jueves, abril 25, 2024

LOCARNO 75. Crítica de ‘Stone Turtle’: La isla de los fantasmas

Las críticas de Daniel Farriol en el 75 Festival de Locarno:
Stone Turtle

Stone Turtle es un thriller dramático con elementos fantásticos coproducido por Malasia e Indonesia y que está dirigido por Woo Ming Jin (Zombitopia, The Second Life of Thieves), el cual también coescribe el guion junto a Neesa Jamal. La historia sigue a Zahara, una refugiada apátrida, que vive en una pequeña isla remota de Malasia, donde se gana la vida vendiendo huevos de tortuga. Un día, aparece en la isla, Samad, un investigador universitario que dice estudiar a las tortugas. A medida que avanza el día, Zahara y Samad se enredan en una peligrosa danza de duplicidad y engaño. Está protagonizada por Asmara Abigail (Impetigore (La mujer del infierno), Yuni), Bront Palarae (Satan’s Slaves: Communion, El rey del fin del mundo), Amerul Affendi, Samara Kenzo y Maisarah Mazlan. La película ha podido verse en la Sección «Concorso Internazionale» del 75 Locarno Film Festival 2022.

Tortugas y fantasmas

Stone Turtle es la hipnótica crónica de una venganza en clave feminista y, al mismo tiempo, un cuento de fantasmas cuya mirada pone el énfasis en los aspectos ancestrales de la cultura del sudeste asiático. El director malayo Woo Ming Jin insufla a su relato elementos de lirismo mágico y otros de realismo antropológico que le conectan, en cierto modo y de forma tangencial, con algunos cineastas a los que venera como Carlos Reygadas. La trama se nos presenta mediante una estructura bastante compleja que esconde una historia mucho más simple sobre una mujer que decide vengarse del hombre que la ultrajó siendo una niña y provocó indirectamente la muerte de su hermana.

El filme nos sitúa en una remota y semi deshabitada isla malaya conocida como «La tortuga de piedra», en referencia a un cuento infantil sobre una maldición. Zahara (Asmara Abigail) vive allí con su sobrina vendiendo huevos de tortuga de especies protegidas para conseguir dinero con el que comprar material escolar para que la niña pueda usarlo en la escuela de la península donde pretende inscribirla para darle una educación. La burocracia kafkiana le impide hacerlo, pese a sus múltiples intentos, así que de momento la niña se dedica a leer cómics sobre una superheroína musulmana con el poder de la elasticidad.

Un día llega a la isla un hombre, Samad (Bront Palarae), que dice estar investigando a las tortugas y pide a Zahara que le sirva de guía en su búsqueda a cambio de dinero. Se inicia entre ellos una aparente relación de seducción y deseo envuelta por un halo extraño de oscuridad. Y es que en esa isla nadie es quién dice ser y los fantasmas del pasado cobrarán vida de manera inesperada y violenta.

Lo costumbrista y lo ancestral

Stone Turtle es un filme de poética salvaje donde lo costumbrista se adentra en lo onírico y a menudo se confunde la concepción natural del espacio-tiempo. Tras un primer tercio lineal, la película toma la senda de los bucles temporales cuando la protagonista despierta varias veces en un mismo punto de la historia para completar su misión vengativa y aprender de los errores que le han impedido completarla de forma satisfactoria. El director juega al despiste y experimenta constantemente con la narrativa para ocultar el verdadero trasfondo de la historia que reserva para el tercer acto, aclarando mediante una voz narradora en off algunos puntos que podían habernos pasado por alto. No estoy muy seguro de que eso le funcione, ya que exige por parte del espectador un esfuerzo innecesario para mantenerse dentro de una historia de la que se enmascaran piezas esenciales.

Por suerte, el fascinante envoltorio visual y la magnética presencia de Asmara Abigail hacen que el viaje sea placentero. La fotografía de Kong Pahurak saca a relucir la belleza del exótico paisaje con una protagonista central que casi siempre va enfundada en un vestido rojo, el color de la sangre derramada y que aún queda por derramar. Hay mucha violencia intrínseca en el relato, casi siempre fuera de cuadro, desde esa primera secuencia en la que acontece la lapidación de una mujer por haber deshonrado a su familia. Las tradiciones ligadas al patriarcado religioso sirven como enlace primitivo a una subtrama de rape & revenge elíptica que desemboca en una reformulación alucinógena de los cuentos de hadas.

Es una fabulación constante que desafía la realidad con fragmentos de animación, fantasmas que adquieren forma humana y ritos ancestrales que parecen extraídos del corazón de un folk horror pagano. De hecho, todo el imaginario visual funciona mejor que el propio desarrollo errático de la historia, estamos frente a un filme de carácter simbólico donde la isla adquiere forma de tortuga o de mujer embarazada según sea el personaje que la observe. En ese juego de percepción también entrará el espectador y su propia mirada para revelar los códigos que definen esta visión feminista de la venganza donde la protagonista realiza una clara declaración de intenciones: «prefiero estar viva en una isla de fantasmas que ser un fantasma entre los vivos».


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Stone Turtle

7.5

Puntuación

7.5/10

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