Las críticas de David Pérez «Davicine» en la 67 Seminci:
Nana (Before, Now and Then)
Finales de la década de 1960. Nana no puede huir de su pasado. Sumida en la pobreza tras haber perdido a su familia en la guerra de Java Occidental, se vuelve a casar y comienza una nueva vida. Pero el pasado sigue vivo en sus sueños. Su nuevo marido es rico, pero su papel de esposa en el hogar es de sumisión y él le es infiel. Nana sufre en silencio hasta el día en que conoce a una de las amantes de su marido y todo cambia. Ino es alguien en quien puede confiar, alguien que le ofrece consuelo y a quien puede contarle sus secretos, pasados y presentes. Kamila Andini dirige Nana (también conocida con el título internacional Before, Now & Then), adaptación del primer capítulo de la novela «Jais Darga Namaku» de Ahda Imran, y está protagonizada por Happy Salma, Laura Basuki, Arswendi Nasution, Arawinda Kirana, Ibnu Jamil, Rieke Diah Pitaloka y Chempa Puteri. La película se estrena en España el 17 de febrero de 2023 en Filmin.
De la pobreza a la sumisión
Nacida en Yakarta (Indonesia), en 1986, Kamila Andini debutó como directora con The Mirror Never Lies, que se proyectó en la sección Berlinale Generation en 2012. Su segundo largometraje, The Seen and Unseen, ganó el Gran Premio del Jurado Internacional de Generation Kplus en 2018, mientras que el tercero, el drama adolescente Yuni (2021), ganó el Premio Platform en el Festival de Toronto.
Nana, cuarto largometraje de Andini, le valió el premio a la mejor actuación de reparto para Laura Basuki en Berlín y conquistó el premio del jurado en el Festival de Bruselas, además de fue ser programada en Sección Oficial en Seminci (Semana Internacional de Cine de Valladolid). La película narra la historia de una mujer sumisa, sometida a un marido infiel, que encuentra un inesperado refugio en una de las amantes de su esposo.
La opresión como tradición
Hay algunas cosas que están tan arraigadas que parece que siempre han estado ahí y, por desgracia, que lo estarán. Una de ellas es la represión de las mujeres en la sociedad indonesia, eje central de Nana, en la que se nos muestra cómo esto ha acabado convirtiéndose en tradición, pues las mujeres de antes, ahora y entonces (en referencia al título internacional) tienen que mantenerse perfectas y al servicio de sus maridos como obedientes madres y esposas.
Lejos de ser una película emocional, surgida del dolor de la cineasta por cómo vive la mujer en su país, Nana opta por contarlo de una forma contenida e inmersiva, donde no falta la parte trágica, y en la que destaca tanto la fotografía como la estructura de la historia, aunque por momentos pueda ser excesivamente lenta. Este ritmo pausado juega a su contra en algunos momentos pero, curiosamente, también a su favor, pues puede que el espectador acabe desesperado por la duración de escenas que no van a ningún lugar concreto, pero todo forma parte de un plan minucioso para desarrollar de la mejor manera posible al personaje principal, mostrándose como un libro abierto al espectador, aunque esconda muchos secretos (bajo su moño) a los otros personajes.
La directora enfatiza más la historia a través de símbolos visuales y el uso del movimiento, todo por hacer aún más personal esta historia de sumisión de la mujer por parte del hombre, pero también de autolimitación de las mujeres, incapaces de poder expresar libremente sus problemas, encerradas en si mismas, lo que se refuerza en la película por la limitación de movimientos de los actores, con muchas escenas que se sienten teatrales. A menudo, Nana parece una versión indonesia de In the Mood for Love, de Wong Kar-Wai, por el tono y la textura de muchas escenas que parecen haber sido filmadas a través de un velo, pero también por todo lo que esconden las emociones reprimidas, sin olvidarnos del uso de la música, combinando estilos muy diferentes.
Dos mujeres con vidas parejas
Pasado, presente y futuro son reflejados a través de la protagonista, interpretada tanto en el presente como en el futuro por Happy Salma, una estrella en Asia que ha sido capaz de entender realmente el personaje que tenía que interpretar. Desde las expresiones faciales al lenguaje, Nana es mostrada como una mujer contenida y encerrada en sus propios recuerdos. A pesar de todo lo que está en juego, Nana no tiene miedo al divorcio, sino más bien a perder otra familia, a perder otro hijo, lo que causa en su interior un temor tan grande que se manifiesta en pesadillas con evocaciones del pasado.
En contraposición al personaje de Nana tenemos a Ino, interpretada por Laura Basuki, una mujer valiente y alegre, siempre directa, que aportará luz a muchos momentos de la película, y transmitirá su entusiasmo por la vida a la apagada Nana, siendo la relación entre ambas una de las partes más importantes de la historia de liberación de la protagonista, seguramente al verla como un reflejo de la Nana del pasado. Muchas de las escenas con ambas presentes son las que más pueden llegar a conmover al espectador, al ser escenas en las que los personajes femeninos pueden ser ellos mismos, sin tener que ocultar nada.
Si bien podrían haber optado por un personaje masculino como antagonista, y a pesar de la presencia del marido de Nana como hombre infiel que parece destinado a hacer naufragar su matrimonio, el verdadero villano es el sistema impasible a la evolución, estancando la renovación de una sociedad en la que la represión y la opresión para las mujeres forman parte del día a día.
Nana es una película trágica y lenta a la par que visualmente bella, con claras evocaciones al cine de Wong Kar-Wai, que si bien puede abrumar (por no decir aburrir) al principio, consigue contarnos una historia repleta de reflexión sobre las mujeres, su opresión, y su resistencia a las estructuras patriarcales.
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