Las críticas de David Pérez «Davicine»:
El combate de Keiko
La mejor película japonesa del año según la crítica y los premios del país. El combate de Keiko es un bello debut, rodado en 16mm, sobre una boxeadora sorda que debe luchar contra el cierre de su club. En tiempos de cambio, la película dirigida por Shô Miyake apuesta por la esperanza, la belleza y el cuidado de lo importante de verdad. Escrita por Shô Miyake y Masaaki Sakai, está protagonizada por Yukino Kishii, Tomokazu Miura, Masaki Miura, Shinichirô Matsuura, Himi Satô, Hiroko Nakajima, Nobuko Sendô, Makiko Watanabe y Yûko Nakamura. La película tuvo su estreno en España en el festival Cinema Jove de Valencia y se estrena en exclusiva en Filmin el 17 de marzo de 2023.
Un éxito dentro y fuera de Japón
El combate de Keiko (cuyo título internacional es Small, Slow But Steady) tuvo su premiere internacional en la sección Encounters del Festival de Berlín, y ha sido ampliamente reconocida por los premios que anualmente, y desde 1924, entrega la prestigiosa revista Kinema Junpo, en los que están considerados los premios más importantes de la industria audiovisual japonesa. La película se llevó el premio a la Mejor Película del año, así como los galardones a Mejor Dirección, Mejor Actriz (para su protagonista Yukino Kishii) y Mejor Actor Secundario (para el veterano Masaki Miura).
La película, que adapta la novela autobiográfica de Keiko Ogasawara, narra la historia de Keiko, una joven boxeadora profesional, sorda de nacimiento. El club donde entrena está a punto de cerrar, empujado por la pérdida de miembros y por los problemas de salud de su director. Ante este panorama, Keiko tendrá que tomar una decisión: ¿podrá seguir luchando, cuando todo lo que daba sentido a su práctica está a punto de desaparecer? Es una historia de vidas minúsculas, comprometida con la realidad y con unos personajes a los que Miyake filma con energía, convicción y sensibilidad.
Un tipo de comunicación corporal
El cine deportivo es muy propicio para contar historias de superación, en las que una y otra vez nos presentan personas que tienen que salir de la nada y superarse a sí mismos para alcanzar el éxito. Este género puede ser presentado con toques cómicos, pero también dramáticos, y un referente que ha marcado el camino ha sido Rocky, que comparte muchas similitudes con El combate de Keiko, pues ambas tratan sobre el boxeo y giran alrededor de alguien que nadie espera alcance el éxito y lucha contra todo tipo de obstáculos (aunque en Rocky Stallone debía interpretar un personaje que salía de sus orígenes y en esta ocasión Keiko afronta su camino con el impedimento de la sordera).
La principal dificultad a la que se enfrentaba el cineasta a la hora de adaptar la novela era presentar en imágenes una película tan corporal, no sólo por el deporte que practica la protagonista sino también por el lenguaje de signos, compartiendo la belleza que comparten los movimientos del boxeo y el lenguaje de signos, mostrando un tipo de comunicación que utiliza el movimiento corporal y las expresiones faciales en lugar del lenguaje verbal.
La puesta en escena de los entrenamientos en silencio son como un baile, muy cinematográfico, y en plena era digital también sorprende la decisión de rodar en 16mm, dando un toque más suave y nostálgico a la historia, lo que obligó a Miyake a tener claras las escenas previamente dada la escasa libertad de material que podía grabar en comparación con lo económico que es un rodaje digital, pero eso ayudó a evitar un cansancio adicional al reparto a la hora de no repetir excesivas escenas que requerían de un esfuerzo adicional al ser una película sobre boxeo que exige sacrificio físico de sus intérpretes.
Una historia más personal más que deportiva
Aunque las historias que vemos en el cine deportivo siempre muestran interés en la parte personal de los protagonistas, pues debemos empatizar con ellos si queremos que se superen y alcancen el éxito, también muestran muchas facetas del deporte que practica en el protagonista, como vimos por ejemplo en la saga Rocky y su saga derivada Creed. Curiosamente, El combate de Keiko no está demasiado interesada en estos aspectos técnicos del boxeo, e incluso podríamos decir que el boxeo es lo de menos, por lo que no es una película que se deba ver con especial interés por los combates, siendo esta parte totalmente secundaria.
La película opta por enfocarse mucho más en la propia joven protagonista, e intenta retratar su vida como eje central de toda la historia, un motor que funciona como un reloj y que acapara casi toda nuestra atención, dejando poco espacio para el resto de los protagonistas. Este enfoque, y el tipo de rodaje en 16mm acerca más El combate de Keiko al estilo documental, prescindiendo incluso de la música, lo que nos acerca aún más a la protagonista, para que sintamos lo más posible lo que es para una persona sorda, evitando este recurso para incrementar la dramatización de algunas escenas dramáticas que funcionan peor de lo que habrían hecho con un poco de ambientación sonora.
Pero ni esas escenas que evitan la dramatización evitan que sea un drama que valga la pena desde el mismo momento en el que nos dejamos llevar e involucramos en la historia, consiguiendo el silencio en el que vive Keiko que sea evidentemente dominante en la película y poniendo en primer plano la actuación de Yukino Kishii.
En resumen, El combate de Keiko es un retrato sensible de una boxeadora profesional japonesa, un drama personal que se aleja del habitual estilo del cine deportivo para adentrarse más en el documental intimista y reservado.