Las críticas de Daniel Farriol:
Anhell69
Anhell69 es un drama colombiano de corte experimental que está escrito y dirigido por Theo Montoya. La historia sigue a un coche funerario mientras atraviesa las calles de Medellín con un joven director de cine que cuenta desde el ataúd la historia de su pasado en una ciudad violenta en la que quiso rodar una historia de serie B de fantasmas. En el reparto aparecen Camilo Najar, Sergio Pérez, Juan Pérez, Alejandro Hincapié, Julian David Moncada, Camilo Machado, Víctor Gaviria y Alejandro Mendigana. Tras su paso por el Festival de Gijón 2022, la película se ha estrenado en España de la mano de Surtsey Films el día 26 de Mayo de 2023.
Una película trans sobre la memoria de los fantasmas
Es difícil encontrar en el panorama cinematográfico actual una película tan libre e inclasificable como Anhell69. El director colombiano Theo Montoya debuta en el largometraje con una obra extraña que desafía constantemente los límites entre ficción y realidad para reflexionar sobre su país y, en especial, sobre el desencanto de una generación de jóvenes acostumbrada a ser golpeada por la violencia y la muerte. Por eso él mismo la define como una película trans, una película sin género ni etiquetas de ninguna clase.
El filme comienza con la voz en off del propio director narrando en primera persona los acontecimientos que le llevaron a rodar su película. Vemos un coche fúnebre recorrer las calles de un Medellín nocturno y casi apocalíptico. Dentro del ataúd está el cadáver de un joven (sí, Theo Montoya) que nos explica cómo quiso poner en marcha una película de Serie B sobre fantasmas y cuyo rodaje quedó truncado al fallecer el protagonista por una sobredosis de heroína. El silente conductor del coche fúnebre es Víctor Gaviria, reputado cineasta colombiano autor de Rodrigo D. No Futuro (1990), La vendedora de rosas (1998) o La mujer del animal (2017).
El inicio nos propone un irónico ejercicio de metacine que, en sí mismo, es una declaración de intenciones de su autor y un homenaje a uno de sus referentes a la hora de hacer cine independiente sin ataduras comerciales. A partir de ahí el montaje de esta docuficción alternará entrevistas de un cásting real con secuencias de ficción que pertenecen a la película que nunca fue u otros fragmentos inconexos que documentan la escena LGTBI del Medellín actual.
La juventud sin horizonte
Anhell69 amplifica la idea ya propuesta en el cortometraje Son of Sodom (2020). Las dos obras tienen un punto de partida similar e incluso comparten algunos textos e imágenes, pero ofrecen una perspectiva distinta para reflexionar igualmente sobre la identidad. En el corto, Theo Montoya se centraba en la figura de Camilo Najar, el chico que iba a protagonizar su primera película y que moriría días después de ser elegido en el cásting. Se trata de una búsqueda introspectiva a través de la gente que lo conoció para descubrir quién se ocultaba realmente tras el nick de sus redes sociales. En el largo hay una visión periférica que abarca no solo a Camilo sino a todo un país lleno de desheredados, marginados y otros fantasmas.
El cásting consistió en una entrevista en torno a la muerte, la sexualidad y las expectativas de futuro. Todos coincidieron en sus deseos de vivir el presente en un país sin futuro. Algunos morirían poco después y otros amigos del director también fallecerían durante el proceso que le llevó hacer esta película mutante. Drogas, suicidios, violencia callejera… Theo Montoya dibuja un escenario fantasmagórico sobrevolando con su cámara por una ciudad de fantasmas construida a base de esquelas y funerales. Pese al tono ambiental mortuorio, el director también se enfoca en los vivos, en la resistencia social que supone seguir (sobre)viviendo.
Reivindica, entonces, la identidad trans y la contracultura como una forma de rebelión al conservadurismo político-social de un país en guerra constante donde equipara a Gobierno, narcos o las FARC como parte de un mismo problema coyuntural sin aparente solución. El director pronuncia frases lapidarias como «en Medellín no se puede ver el horizonte», y es que de eso trata Anhell69, de una juventud a la que han arrebatado su horizonte de vida.
Una distopía testimonial que habla sobre la identidad
El título Anhell69 hace referencia a un nick en redes sociales, es decir, la forma en que nos mostramos a los demás despojándonos de cualquier convencionalismo social. También es el título de la película ficticio-real que el director quería rodar con Camilo Najar como protagonista sobre la caza de espectrofílicos en un Medellín distópico y de la que se recrean algunas imágenes alucinantes en esta otra Anhell69. El miedo al diferente o a la sexualidad no normativa sirve como analogía en el filme de ciencia-ficción para describir el rechazo que aún sufren las personas trans por una parte de la sociedad. Imágenes de espectros observando la iconografía religiosa muestran ese contraste de pensamiento.
El título aúna lo celestial con lo infernal a través de un número asociado a lo sexual. Los personajes que habitan las hipnóticas imágenes de la película son «ángeles viviendo en un infierno de deseos». El título es el cielo y el infierno, Eros y Tánatos. Anhell69 también es una carta de amor al cine de guerrilla, al cine vanguardista y verdaderamente independiente. Un tipo de cine que cada vez cuesta más encontrar y que apenas tiene espacio en los circuitos de distribución actual. No es para todos los públicos, pero ofrece una experiencia alucinógena con destellos de Reygadas, Apichatpong o el «movimiento Caliwood» de la Colombia de los 70, sin renunciar a una personalidad propia e intransferible.
«Me enamoré del cine porque era el único lugar donde podía llorar», asevera el director dentro de un filme-testimonio que abarca desde la memoria del propio director hasta la memoria de todo un país. Una obra atmosférica, errática, angustiosa, imprevisible. Si te gustan las experiencias radicales que se mueven por los márgenes de la ficción esta es tu película.
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Anhell69
