Las críticas de Óscar M.: Deadpool 2
Llega a las pantallas de cine la secuela de Deadpool (titulada de forma simplista Deadpool 2, pero siguiendo el estilo de las entregas de la primera trilogía de X-Men) y es todo lo que cabría esperar y mucho más. El superhéroe más charlatán del mundo del cómic recupera su esencia y mantiene el nivel de la primera parte, aportando un toque de denuncia contra el acoso escolar y recuperando el estigma de rechazo a lo diferente que tenían las primeras entregas mutantes.
El guión escrito por Rhett Reese y Paul Wernick (guionistas de la película anterior) junto al propio actor protagonista Ryan Reynolds está plagado de referencias y guiños a la cultura popular, como ya lo estaba la primera, pero en esta ocasión mucho más actuales, dejando a un lado la añoranza de los años ochenta y noventa (aunque la camiseta cortada que lleva el protagonista en la imagen indica que no se abandona del todo) y los espectadores se divertirán con las innumerables bromas y chistes de esta entrega que, como en la primera parte, no dejan títere con cabeza.
El guion mejora según avanza la trama y alcanza su punto álgido en el tercer acto, con la formación del grupo y el objetivo final. La acción está bien distribuida y tiene a su favor el abandono progresivo del drama inicial en favor de la comedia y las escenas más espectaculares. El único aspecto negativo que se puede destacar es que situar una persecución en mitad de una ciudad ya no sorprende a la audiencia (teniendo en cuenta el nivel de destrucción de películas de temática similar), pero este detalle no desmerece a unos efectos especiales increíbles, sin los cuales las múltiples muertes y resurrecciones del protagonista no serían posibles, así como los poderes del resto de personajes.
Ryan Reynolds es capaz de mearse en la propia cara de los espectadores y, aún así, nos estaríamos riendo (de hecho, hay una escena completa donde su trasero está en primer plano). El actor no disimula a la hora de arrepentirse de sus propios errores del pasado e interpreta a un personaje donde encaja a la perfección y al cual sabe manejar en todo momento. No hay detalle que el actor no haya explotado (hasta recupera su mítica expresión de sorpresa de la primera parte) para hacernos reír a pesar de no enseñar su cara durante casi todo el metraje.
En el apartado de nuevas incorporaciones, Zazie Beetz interpreta al personaje de Domino y, casi en el mismo momento en el que aparece en pantalla, consigue que nos enamoremos de ella. Josh Brolin hace, afortunadamente, mejor trabajo que en la tercera entrega de Los vengadores, en parte gracias a no tener media cara oculta bajo una prótesis y en parte a que aquí tiene un mejor personaje y la interacción con el resto de actores es más «real». El resto de personajes secundarios tienen sus pequeños momentos para el recuerdo y sus historias apoyan a un argumento donde, claramente, el mercenario bocazas es el protagonista absoluto.
La música compuesta por Tyler Bates es excelente como acompañamiento a las imágenes más potentes y violentas, el problema es que cuando eliges tan sabiamente canciones ya conocidas y las insertas en el momento adecuado, nadie se acuerda de la música instrumental. Ya lo dijo Henry Mancini en El guateque hace cincuenta años: cuando compones para una comedia, nadie escucha la música.
Deadpool 2 es una delicia de comedia con un punto reivindicativo dentro del universo de superhéroes que pueblan la actual cartelera cinematográfica y lo único malo de esta secuela es que termina (las múltiples escenas durante los créditos son tremendas). Ya estamos esperando con ansiedad la tercera entrega.
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