jueves, abril 18, 2024

Ciclo David Lynch: Crítica de ‘Cabeza borradora’ (1977)

Las críticas de Daniel Farriol:
Ciclo David Lynch
Cabeza borradora (1977)

Cabeza borradora (Eraserhead) es un drama experimental de corte fantástico que está escrito y dirigido por David Lynch. La historia sigue a Henry Spencer, un joven depresivo y asustadizo, que sufre desde pequeño unas extrañas pesadillas de las que intenta liberarse a través de su imaginación. Cuando su novia Mary lo invita una noche a cenar a su casa, descubre que ha sido padre de un bebé prematuro. Su pesadilla toma forma real cuando la madre y el bebé se mudan para vivir con él en su apartamento. Está protagonizada por Jack Nance, Charlotte Stewart, Allen Joseph, Jeannie Bates, Judith Roberts, Darwin Joston y T. Max Graham.

Un rodaje caótico

Cabeza borradora (Eraserhead) es la ópera prima de David Lynch. Una obra de corte experimental que encierra entre sus enigmáticas imágenes filmadas en blanco y negro muchas de las claves constantes que tendrá el cine posterior de su autor y que aquí se muestran aún en fase embrionaria. Tras realizar varios cortometrajes donde empezó a depurar el estilo y a derivar del cine de animación inicial a la ficción, fue en el año 1971 cuando logró iniciar este proyecto financiado con 5.000 dólares por el American Film Institute durante el periodo como estudiante del director. Aunque el rodaje estaba previsto que durara unas 6 semanas, se convirtieron en 6 años hasta que el filme estuvo completamente finalizado y pudo estrenarse ante el público en 1977.

Y es que con un guion de tan solo 22 páginas, casi sin diálogos, la beca recibida estaba destinada para hacer un filme corto de unos 20 minutos. Lynch se las ingenió en negociar con el AFI para que le dejaran hacer un mediometraje de 42 minutos aproximadamente, pero la creatividad del cineasta era insaciable y esa duración tampoco era suficiente para albergar todas las imágenes que tenía en la cabeza. El rodaje continuó alargándose y la AFI intuyó que en realidad el director estaba haciendo un largo, así que interrumpió la financiación del proyecto en 1973 y le dejó de proporcionar celuloide para la filmación, lo que llevó al proyecto a un parón. El cineasta tuvo que acudir a amigos y familiares para conseguir prestado el dinero necesario para finalizar un rodaje que había adquirido tonos pesadillescos y que, por ejemplo, obligó a Lynch a dormir durante una época en el propio plató del rodaje tras divorciarse de su mujer o a tener que sustituir al director de fotografía en mitad de la filmación tras el fallecimiento repentino de Herbert Cardwell, siendo elegido Frederick Elmes que acabaría convirtiéndose en un colaborador habitual al igual que otros miembros del equipo.

Una metáfora sobre la creación y los miedos de la paternidad

El guion de Cabeza borradora (Eraserhead) estuvo influenciado por algunas lecturas que había realizado David Lynch durante su etapa como estudiante de cine en Filadelfia como «La metamorfosis» de Franz Kafka o «La nariz» de Nikolay Gógol, pero, también, contiene un enfoque altamente autobiográfico en las experiencias y miedos que padece el protagonista. La trama se centra en Henry Spencer (Jack Nance) un joven que trabaja en una imprenta y recibe un mensaje de su ex pareja, Mary X (Charlotte Stewart), para que vaya a cenar a casa de sus padres donde recibirá la inesperada noticia de que ha sido padre de un bebé prematuro monstruoso. Se sentirá, entonces, obligado a casarse con la chica y a enfrentarse a unas responsabilidades sobrevenidas, por lo que la chica se mudará con él a su apartamento. La vida en pareja no será fácil y los cuidados del bebé les exigirá una implicación de la que el hombre solo puede evadirse mediante su infinita imaginación.

Ese sería a grosso modo el argumento de un filme eminentemente sensorial que está encriptado a través de símbolos, metáforas y recursos visuales que solo pueden entenderse si se integran dentro del imaginario lynchiano. En realidad, lo que busca la película, es reflejar los miedos inherentes a una paternidad primeriza junto a la sensación de ansiedad que provocan las responsabilidades cotidianas de la edad adulta y de una vida en familia. El propio Lynch se había casado años antes con Peggy Reavy con la que había tenido a su hija Jennifer (la cuál se convertiría en cineasta en 1992 con Mi obsesión por Helena), así que la película puede verse como una extensión surrealista de los miedos experimentados por el cineasta a la hora de afrontar su propia paternidad.

Pero el film es mucho más que eso y también debe verse como una metáfora global sobre la creación. Desde un sentido cósmico referente a la creación del mundo hasta uno más terrenal como es la fecundación de una vida, algo en lo que también incluiría la creación artística que no deja de ser lo que estaba haciendo en ese momento el director al construir una imaginario propio con su primera película.

Una odisea terrenal

La primera secuencia de Cabeza borradora (Eraserhead) ya es toda una declaración de intenciones. Se trata de un plano hipnótico donde vemos una especie de planeta con el rostro sobreimpresionado del protagonista que yace en horizontal en la pantalla. El sonido ambiental amenazador va in crescendo y la cámara se acerca hasta adentrarnos en ese misterioso planeta que, en realidad, podría simular ser un cerebro humano. La pantalla se funde a negro, la oscuridad lo envuelve todo, algo que siempre sucede en las películas de Lynch donde se explora lo oculto. Aparece un hombre extraño (una especie de Dios oscuro) que mira a través de la ventana de una habitación. Tiene una desagradable erupción en la piel y parece estar enfermo. La enfermedad y la monstruosidad son también constantes del cine de Lynch. Vemos luego la imagen de un espermatozoide-embrión que emerge de la boca abierta del protagonista y el hombre de la ventana acciona unas palancas para que el bebé salga despedido hacia un agujero de luz.

Es una escena que podría entenderse como el reverso vanguardista y surrealista de 2001: Una odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1967), ya que en ella se concentra el mito de la creación de la vida a través de la imaginación. Tras ese fulgurante e impactante inicio onírico, la película transcurre casi como si fuera una comedia de cine mudo protagonizada por un payaso triste, un Harold Lloyd torpe que se encuentra siempre fuera de lugar. Sus paseos a lo largo de un paisaje urbano que resulta sucio, deprimente e industrial están fotografiados mediante postales cercanas al expresionismo alemán y son un reflejo del entorno que tuvo el cineasta cuando vivía en Filadelfia.

La cena y el sonido ambiental

La primera parte de Cabeza borradora (Eraserhead) se concentra en descubrirnos la paternidad del protagonista durante una cena absolutamente delirante. Se inicia con un plano picado de Henry cuando se reencuentra con Mary X en el portal de su casa tras meses de no saber de ella, es una forma de empequeñecerlo, de mostrar su miedo rodeado de humo y niebla. Los padres o la abuela fumadora son personajes que resaltan el humor negro que Lynch suele introducir de forma única en momentos perturbadores, no nos sorprendería encontrarnos a esa familia viviendo en el pueblo de Twin Peaks. En todo momento el director introduce detalles imperceptibles que combinan sus recuerdos con su inventiva, por ejemplo, el número 2416 que tiene la casa de los padres de Mary X coincide con el número que tenía la casa donde vivían Lynch y Peggy en la vida real al inicio del rodaje.

El momento de la cena con un pequeño pollo cobrando vida y luego exudando un líquido semejante a la sangre resulta premonitoria de lo que sucederá al final cuando Henry corte las vendas del bebé. Los padres de la chica le han invitado para obligarle a que se case con ella y asuma su responsabilidad como padre de la criatura. El hombre accederá con su cara de pasmado. Otra cosa que llama mucho la atención en esa escena y en toda la película es el empleo que hace el director del sonido ambiental. Todo el cine de Lynch presta especial atención a esto. Los diálogos flotan en un aire contaminado por ruidos de tuberías, trenes que pasan o, en este caso, una perra amamantando a sus cachorros. En este sentido, Lynch experimentó con una técnica de grabación de diálogos recitados al revés para luego invertir el audio resultante, aunque finalmente se desechó recuperaría esa misma idea años después para la serie Twin Peaks.

La chica del radiador como vía de escape

La siguiente parte de Cabeza borradora (Eraserhead) nos traslada a la vida marital de Henry y Mary X en el sofocante apartamento del primero. Hay detalles en la historia o imágenes tan llamativas como los muros de ladrillos como único paisaje tras las ventanas del habitáculo que nos remiten directamente a Un verano con Mónica (Ingmar Bergman, 1953), aunque a nivel estético ambas películas sean muy diferentes. Lynch convierte el apartamento en un zulo, en una prisión de la que resulta imposible escapar, ese encierro transmite la asfixia por la responsabilidad sobrevenida de una paternidad no deseada. Por eso el bebé no es humano, es una especie de monstruito desagradable que no deja de berrear por las noches. La única opción de salvación que tiene el hombre es su imaginación (los sueños recurrentes que tiene con la chica del radiador).

Henry intenta liberarse primero a través del placer carnal con la vecina de enfrente, una prostituta que encarna la tentación, la lujuria, el sexo y el adulterio. Pero es algo que le lleva también a la frustración cuando ve que la mujer lleva a otros hombres a su casa. Lynch aborda entonces la parte más compleja y marciana de su narración. Lo imaginario impregna todas las imágenes de un halo abstracto y casi indescifrable. El radiador, como símbolo de calor humeante en un mundo frío, oculta un escenario para dar rienda suelta a los sueños, un Club Silencio prematuro. La chica del radiador es un joven risueña y mofletuda que canta «In Heaven (Lady In The Radiator Song)» (compuesta por Peter Ivers y que muestra el sendero para la música de Badalementi en películas posteriores). Durante su actuación va sorteando y luego pisando unos fetos que caen del cielo. Eso coincide con la enfermedad del bebé y la necesidad que tiene Henry de desprenderse de él. En el escenario podemos ver las típicas cortinas y un suelo que recuerda a la Habitación Roja de Twin Peaks y es que estamos asistiendo a la génesis del universo Lynch, alguien que tiene muy claras las cosas que quiere explorar y mostrarnos.

El cosmos de surrealismo doméstico

La última parte de Cabeza borradora (Eraserhead) es de un surrealismo absoluto. Henry pierde literalmente la cabeza y en su lugar emerge la del bebé (la vida de los padres acaba siendo determinada por la de sus hijos). Esa cabeza inerte será recogida del suelo por un niño que la llevará a un taller donde harán con ella gomas de borrar para lápices (de ahí el título que puede ser entendido como la equivalencia de borrar=olvidar). El extraño bebé monstruoso se ríe de Henry, lo que provoca su ira y le hace decidir cortarle las vendas que le protegen con unas tijeras, dejando al descubierto las vísceras del bebé hasta matarlo. Es la culminación de la liberación de Henry que en su imaginación se abraza con la chica del radiador mientras la imagen se funde en blanco por efecto de la luz. Podríamos extraer multitud de lecturas de estas imágenes finales, pero no todo en Lynch tiene que explicarse y es necesario un espacio para la implicación personal y emocional de cada espectador.

Una de las cosas más comentadas y que aún crean debate sobre la película es cómo demonios creó al bebé mutante. Es algo sobre lo que corren innumerables leyendas como que se trata del feto embalsamado de un ternero, pero Lynch nunca quiso confirmar como lo había hecho, incluso se dice que tras la filmación fue enterrado en un lugar desconocido mediante un velatorio de despedida por parte del equipo. Son ese tipo de leyendas que acaban acrecentando la condición de película de culto de esta epopeya doméstica que asombró a gente tan diversa como John Waters, Stanley Kubrick, William Friedkin, Charles Bukowski o Mel Brooks, que fue el que finalmente le produciría El hombre elefante y permitiría a Lynch el iniciar una carrera dentro de la industria cinematográfica (dentro por decirlo de alguna manera). Sin duda, Cabeza borradora (Eraserhead) sienta las bases del David Lynch más absurdo y abstracto, una primera obra que entronca con el espíritu de libertad creativa absoluta que contiene precisamente su última película realizada hasta la fecha Inland Empire. Una primera obra fascinante, subyugante y desconcertante que aún vista hoy no deja a nadie indiferente.


¿Qué te ha parecido la película?

Cabeza borradora

8.5

Puntuación

8.5/10

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