Las críticas de Daniel Farriol en el AFF 2022:
Rhino
Rhino es un thriller criminal ucraniano que está escrito y dirigido por Oleg Sentsov (Numbers, Gamer). La historia muestra a un joven apodado «Rhino» desde su conflictiva infancia en casa hasta que ya de adulto comienza a subir rápido en los escalafones de la jerarquía criminal de la Ucrania de los años 90. Rhino solo conoce el poder y la crueldad, pero, sin nada que perder, en el fondo anhela una oportunidad para la redención que calme su rabia. Está protagonizada por Margo Dumas, Slava Babenkov, Oleksandr Rudynskyy, Alina Zievakova, Serhii Filimonov, Oleg Skripka, Georgii Povolotskyi e Irina Mak. Se ha estrenado en España en Filmin durante el Atlàntida Film Festival en Julio-Agosto de 2022. Ahora puede verse en Movistar+ desde el día 16 de Agosto de 2022.
Del activismo político al cine
El cineasta ucraniano Oleg Sentsov es más conocido por su vertiente de activista político que por su trabajo cinematográfico, ya que es notoria su participación en el Euromaidán (manifestaciones que consiguieron derrocar al presidente prorruso Víktor Yanukóvich) y también por su disconformidad pública en la anexión de Crimea a Rusia. Todo eso le llevó a ser acusado de terrorista por las autoridades rusas que lo detuvieron en 2014 y lo encarcelaron durante más de 5 años frente a la oposición de cineastas de todo el mundo que manifestaron su rechazo ante tal atropello a la libertad de expresión. En 2019 fue liberado en un intercambio de presos entre Rusia y Ucrania en los albores de un conflicto que aún perdura con la injusta invasión del Gobierno de Putin a su país vecino.
El proyecto de Rhino estaba en marcha antes de que sucediera todo eso, corría el año 2013 cuando el director ya tenía escrito el guion y se disponía a comenzar un rodaje que pospuso al involucrarse en las manifestaciones antes referidas contra el Gobierno de por aquel entonces en su país. Una vez puesto en libertad, el proyecto fue retomado y Oleg Sentsov nos trae ahora un violentísimo thriller criminal que rueda con mano firme y que recoge el testigo del cine de mafiosos tan bien explotado por Martin Scorsese.
La redención del guerrero
La acción nos transporta a la Ucrania de los años 90, un país que acababa de declarar su soberanía respecto al pueblo ruso y que aún mostraba signos de inestabilidad socioeconómica ante esos nuevos tiempos de libertad que a veces son difíciles de gestionar. Por desgracia, el director renuncia a una visión política de aquel momento histórico y se centra en un nihilismo vehemente que conduce a todos sus personajes hacia una espiral de violencia sin salida ni esperanza.
La trama del filme es escasa y está llena de lugares comunes que podemos encontrar en cualquier película de delincuentes o mafias. Rhino (diminutivo de Rinoceronte) es el apodo de un joven que ha tenido una infancia difícil, justificación demasiado simple, y que se convierte en un ladronzuelo que, poco a poco, irá escalando en el ámbito criminal de su barrio hasta convertirse en un peligroso capo en la jerarquía criminal. Es algo que ya hemos visto miles de veces y que aquí ofrece pocas novedades.
Sentsov utiliza su cámara como si fuera una arma contra el espectador, con movimientos bruscos, cámara en mano, violencia explícita, montaje frenético, y otras acciones que no dejan demasiado espacio ni para la reflexión ni para profundizar en la psicología de unos personajes bastante despreciables y sin moral alguna. Tan solo en la secuencia final el director propone una opción de redención para «Rhino», cuando por una vez es autoconsciente de haber tirado por la borda las cosas importantes de su vida y reconoce haberse convertido en todo aquello que despreciaba de niño (su padre) y de adulto (sus contrincantes), pero es algo que se siente demasiado forzado.
Violencia y más violencia
Hay que reconocer que el inicio de Rhino es apabullante. Se trata de un falso plano secuencia que recorre el interior de la casa de la familia del protagonista y que comienza siendo él aún un niño. La cámara se mueve en círculos alrededor de las distintas habitaciones para que, sin solución de continuidad, veamos distintos pasajes de la vida de Rhino que se van sucediendo mientras va pasando el tiempo y los personajes se hacen mayores en la concatenación de planos. Sin duda, es un ejercicio de estilo brillante que dura unos 10 minutos y propone breves estampas filmadas para explicarnos de manera ágil lo que ha ido sucediendo en la familia durante varios años.
Tras ese inicio tan innovador e inteligente en su puesta en escena, la narrativa de la película se vuelve después mucho más convencional, eso sí, todas las escenas posteriores están rodadas con el mismo brío y crudeza. Se podría criticar que se pone tanto énfasis en mostrar la violencia de palizas, torturas y asesinatos que acaba amortiguándose el impacto de esas escenas a medida que avanzan los minutos y no hallamos detrás un discurso que vaya más allá en el relato de la vida del criminal. En un momento dado, un personaje dice que «no hay personas malas, solo malos comportamientos», pues no, en esta película todos los que aparecen se comportan como salvajes desnaturalizados sin un ápice de empatía hacia los demás.
Rhino acaba siendo tan contundente como un martillo, pero tan insustancial como una cabeza hueca. Es cierto que no aburre y que su contundencia narrativa te mantiene siempre atento, en especial, durante ese magnífico plano secuencia inicial, pero no consigue trascender los tópicos inherentes al género criminal.
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