Las críticas de Óscar M.:
Guardianes de la galaxia: Volumen 3
En Guardianes de la Galaxia: Volumen 3, nuestra querida banda de inadaptados tiene un aspecto algo distinto. Peter Quill, todavía conmocionado por la pérdida de Gamora, debe reunir al equipo en torno a él para defender el universo mientras protege a uno de los suyos. Una misión que, si no se lleva a cabo con éxito, podría suponer el fin de los Guardianes, tal y como los conocemos.
James Gunn escribe y dirige esta nueva película, que está protagonizada por Chris Pratt, Zoe Saldaña, Dave Bautista, Karen Gillan, Pom Klementieff, con Vin Diesel como Groot, Bradley Cooper como Rocket, Sean Gunn, Chukwudi Iwuji, Will Poulter y Maria Bakalova. Guardianes de la Galaxia: Volumen 3 se estrena el 4 de mayo de 2023 de la mano de Disney/Marvel Studios.
El nuevo orden universal
Recapitulemos un poco antes de ponernos con la tercera parte de la saga Guardianes de la galaxia. Desde que dejamos al grupo más variopinto de la galaxia en 2017, en el Universo Marvel ha habido cambios importantes, la amenaza de Thanos fue neutralizada, ahora tenemos multiversos y diferentes versiones de los mismos personajes, y un estudio más centrado en ofrecer series de gran calidad que películas que interconecten entre ellas.
La planificación basada en la retroalimentación y la multiconexión entre películas que veíamos en las primeras «Fases» de películas de Marvel (la denominada «Saga del infinito») con un épico final protagonizado por Los Vengadores ya no existe. Ahora las adaptaciones tiene un pretendido y forzadísimo estilo independiente y, suponemos, que todo desembocará en un festival de reencuentros en la próxima entrega de Vengadores, donde volveremos a ver la enésima derrota del múltiple Kang.
Por su parte, los Guardianes están establecidos y estancados en Sapiencial, base de operaciones desde donde vigilan cómodamente y sin sobresaltos (excepto por Guardianes de la galaxia: Especial Felices fiestas) su parte del borde exterior de la galaxia. La melancólica y sentimental escena inicial (totalmente alejada de aquellas presentaciones llenas de acción) centrada en Rocket así lo pone de manifiesto, dejando claro el tono de la secuela.
Aroma a despedida y cierre
James Gunn (nuevo fichaje estrella de la competencia Warner-DC para revitalizar sus adaptaciones de cómics al cine) firma la tercera entrega de la saga Guardianes y pone fin a su particular y personal familia Marvel. El director y guionista, intencionadamente y desde los créditos iniciales, pone en un lugar incómodo al espectador, transmitiendo una sensación de fin de ciclo y de despedida de personajes que se prolonga durante las dos horas y media de duración de la película.
Rocket pasa a ser el centro de la historia, por extensión, el centro de la trilogía y, por expansión, un punto central en la nueva saga de películas que estamos sufriendo (a estas alturas son innegable los vaivenes del estudio durante la Fase 4 y 5). La historia de este personaje pasa a ser la principal y su futuro puesto en riesgo como justificación de la nueva aventura, un giro de timón argumental tan necesario como sorprendente, tras el descalabro y la pesadez de la historia de Peter Quill con su padre en el Volumen 2 o su historia con Gamora.
Gunn se despide de sus queridos personajes habiendo aprendido de los errores argumentales y de ritmo de la segunda parte, pero reincidiendo en detalles poco acertados, como repetir una selección musical poco conocida para el público general (más allá de la canción de apertura) o contenerse a la hora de rematar un guión que contiene todos los indicios para hacer llorar al espectador y se queda en un papel de regalo muy bonito pero con un contenido que no satisface por completo.
Una alocada aventura con corazón
Es inevitable la comparación con la película inmediatamente anterior, Ant-man y La avispa: Quantumanía, casualmente la saga de Ant-man le ha tomado la delantera y ha estrenado su tercera parte antes que Guardianes de la galaxia, aunque ambas sagas comparten ese aspecto local, esa intencionalidad de estar poco conectadas con el resto de adaptaciones cinematográficas que otras películas o series de Marvel. Esta secuela es infinitamente mejor que Quantumanía, tanto en planteamiento argumental como en ubicación y personajes, a pesar de la locura colorista que impregna ambas sagas desde el principio, en Volumen 3 es casi apreciable la textura y los olores de los lugares que vemos en pantalla, algo que hacía a Quantumanía falsa y artificial, abusando de la pantalla verde.
Mantis y Rocket, a pesar de no tener una historia que los una, son el corazón de la película y Gunn lo sabe, todo su objetivo e intención es que el espectador esté constantemente con la sensación de que debe despedirse de uno o varios personajes del grupo, a pesar de las increíbles escenas de acción que llenan la película. El juego, las volteretas o los giros imposibles que hace la cámara en las peleas no hacen más que engrandecer esta secuela, recordando a secuencias de la saga The raid, aunque ya esté imitada hasta la saciedad.
Aunque el guión también tiene tiempo para destacar a los personajes secundarios (Drax, Groot, Gamora o ese nuevo secundario dentro de su propia saga, Peter Quill, tienen sus pequeños momentos destacados que mantienen el aspecto coral de la adaptación), otros puntos fuertes de entregas anteriores se han visto sacrificados, como relegar el humor a un segundo plano o que la música incidental compuesta por John Murphy se encuentre prácticamente escondida entre tanta canción comercial, abusando de los montajes musicales en cada escena de acción.
Guardianes de la galaxia: Volumen 3 planteaba (desde su propio tráiler) hacernos llorar, y, aunque no lo consigue en última instancia, la sensación de despedida (del director o de los personajes) sí cala en los espectadores. La transmisión al público del sentimiento de pérdida ha sido una constante en la saga y el cierre de esta parte de la historia está presente durante toda la secuela, dejando en el espectador un sabor agridulce.