Han pasado más de 25 años desde la muerte del extravagante líder y voz principal de Queen, Freddie Mercury, y la música perdura. Freddie redefinió y trascendió los estereotipos, de la misma manera que la música de Queen rehúsa ser etiquetada dentro de cualquier género tradicional. Quizá sea esta la razón por la cual el grupo es un fenómeno tan intergeneracional, multicultural y global.
Bohemian Rhapsody plasma el meteórico ascenso al olimpo de la música de la banda a través de sus icónicas canciones y su revolucionario sonido, su crisis cuando el estilo de vida de Mercury estuvo fuera de control, y su triunfal reunión en la víspera del Live Aid, en la que Mercury, mientras sufría una enfermedad que amenazaba su vida, lidera a la banda en uno de los conciertos de rock más grandes de la historia. La película nos cuenta cómo se cimentó el legado de una banda que siempre se pareció más a una familia, y que continúa inspirando a propios y extraños, soñadores y amantes de la música hasta nuestros días.
Poder disfrutar de nuevo de la música de Queen en pantalla grande ya es un punto más que a favor de Bohemian Rhapsody, que sirve para que rememoremos grandes temas y para acercarlos a las nuevas generaciones que quizás no se hayan empapado del arte de este grupo. La excusa para ofrecernos este recital es contarnos la historia detrás de la creación de algunas de las canciones más icónicas, y eso implica contar la historia del grupo y de su vocalista, que ha sufrido un cierto «blanqueamiento» para suavizar las extravagancias del cantante, interpretado por el ganador del Emmy Rami Malek (Mr. Robot), quien se enfunda en un ajustado mono y coge el pie de micrófono para interpretar al rey del pop-rock en una contagiosa celebración llena de ritmo y corazón de la música de Queen y de la extraordinaria vida de su vocalista.
La caracterización de Malek para transformarse en Mercury ha pasado principalmente por la singular boca que tenía el líder de Queen, pero más allá de las prótesis dentales, han conseguido plasmar la esencia del músico tanto dentro como fuera del escenario. Malek consigue convencernos de que es Mercury, con su arrogancia, sus expresiones faciales y su reconocible voz. Pero Queen no estaría completo tan sólo con Freddie Mercury, y el resto de miembros de la banda están interpretados por Ben Hardy (X-Men: Apocalipsis) como Roger Taylor, Gwilym Lee (producciones teatrales de Donmar Warehouse El rey Lear y Hamlet) como Brian May, y Joe Mazzello (La red social) en el papel de John Deacon, alias ‘Deacy’. No podemos negar que todos ellos hacen un buen trabajo actoral y son caracterizados con acierto, pero por desgracia sobre ellos han pasado superficialmente al centrarse la historia en el cantante. Lucy Boynton (Asesinato en el Orient Express) interpreta a Mary Austin, compañera y heredera de Freddie, y sirve para ayudarnos a comprender las debilidades y necesidades de Mercury, por lo que es un personaje que ayuda a destacar más aún al protagonista principal, en vez de contarnos más sobre ella.
Dexter Fletcher (Eddie, el águila) al frente de la dirección nos ofrece una película poco lineal, repleta de saltos temporales, en la que quizás se eche en falta que parezca que tuvo que ser mayor el esfuerzo y el sacrificio para lograr el éxito, quedando casi como si todo fuera un cúmulo de casualidades. Estos saltos, y la ausencia de algunas partes dramáticas, ayudan a que la película tenga mucho ritmo, pero no se profundiza en la personalidad de sus protagonistas, algo poco habitual en las películas biográficas.
Por supuesto, conocemos la tragedia de cómo termina la historia de Freddie Mercury (murió de neumonía relacionada con el SIDA en 1991), y cómo la historia de Queen se niega a terminar, por lo que es de agradecer que no decidieran acabar mostrando los últimos años de vida de Freddie y sí centrarse en su triunfal regreso a los escenarios.
Muchos se ha hablado de la controversia que rodea a la película, incluyendo el despido de Bryan Singer, pero no importa nada cuando tenemos al increíble Malek en casi todas las escenas con una interpretación magnética y tan convincente que al final se nos olvida que no estamos viendo la actuación original de Live Aid mientras Freddie se pasea por el escenario de Wembley.
Bohemian Rhapsody es tan alegre como conmovedora, con una notable ausencia de dramatismo para una vida como la de Mercury, pero si el cantante dedicó su vida al puro entretenimiento, ¿por qué esta película no iba a querer ofrecer exclusivamente eso?
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Tengo pendiente verla.
Me encanto! Sali del cine con lagrimas en los ojos y un nudo en la garganta