Las críticas de David Pérez «Davicine» en el AMFF 2023:
Neon Spring
Fiesta, drogas y techno en una rave que nunca acaba. Co-escrita por su joven actriz protagonista, Neon Spring es el íntimo retrato de una chica que busca su lugar en el mundo y lo encuentra en estas particulares veladas de amor y descontrol. Una visión de la experiencia adolescente innovadora, fresca y decididamente cool.
Dirigida por Matiss Kaza, está protagonizada por Marija Luize Melke, Greta Trusina, Gerds Laposka, Agnese Ruksane, Janis Skutelis, Matiss Ozols, Timotejs Pelle Kalnins y Arnis Ritups. La película se estrena en Filmin en agosto de 2023, en exclusiva en España, en el marco de la décimo tercera edición de Atlàntida Mallorca Film Fest.
La fiesta como forma de vida
Mientras su familia se desmorona, Laine, de veinte años, se introduce en la escena de las raves clandestinas de Riga, donde experimenta un inframundo de drogas, libertad y sexo hasta que poco a poco empieza a perder la conexión con la realidad. Esta es la premisa de una película que bien podría haberse empleado para poner en el punto de mira el consumo de sustancias ilícitas, la existencia de los clubes clandestinos o el comportamiento hedonista de muchos jóvenes, pero en vez de poner todo ello como algo negativo se opta por mostrarlo como forma de vida en el desarrollo normal de sus personajes.
Neon Spring se aleja del estilo habitual del cine letón, aunque cada vez más los cineastas estudian fuera de sus fronteras y regresan con ideas innovadoras y transgresoras, pero no siempre eso implica que funcionen. De lo que no hay duda es que, más allá de lo poco que aporta su historia, se trata de toda una experiencia visual y festiva, una película muy real gracias a la implicación de Marija Luize Melke tanto en el reparto como en el guion, lo que aporta que su interpretación sea más natural y viva, reforzada por un buen trabajo de fotografía de Aleksandrs Grebnevs (especialmente cuando implica el uso de luces de neón estroboscópicas) y una cuidada elección de primeros planos que nos acercan aún más a las vivencias de los protagonistas.
El espectador como un fiestero más
A pesar de no ser una crítica al tipo de vida que siguen los protagonistas, es cierto que en algunos momentos vemos como los excesos afectan a Laine y a su círculo de amigos, no solo por las consecuencias de sus actos sino por lo que acontece mientras están en ese estado (agresiones sexuales incluidas), pero lo hace como un ejemplo de cómo los jóvenes aprenden sus limitaciones y de sus actos, y no recriminando el consumo que hacen de las drogas.
Gracias al cuidado trabajo de fotografía y al uso de la luz para reforzar las sensaciones de los personajes en sus momentos más eufóricos por el consumo de drogas, es sorprendente cómo el espectador se puede introducir en este ambiente y sentir lo que la propia Laine puede llegar a experimentar en ese momento. Eso es gracias también, de nuevo, al trabajo tan realista de la protagonista, Marija Luize Melke, que en el fondo tiene la misión de sacar adelante un personaje en lo que podría decirse que es su propia «coming-of-age» bañada en música techno y drogas, aunque rompiendo en parte los estereotipos. Hubiera sido fácil volver a poner al frente de la historia a una joven que se introduce en las drogas buscando una vía de escape a su entorno pobre, pero Laine es una joven de buena familia, al menos de clase media con una casa cuidada, y cursando estudios universitarios, por lo que sirve para mostrar de forma natural su exploración de la identidad.
En resumen, Neon Spring es el adrenalínico viaje de una joven en su paso a la madurez, que destaca especialmente por su reparto y el gran trabajo de fotografía, pero no aporta demasiado su visionado a pesar de la poderosa narrativa.