Las críticas de Daniel Farriol:
Cry Macho
Cry Macho es un drama estadounidense a modo de road-movie dirigido por Clint Eastwood (Los puentes de Madison, El intercambio). El guion está escrito por el ya fallecido N. Richard Nash (Porgy y Bess, El farsante) y Nick Schenk (Mula, Gran Torino), adaptando una novela del primero. Nos cuenta la historia de un jinete de rodeo retirado que acepta el encargo de un amigo que quiere traer a su hijo desde México para alejarlo de su madre. Está protagonizada por el propio Clint Eastwood (Sin perdón, En la línea de fuego), Eduardo Minett, Natalia Traven, Dwight Yoakam, Fernanda Urrejola (Milagro azul, Gritos del bosque), Sebestien Soliz, Horacio García Rojas y Ana Rey. La película se ha estrenado en cines de la mano de Warner Bros España el día 24 de Septiembre de 2021.
El anciano y el chico
No estará Cry Macho entre las mejores obras del legado cinematográfico que nos dejará el enorme Clint Eastwood, pero el prolífico actor y director californiano es capaz de filmar a sus 91 años una pequeña película que está muy por encima de la mayoría de filmes que llegan firmados por jovenzuelos con ínfulas de artistas que acabarán perdidos en el olvido. La última obra del maestro es un drama familiar fronterizo sobre un hombre perdido que se reencuentra a sí mismo en el ocaso de su vida. Es un filme de tono ligero que flirtea con la comedia e incluso el romance y donde predomina la pasión por el cine clásico y las viejas formas de narrar.
La historia es simple y no presenta grandes sorpresas. Un jinete de rodeo retirado tras sufrir una grave caída se dedica a cuidar caballos en un rancho. Sus últimos años no han sido fáciles. Tras perder a su familia en un accidente de coche quedó sumido en una depresión que mitigaba con grandes dosis de alcohol. Un amigo que le ayudó a superar esa dura etapa le pide ahora como favor que vaya a México para buscar a su hijo y traerlo de vuelta. La tarea no será fácil. Al parecer el joven suele meterse en líos y además vive con su madre, una mujer algo perturbada que no lo dejará marchar. La película se centra en ese viaje de vuelta lleno de dificultades que servirá para que el anciano y el chico inicien una relación de amistad y confianza mutua en la que cada uno aprenderá del otro la manera adecuada de enfocar sus vidas.
Una vieja historia rescatada del olvido
Cry Macho es una historia de aprendizaje filmada como una road movie clásica a ritmo de bolero. El tema «Sabor a mi» sirve como emotivo leit-motiv principal con el que también se cierra el plano final que en algunos cines se despide con aplausos en sincero agradecimiento por tanto buen cine que nos ha regalado el director todos estos años. Para este, de momento, adiós, Eastwood ha rescatado un viejo guion que llevaba más de 40 años en los cajones de las productoras sin encontrar financiación. Fue escrito por el ya fallecido N. Richard Nash en los años 70, el cual lo adaptó posteriormente a novela tras no conseguir venderlo. A finales de los 80 ya estuvo a punto Eastwood de protagonizarlo y años más tarde incluso se pensó en Arnold Schwarzenegger para el papel, pero no ha sido hasta ahora que finalmente se ha podido llevar la pantalla.
El personaje de Mike Milo le sirve a Eastwood para reflexionar sobre el mito del vaquero, sobre el elogio a la masculinidad inherente al wéstern clásico y a muchos de los personajes que él mismo encarnó en el pasado. Su mirada actual es la de un anciano sabio al que solo le preocupan las pequeñas cosas que nos hacen felices y el valor que poseen las emociones humanas. A él le hace feliz seguir rodando películas y a nosotros verlas. Ojalá esta no sea la última. A Cry Macho se le puede achacar cierta tendencia al sentimentalismo edulcorado o la poca credibilidad que tiene la historia de amor con Marta, personaje interpretado por una actriz 40 años menor, la mexicana Natalia Traven. Sin duda, esa parte de la película hubiera funcionado mejor con una actriz de edad similar al protagonista.
Gallos de pelea y caballos domados
Cry Macho es el testamento de un genio. Sus últimas imágenes filmadas buscan en la desnudez de lo sencillo el cobijo de una narrativa clásica que algunos verán como algo pasado de moda. No esperes escenas de acción, tiros, ni grandes alardes técnicos. El bueno de Clint ya no necesita nada de eso. Mike Milo no es Harry el Sucio. Ni esto un wéstern de Sergio Leone. Aquí adopta un tono más reposado y meditativo soltando frases acordes a alguien que ya vive en el tiempo de descuento: «Crees que tienes todas las respuestas. Luego te das cuenta, a medida que envejeces, que no tienes ninguna de ellas».
Muchos de los temas de sus últimas películas siguen presentes aquí como son la redención, la aceptación del dolor o la superación del pasado. Pero ya no está para dramas ni lágrimas y su última película es mucho más familiar y relajada, casi de apariencia intrascendente. Sin embargo, si la observas con los ojos de alguien que conoce la filmografía del maestro encontrarás un tono autoreferencial y autocrítico en muchas de sus nuevas actitudes y palabras que enriquecen esta pequeña historia protagonizada por un anciano, un adolescente y un gallo de pelea. Sirve «macho», nombre del gallo, o también esos caballos salvajes para la doma como símbolos de una juventud desbocada y de una masculinidad que ya ha dejado de perder todo sentido en la sociedad actual.
Para conseguir que la película rezume ese aroma clásico es imprescindible el trabajo fotográfico de Ben Davies (Tres anuncios en las afueras, Capitana Marvel) o la edición de su inseparable amigo Joel Cox (Mystic River, Cartas desde Iwo Jima) que a sus 89 años parece querer ceder el testigo y enseñanzas a David S. Cox. Cry Macho es eso. Una mirada al futuro con los consejos que podría darte tu propio abuelo al calor del fuego de una chimenea. Es también una muestra de la esencia más básica sobre la que se sustenta el cine: la emoción. Y es que quién no se emocione un poquito viendo bailar al anciano Clint es que no tiene corazón.
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