lunes, diciembre 9, 2024

67 SEMINCI. Sección oficial. Crítica de ‘No Bears’: Panahi filma un nuevo capítulo de su persecución

Las críticas de José F. Pérez Pertejo en la 67 SEMINCI:
No Bears

Tras Esto no es una película (2011), Taxi Teherán (2015) y Tres caras (2018), Jafar Panahi vuelve, por cuarta vez en su ya extensa filmografía a situarse a sí mismo y sus circunstancias personales y profesionales en el centro del relato. Y lo hace en No Bears con un guion de estructura mucho más complicada que los films anteriores en el que, además de denunciar la persecución a la que es sometido por el régimen iraní desde 2010, recientemente ratificada con una condena a seis años de cárcel, combina un ejemplar ejercicio de metacine con un retrato de la sociedad rural iraní, tan parecida y tan diferente a la de la capital que retrataba en Taxi Teherán: «La gente de la ciudad tiene problemas con la autoridad, la gente del pueblo tiene problemas con la superstición».

En No Bears, Panahi se ha instalado en una casa alquilada en una pequeña aldea junto a la frontera con Turquía para, desde allí, dirigir online su nueva película a través de una deficiente conexión por internet que, cuando funciona, le permite ver en directo lo que están rodando y dar instrucciones a su ayudante de dirección y a los actores que, en la película dentro de la película, dirigida a distancia por Panahi, interpretan a una pareja que trata de conseguir pasaportes falsos para poder abandonar el país rumbo a Europa. La historia de los actores irá difuminándose con sus vidas reales hasta el punto de parecer que lo que Panahi está filmando es un documental.

Por otra parte, el núcleo central de la película serán las vicisitudes de Panahi en una aldea en la que los vecinos le tratan con respeto pero le miran con suspicacia y, a sus espaldas, critican que haga fotos por el pueblo o que no siga algunas de las ancestrales tradiciones de la aldea. Cuando, al parecer, Panahi fotografía casualmente a una joven del pueblo con un hombre diferente al que está prometida como esposa desde su nacimiento, las fuerzas vivas del pueblo le piden que les entregue la fotografía para evitar un grave conflicto. La entrega de la tarjeta de memoria de la cámara (algo tan intangible y moderno para estas mentes cerradas) no es suficiente y le piden (exigen) que se someta a un juramento tradicional sometiéndole a una especie de juicio en el que toda la acusación se sustenta en el testimonio de un niño de nueve años que dice haberle visto hacer la fotografía.

Panahi cuestiona el sinsentido de algunas tradiciones y la irracionalidad de ciertas costumbres, rivalidades y modos de vida de su país, a través de esta historia de amor clandestina entre la chica prometida (mediante una arcaica ceremonia de cortar el cordón al nacer) y un joven estudiante expulsado de la Universidad de Teherán por subversivo en el que puede advertirse un eco de Panahi. Cuando el propio director sugiere al joven que dialogue, este le responde de forma lapidaria: «usted no estaría aquí si las cosas se solucionasen hablando».

No Bears está escrita y dirigida con pulso, no hay demasiados momentos contemplativos de esos tan propios de cierto tipo de cine iraní encarnado por su maestro Kiarostami, Panahi pone por delante la narración y se entrega a conciencia en su triple condición de director, actor y director en la ficción. A pesar de la complejidad de la estructura narrativa de un guion que se pliega y despliega en varias vertientes, la película es sencilla de seguir y demoledora como retrato de un país en el que las libertades están únicamente reservadas a los fieles y obedientes súbditos del régimen islamista que, tiene narices, se hace llamar República.

Que se lo expliquen a los familiares de la joven Masha Amini, muerta tras ser detenida por llevar mal puesto el velo. Que se lo explique a los miles de manifestantes junto a la tumba de Masha Amini contra los que las fuerzas de seguridad del régimen abrieron fuego. Que se lo expliquen a Jafar Panahi condenado y encarcelado por hacer películas de «realismo sórdido» que no son del gusto de los líderes de la patria.

 

No Bears

7.5

Puntuación

7.5/10

2 COMENTARIOS

  1. Lo has dicho todo bien claro en la crítica y la situación de algunas personas que se rebelan contra una dictadura que dependiendo del país donde se mire, se denuncia o como es el caso de nuestro país, nos ponemos de perfil para que nadie se sienta «ofendidito» como dice mi hija pequeña.

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