martes, marzo 19, 2024

Crítica de ‘El castigo‘: Una prodigiosa Antonia Zegers protagoniza una historia genuinamente conmovedora

Las críticas de Laura Zurita:
El castigo

Ana y Mateo buscan a su hijo después de haberlo dejado unos minutos solo como castigo por portarse mal. Esta búsqueda desesperada tiene como escenario un bosque y una carretera, y se desarrolla en tiempo real. En 80 minutos, la pareja tendrá que enfrentarse al miedo, a la culpa, a la fragilidad de su unión y a la más dura de las revelaciones.

El castigo está dirigida por Matías Bize (La vida de los peces, La memoria del agua) e interpretada por Antonia Zegers, Néstor Cantillana, Catalina Saavedra, Yair Juri, Santiago Urbina, Osqui Guzmán, Julieta Zylberberg y Sebastián Molinaro. Se ha estrenado en España de la mano de Festival Films el día 31 de marzo de 2023.

Depurado ejercicio de estilo

El castigo es un depurado ejercicio de estilo del director Matías Bize. La película está rodada en un solo plano secuencia y transcurre, por tanto, en tiempo real. Este formato es un reto formal que ha obligado al equipo a una cierta forma de trabajar, y también es una elección creativa para obtener de los actores una actuación naturalista y profunda.

Hay varias películas en la historia del cine que fueron rodadas en un solo plano secuencia, aparte de las obras pioneras de aquellos tiempos cuando el montaje cinematográfico aún no existía. La soga (Alfred Hitchcock, 1948) es una película seminal con este formato, con cortes escondidos solo para disimular el cambio entre los rollos de celuloide. Después de esta, y luego de que fuera más fácil hacerlo por el uso de la tecnología digital, pueden citarse también la premiada Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia) (Alejandro González Iñárritu, 2014), la noruega Utøya. 22 de julio (Erik Poppe, 2018) y la ambiciosa 1917 (Sam Mendes, 2019). En estas últimas cintas el único plano secuencia en puridad no es tal, ya que la tecnología digital permite transiciones invisibles.

En el caso de El castigo la película se ha hecho en un único plano secuencia, sin modificaciones digitales. Los actores llevaron a cabo la acción como si fuera una obra de teatro, sin cortes, mientras el reducido equipo técnico se adaptaba para permanecer fuera de cámara. El rodaje supuso un reto técnico, ya que todo el equipo debía acompañar a los actores y a la cámara, mientras se las arreglaba para quedar fuera de cuadro.

El castigo

El reto interpretativo

Es fácil imaginarse que ha sido también un reto para los actores que debían estar siempre en la acción, incorporando los estados de ánimo y los sentimientos de la manera que se hace en el teatro, pero con la demanda añadida de que en ocasiones la cámara los sigue de cerca y recoge los menores matices y detalles. La cercanía de la cámara sirve además para comunicar al espectador la angustia de la situación, un niño perdido en un ambiente extraño mientras se hace de noche. El bosque húmedo del sur de Chile es un telón de fondo bellísimo, pero distante, ominoso y amenazador.

En una película más convencional veríamos los antecedentes del viaje, el comportamiento del niño y las deliberaciones entre los padres, con el consiguiente castigo y la posterior desaparición del niño. Sin embargo, El castigo empieza en mitad de la acción. Vemos a los padres volver al sitio donde dejaron a su hijo momentos antes, y solo por sus conversaciones podemos saber qué ha pasado y por qué. Los diálogos entre ellos, y con las personas que intentarán ayudarlos, nos van a dar claves importantes sobre la familia y las relaciones entre ellos.

El castigo

Un terror cotidiano

El castigo es extremadamente interesante porque, aun cuando podemos considerar que los hechos que ocurren son graves, los protagonistas son personas normales, buena gente, unos padres ya de mediana edad con un único hijo adorado, aunque les ha dado un gran disgusto y con el que se han enfadado. Desde el principio vemos una tensión sutil en la madre, y entre los dos progenitores. Ana, la que convive con el niño a todas horas, clama por poner límite al niño, que parece tener problemas de comportamiento. El padre tiende a ser más tolerante, menos consciente de que pueda haber algún problema y más partidario de perdonar y aceptar.

El guion de El castigo está cuidado al milímetro, y nos va dando información relevante paulatinamente y de una forma que parece natural. Al ser rodada, como lo fue, de un tirón, permitía que las modificaciones y notas que se hicieron tras los sucesivos ensayos fueran incorporadas de forma orgánica en la versión final, y el resultado tiene un sabor inconfundible a verdad. Eso se ve reforzado porque el director ha elegido prescindir de música, ni diegética ni extradiegética, y solo oímos los sonidos naturales del bosque húmedo austral.

El castigo

Conflicto en el centro de la historia 

En el centro de El castigo está la tensión que se percibe desde el principio en Ana cuyo origen va desvelando poco a poco. La situación desesperada en la que se encuentran Ana y Mateo los hace abandonar el confort y el refugio de silencio en que han vivido tanto tiempo. Al final se nos revelarán de forma casi brutal los problemas que han yacido en el fondo de la relación, erosionando y transformando la familia, sin que nadie los mencionara. Los 15 minutos últimos son la esencia de la historia, el corazón mismo de la vida de Ana que ésta, por fin, confiesa en voz alta.

El elenco de El castigo es muy reducido, prácticamente solo actúan tres personajes. Catalina Saavedra es la policía severa e inteligente, que puede ver que tras el sucinto relato de los padres hay una compleja historia. Néstor Cantillana es Mateo, el padre, un hombre trabajador y un padre cariñoso, que vira con angustia y miedo por el peligro que corre su hijo. Pero la mayor carga dramática la lleva la madre. Ana, un personaje dificilísimo que Antonia Zegers encarna con absoluta brillantez y maestría. Zegers es una estupenda actriz, y nos ha regalado trabajos increíbles, por ejemplo, en La vida de los peces (Matías Bize, 2010), Los perros (Marcela Said, 2017) o El club (Pablo Larraín, 2015).

En El castigo notamos desde el principio que es una mujer bajo presión, que mantiene una trabajada apariencia de tranquilidad con un férreo autocontrol, como cuando miente con toda soltura a una madre que se intuye dominante y entrometida. Por grados veremos qué tensiones y tristezas se esconden en su fondo, y algo aún peor, un vacío vital que, como un agujero negro, amenaza con hacer desaparecer cualquier emoción y sentimiento que se le acerque. El castigo es un depurado ejercicio de estilo en el que la sofisticada puesta en escena está al servicio de una historia poderosa, relevante y universal.


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El castigo

8

Puntuación

8.0/10

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