Las críticas de Laura Zurita:
Crónica de un amor efímero
Una madre soltera y un hombre casado se hacen amantes. Están comprometidos a verse solo por una aventura y no a encontrar ninguna esperanza de amor, sabiendo muy bien que la relación no tiene futuro. Sin embargo, cada vez se sorprenden más por su comprensión, su complicidad y el bienestar que experimentan juntos.
Crónica de un amor efímero está dirigida por Emmanuel Mouret e interpretada por Sandrine Kiberlain, Vincent Macaigne, Georgia Scalliet, Maxence Tual y Stéphane Mercoyrol. La película se estrena en España el 24 de marzo de 2023 de la mano de La Aventura.
Amantes sin pasión
A veces la traducción de los títulos de las películas es muy difícil, sobre todo en obras en las que los matices tienen un gran peso. En este caso, por ejemplo, la traducción más literal del título francés (Chronique d’une liaison passagere) sería «Crónica de una relación efímera», y no Crónica de un amor efímero. El matiz, por ligero que pudiera parecer, es importante, porque los personajes insisten que no quieren tener una historia de amor (que la tengan o no, eso es otra historia).
Muy a menudo vemos en las películas romances apasionados, emociones y sentimientos que arrollan cualquier obstáculo, amores eternos (que son famosos por lo poco que duran, parafraseando a Galdós), algunos incluso que duran más allá de la muerte. Crónica de un amor efímero es distinta. Charlotte y Simón no desean un gran amor, solo saben que les gusta verse (y tocarse) de cuando en cuando. Ambos tienen una historia, hijos, y una vida, en la que no quieren involucrar al otro. Llama la atención la insistencia constante sobre la inconveniencia de la pasión, en que lo suyo es algo ligero y sin complicaciones. Se encuentran por todas partes, y parecen disfrutar de la vida, pero pronto el que estén en distintos momentos vitales empieza a hacerse notar. Siguen diciendo continuamente que no quieren ni amor ni pasión, pero la cámara recoge momentos y miradas que cuentan una historia diferente. Y es que la pasión no es lo mismo que el amor, y el placer de estar juntos hace que sean mucho más que compañeros de cama. En un determinado momento empieza a notarse una cierta tensión, y es cuando entra en escena una tercera persona que ayudará a que el frágil equilibrio se rompa, y la vida de los personajes se decante en un sentido al fin.
Los amantes hablan continuamente (de hecho, Crónica de un amor efímero está constituida casi en su totalidad por sus diálogos) y se tratan siempre con corrección. No hay rabietas, ni puyas, y el buen humor que los acompaña nos hace sentir bien a los espectadores, porque esa cortesía y consideración son mucho más agradables y deseables que las relaciones tóxicas que tanto abundan en la pantalla. No me suelen gustar las películas que se basan principalmente en las palabras, porque opino que un buen cineasta debe apoyarse más en las imágenes y su significado. Pero Crónica de un amor efímero funciona, es innegable que los diálogos están muy bien construidos y llenos de chispa, y que hay un juego interesante y revelador entre lo que los personajes dicen y lo que hacen (no en vano Emmanuel Mouret es director también de Las cosas que decimos, las cosas que hacemos).
Leve y luminosa
Crónica de un amor efímero tiene muy pocos personajes, poco más que la pareja protagonista y algún amigo ocasional. Y es que Charlotte y Simón viven en una especie de burbuja donde no comparten ni amigos, ni familia, en una levedad del ser que, algún día, se les hará insoportable. Como ya se ha mencionado, hay una sutil disonancia en la película entre el texto y el sub texto, entre lo que se dice y lo que sucede. En apariencia, la ligereza de la relación es feliz y serena, pero la corriente subyacente que sabe que ese estado de cosas no puede durar sale en ocasiones, fugaz pero inevitable, a la superficie.
La fotografía es luminosa, y los amantes parecen hallarse en un hermoso París en el que siempre brillara el sol. De hecho, la cámara os retrata con mucho cariño, como si los envolviera en un halo de dulzura.
Crónica de un amor efímero tiene ligereza y encanto por el buen hacer de la pareja protagonista. Sandrine Kiberlain (Charlotte) tiene la belleza de la vecina de al lado, una planta elegante y desenvuelta y una expresividad llena de matices, encanto y gracia. El papel de Vincent Macaigne (Simón) es más complejo, es un hombre normalito de apariencia y torpe de maneras, muy serio y tímido, pero con un brillo interior que da verosimilitud a que una mujer como Charlotte se fije en él. Sólo su talento hace creíbles algunas escenas divertidísimas, en las que intenta hablar de todo un poco mientras lo que más desea es que se lo trague la tierra. De hecho, él sabe que lo que hace no es honesto, e intenta disipar la culpa por todos los medios a su alcance.
Crónica de un amor efímero tiene ligereza y encanto, y nos lleva con buen un humor a un viaje que al final no nos importa que lleve o no a ninguna parte.
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CRÓNICA DE UN AMOR EFÍMERO
De nuevo estamos ante una traducción a nuestro idioma de un título original –francés en este caso- cuyo significado puede diferir del contenido original y mover a error al espectador. Efímero -fugaz- tiene connotaciones distintas a pasajero –passagére-, y liaison es relación, pero mejor ligue en este caso, por su temporalidad pretendida. La película es un biopic de los encuentros de una pareja que liga, o una narración de distintos tiempos filmados del ligue. El espectador conoce lo que le cuentan pero como no hay asideros o lazos de los personajes, se desentiende, se aburre y desea que termine “el rollo”. Porque los protagonistas mantienen un ´rollo´.
Situación que ya desde el comienzo es amarga e incómoda de contemplar porque se fragua a la sombra de la traición y el engaño. Y el espectador se intranquiliza esperando que surja algo que ponga a los protagonistas de la historia en su lugar real en la vida.
Con nuestra cultura de culpa (imbuida por la Iglesia desde los primeros tiempos) siempre esperamos que se componga la situación sin falsedades. El idioma español dispone de vocablos para referirse a los comportamientos tanto de Charlotte como de Simon que especifican qué clase de amor además de fugaz, y efímero sí, habría que especificar, y a qué tipo de amor, además de ´pasajero´, se refieren. Algo que finalizará por no ser natural. Lo natural lo hace perdurable la naturaleza, lo artificial es perecedero.
Empatizar con los ´culpables´ no deja de ser colaborar en una relación clandestina. La crónica del título es la relación cronológica de los esporádicos encuentros. La historia es de novela: forzada, pero no cinematográfica. Recordaba al verla la reciente “Buena suerte, Leo Grande” y listaba como grandes temas la inmadurez de los personajes, la irresponsabilidad en la educación de los hijos, el amor extramatrimonial, la fácil comprensión extramatrimonial sin´ normas´, la culpa y la inconsciencia y el etcétera que cada uno quiera añadir. Vete a verla para que no te llamen “carca”. Te preguntarás muchas cosas y…