jueves, abril 25, 2024

Crítica de ‘Infiltrado en el KKKlan’: Cambiar el sistema desde dentro

Las críticas de Daniel Farriol:
Infiltrado en el KKKlan

Infiltrado en el KKKlan (BlacKkKlansman) es una comedia negra a ritmo de thriller policial dirigida por Spike Lee (Da 5 Bloods: Hermanos de armas, Plan oculto) que también coescribe el guion junto a Kevin Willmott, David Rabinowitz y Charlie Wachtel, adaptando el libro «Black Klansman. A Memoir» de Ron Stallworth inspirado en su propia vida. La historia nos sitúa en los años 70, en mitad de una época de gran agitación social con la lucha por los derechos civiles como telón de fondo. Ron Stallworth se convierte en el primer agente negro del departamento de policía de Colorado Springs, pero es recibido con escepticismo y hostilidad. Está protagonizada por John David Washington (Malcolm & Marie, Beckett), Adam Driver (El último duelo, Annette), Topher Grace, Laura Harrier, Ryan Eggold, Corey Hawkins, Robert John Burke y Michael Buscemi. La película se estrenó en España el día 31 de Octubre de 2018. Ahora puede verse dentro del catálogo de Netflix.

Un director reivindicativo y polémico más accesible que nunca

Infiltrado en el KKKlan es una de las mejores películas y, también, una de las más exitosas a nivel de taquilla de las realizadas en los últimos años por Spike Lee, un enfant terrible del cine cuyos desafíos y controversias se extienden más allá de la pantalla, ya sea por su verborrea reivindicativa o por meter la pata leyendo un palmarés en Cannes. Amado y odiado a partes iguales, Lee es un cineasta comprometido con la denuncia constante hacia el racismo estructural existente en todos los ámbitos de los Estados Unidos, algo que lo vuelve excesivamente panfletario en ocasiones, pero, por suerte, en esta película el uso del thriller policíaco combinado con un irreverente humor negro convierten el visionado en una placentera oportunidad de incidir en los mismos temas y obsesiones de siempre haciéndolo desde una perspectiva mucho más lúdica y divertida que es capaz de llegar a un público más mayoritario.

Aunque parezca ciencia-ficción, la historia de Infiltrado en el KKKlan está inspirada en hechos reales o, mejor dicho, como reza un rótulo al inicio del film «en putos hechos reales». Es la manera que tiene el cineasta de meternos de lleno en el juego que nos propone, una revisitación de acontecimientos y personajes que existieron realmente, pero con un enfoque de sátira desenfadada y apariencia de cómic que le permite ridiculizar o exagerar algunas situaciones como su particular forma de venganza contra los racistas.

Una historia real por muy increíble que parezca

Infiltrado en el KKKlan está protagonizada por Ron Stallworth (John David Washington), el primer agente de policía negro que ingresó en el departamento de Colorado Springs. Eran los años 70, una época de gran agitación social tras el asesinato de Martin Luther King, en que los jóvenes de la comunidad negra se manifestaban para reivindicar sus derechos sociales acercándose a los postulados de grupos más radicales como el Partido Pantera Negra que abogaba por una respuesta social menos pacífica, al tiempo que un reducto de incondicionales a las tesis del viejo Ku Klux Klan continuaban sembrando el terror por el país. Stallworth decidió cambiar el sistema desde dentro. Sse encontró la hostilidad de sus propios compañeros dentro del cuerpo de la policía donde, aún hoy en día, asistimos continuamente a conductas racistas violentas en las detenciones contra personas negras que no reciben el mismo trato ante la ley que los blancos. Tampoco era aceptado por la gente de su comunidad que veía imposible cambiar una institución podrida que llevaba persiguiéndoles durante décadas.

Stallworth tuvo la brillante idea de «infiltrarse» en un grupo local afín al Klan (u organización como preferían llamarlo ellos) para averiguar si tenían el poder suficiente para realizar algún atentado inminente. Debido al color de su piel le era imposible entrar físicamente en el grupo, así que su labor consistió en convencer a los miembros e incluso al líder estatal David Duke (Topher Grace) mediante llamadas de teléfono, utilizando a un compañero blanco de la policía de origen judío, Flip Zimmerman (Adam Driver) como su rostro delante del Klan. Entre ambos consiguieron engañar a todo el KKK, conseguir su confianza y evitar un atentado contra líderes sindicales de la comunidad negra. En esencia, esta locura argumental es real, aunque evidentemente el guion ficciona algunas partes y, por ejemplo, el personaje de Patrice Dumas (Laura Harrier), activista de la que se enamora Stallworth, no existió en la realidad y fue creado con fines dramáticos para exponer mejor las contradicciones que atraviesan al personaje principal.

El cine en el punto de mira

Spike Lee se lo pasa en grande durante Infiltrado en el KKKlan. Hace una representación hilarante de la white trash y de los miembros del KKK a los que transforma en un grupo reducido de paletos descerebrados que se vanaglorian insultando a negros, homosexuales y judíos mientras consumen cerveza, hacen prácticas de tiro en el bosque o planean quemar cruces como acto casi místico que llene sus vacías vidas. Tampoco creo que sea tan alejado de la realidad. Los vuelve una mera caricatura, se ríe de ellos y nosotros con él. Una de las escenas cumbres es aquella de la celebración del Klan viendo la película El nacimiento de una nación (D. W. Griffith, 1915) de la que, más allá de su evidente importancia cinematográfica, el racismo que profesan sus imágenes sirvió para revitalizar durante su estreno la adhesión a un Klan que ya se encontraba en horas bajas.

Aunque parezca surrealista, años después seguían jaleándose las proyecciones en las reuniones del Klan. Por desgracia, no siempre se diferencia ficción y realidad, y el testimonio gráfico de Griffith destapa las vergüenzas de un país que deberían hacernos reflexionar y no celebrarse de ese modo. En ese terreno pantanoso se adentra igualmente el propio Lee, no ya por la inclusión de esa película como parte del ideario supremacista del KKK (algo que está demostrado que sucedía) sino por incorporar también unas imágenes al principio de la película de Lo que el viento de se llevó (Victor Fleming, 1939). Me parece muy peligroso abanderar la política de la cancelación y la censura actual de películas realizadas en otro tiempo que deben verse desde una perspectiva distinta a si se hubieran hecho ahora, además, considero que eliminar lo que no nos gusta u ofende es caer en los mismos errores de lo que se denuncia.

La bandera invertida

Lee nos muestra a unos rednecks infantilizados disfrutando de esa «historia escrita con relámpagos» como unos Gremlins viendo dibujos animados en el cine. Lo contrasta mediante un montaje en paralelo con una escena profundamente dramática en la que Jerome Turner (Harry Belafonte) explica la historia real de la tortura y asesinato que sufrió un hombre inocente relatada ante una audiencia de activistas que le escuchan en silencio. Es probablemente el momento donde el director se pone más serio junto a la secuencia final en que utiliza imágenes de archivo de 2017 que rememoran la muerte de Heather Heyer tras ser arrollada por un automóvil conducido por supremacistas blancos en Charlottesville que embistió a unos manifestantes pro derechos civiles. No estamos en los años 70, pero sigue habiendo gente que piensa o actúa igual.

Sin embargo, donde funciona mejor Infiltrado en el KKKlan es cuando se vuelve menos discursiva y aleccionadora o lo hace con inteligencia como en ese plano final absolutamente desolador de una bandera de los Estados Unidos invertida que pasa del color al blanco y negro para reflejar lo que comentábamos antes de una manera mucho más cinematográfica y sutil. Ahí se concentra todo lo que piensa el director sobre su país y sobre el auge trumpista del momento en que está filmada. Más allá de las reflexiones necesarias que propone, la película es divertida, tiene ritmo e intriga y funciona como un tiro en su recreación de una época gracias a la ambientación, peluquería y vestuario, con imágenes tan potentes como el uso de una dolly (marca de estilo del director) que convierte, por un instante, a Stallworth y Patrice en héroes de una blaxploitation de los 70 como las que citan en uno de sus diálogos. Y es que la historia del cine también sirve para eso, para ver la evolución de las cosas y de la manera de pensar de las distintas generaciones.


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Infiltrado en el KKKlan

7.7

Puntuación

7.7/10

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