mirada fetichista, las heridas externas que somatizan las carencias afectivas, la deshumanización social que equipara instintos humanos con los de animales, etc.

También, hay un llamativo uso de los colores en la fotografía de Akira Uehara para sintonizar con los pensamientos y emociones que asaltan a los personajes, desde los colores neutros que desdibujan al protagonista en su entorno hasta las cortinas de color amarillo chillón que decoran el apartamento de la esposa del desaparecido como predicción de los peligros y pasiones venideras.

El hombre sin mapa

La deconstrucción total del individuo

El hombre sin mapa nos propone la deconstrucción total de un personaje que se encamina desde la ciudad al desierto, de estar a punto de atropellar a un ciclista a ser arrollado por él, o de querer analizar la situación racionalmente a ser engullido por sus deseos y miedos. Un hombre desaparece, no sabremos el porqué, y durante el proceso de búsqueda asistiremos al proceso de «borrado» de quien le busca. La explicación al enigma adquiere, entonces, un cariz metafísico y puramente simbólico que nos hace reflexionar sobre una sociedad donde los individuos no importan. De alguna manera, muchos de esos temas conectan a Teshigahara con las preocupaciones desarrolladas por los cineastas de la «nueva ola japonesa», al igual que el reflejo que hace sobre la sexualidad reprimida.

El hombre sin mapa es cine de vanguardia cuyas imágenes navegan a través del surrealismo kafkiano y del existencialismo humanista de los pensadores franceses de los años 40. Todo ello bajo una patina de noir clásico engañoso que sirve para recrear el laberinto mental del protagonista a través de una investigación detectivesca sin respuestas.

El hombre sin mapa


¿Qué te ha parecido la película?

El hombre sin mapa

7.8

Puntuación

7.8/10

Deja un comentario (si estás conforme con nuestra Política de Privacidad)

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Síguenos

9,670FansMe gusta
2,070SeguidoresSeguir
500SeguidoresSeguir
23,108SeguidoresSeguir
5,210SuscriptoresSuscribirte
- Publicidad-

ÚLTIMAS PUBLICACIONES

VII Cine por mujeres. Crítica de ‘Marisol, llámame Pepa‘

Las críticas de Laura Zurita en el VII Festival Cine por mujeres: Marisol, llámame Pepa Marisol, llámame Pepa está escrita y dirigida por Blanca Torres. Es...