viernes, abril 19, 2024

Crítica de ‘Tres anuncios en las afueras’: Ira, desolación y carcajadas

Las críticas de José F. Pérez Pertejo: Tres anuncios en las afueras 

Resulta curiosa la forma en que nos relacionamos con la obra de algunos autores, hace casi ya veinte años tuve ocasión de ver representado en el Teatro de la Abadía de Madrid el excelente montaje que el gran Mario Gas dirigió sobre La reina de belleza de Leenane, primera obra teatral del dramaturgo angloirlandés Martin McDonagh con Vicky Peña, Montserrat Carulla y Álex Casanovas en el reparto. A pesar de que mentiría si dijera que recuerdo con detalle el argumento de la obra, tengo grabado en la memoria salir impactado por la potencia dramática del texto e impresionado por el trabajo actoral de Vicky Peña y su madre Montserrat Carulla, por la magistral puesta en escena de Mario Gas y por la acogedora sala del Teatro de la Abadía a la que acudía por primera vez.

Desde entonces no he vuelto a ver representada ninguna de las obras que han llevado a McDonagh a ser uno de los dramaturgos anglosajones más reputados de su generación y, según he leído en algún sitio, el más representado en EEUU después de un tal William Shakespeare. Tampoco he visto ninguna de sus anteriores películas a pesar de que supe de la existencia de Escondidos en Brujas que tuvo el curioso mérito de hacer que Colin Farrell ganase varios premios de interpretación.  

Diecinueve años después de su ópera prima teatral, McDonagh alcanza con Tres anuncios en las afueras (la traducción del título al español se salta, al menos en las letras gordas, la localización de a dónde pertenecen esas afueras que no es otra que una localidad ficticia llamada Ebbing en el estado de Missouri), el reconocimiento como creador y el éxito internacional que puede llevarle, en apenas unos días, a ver como su película se alza con varios Óscar, incluido, como las quinielas vaticinan, el de mejor película del año.

Martin McDonagh escribe un guion con arrogante mala leche sobre un pueblo grande de esos en los que todo el mundo conoce a todo el mundo y en el que una mujer divorciada en la cincuentena, brutalmente interpretada por Frances McDormand, emprende una peculiar batalla contra la policía local a la que acusa de inoperancia, negligencia y pasividad en la investigación sobre la desaparición, violación y muerte de su hija Ángela apenas unos meses atrás. La policía encarnada fundamentalmente en el jefe local (Woody Harrelson) y en uno de sus oficiales (Sam Rockwell) reacciona con una desigual mezcla de cabreo y empatía hacia quien en el fondo no es más que una víctima.

Este guion, sin duda uno de los grandes activos de la película, se apoya fundamentalmente en tres grandes virtudes: en primer lugar McDonagh hace avanzar el relato con una agilidad ejemplar, captura la atención del espectador en los primeros minutos introductorios y no la soltará hasta los créditos finales, no hay tiempos muertos, no hay vías accesorias en la narración ni secuencias de relleno, cada plano cuenta y justifica lo que estamos viendo; en segundo lugar, en una inteligente construcción de los personajes que evita la tradicional y facilona dicotomía de “buenos y malos”, todos son ambivalentes, los protagonistas “buenos” viven en la oscuridad y los antagonistas “malos” tienen destellos luminosos; y en tercer lugar, y acaso sea esta la clave del éxito, una audaz y dosificada utilización del humor que convierte un material de partida dramático en una comedia negra en la que es imposible no soltar carcajadas en más de una ocasión. Muchos diálogos son continuos toma y daca cargados de desabrido sarcasmo y una incorrección política muy de agradecer en estos tiempos de dictadura del discurso de la corrección sin posibilidad de enmiendas.

Tres anuncios en las afueras es un nuevo ejemplo de un tema clásico en el cine americano, el de la lucha del individuo contra el sistema, el sujeto, en este caso la madre protagonista Mildred Hayes, llevada a la paradójica situación en la que no queda otro remedio que saltarse las leyes para hacer justicia y el espectador es puesto en la tesitura moral de posicionarse o al menos plantearse éticamente una duda que, como deviene el propio McDonagh en el desenlace, es el sustrato sobre el que se asientan la mayoría de las decisiones humanas. 

A partir de estos méritos, todos los demás ingredientes se ensamblan para construir una película sin fisuras. El reparto es simplemente ejemplar, Frances McDormand pone toda su fuerza natural para construir uno de esos personajes inolvidables preñados de ira y desolación que, si nada lo impide, le conducirá al segundo Óscar de su carrera. Woody Harrelson sigue la línea de sus papeles buenos (también los tiene horribles) y Sam Rockwell (a quien no recuerdo haber visto nunca antes) se revela como un actor desbordante capaz de crear a un perfecto imbécil, a uno de esos tipos a los que apetecería abofetear hasta sentir dolor en las manos y que, sin embargo, resulta imposible dejar de contemplar sus estupideces. El resto de personajes ofrece lujos como John Hawkes (Winter´s Bone), Peter Dinklage (Juego de Tronos), Lucas Hedges (Manchester frente al mar), Abbie Cornish (Bright Star) o Clarke Peters (Treme).

Me fascina la musica de Carter Burnwell que ya me cautivó hace un par de años con su partitura para Carol (Todd Haynes, 2015) y que como en aquella ocasión vuelve a estar nominado al Óscar a la mejor banda sonora; también me parecen ejemplares la dirección de fotografía de Ben Davis y el montaje de Jon Gregory que contribuyen respectivamente a la coherencia estética y narrativa planteada por el guionista y director.

Tres anuncios en las afueras es sin duda una de las películas de un año en el que entre las finalistas a los premios más reputados hay varias dignas de ser distinguidas. Como me niego a concebir el cine como una competición deportiva no voy a ponerme en la tesitura de si quiero más a papá Dunkerque, a mamá La forma del agua, al tío Spielberg con Los papeles del Pentágono o a esta socarronamente divertida Tres anuncios en las afueras. Que los académicos premien lo que quieran, después del desaguisado del año pasado ya me da igual lo que hagan. 

9

Puntuación

9.0/10

3 COMENTARIOS

  1. Maravilla de película directa, honesta, valiente, cañera y necesaria.
    Y un buen ejemplo de que los ciudadanos no políticamente correctos son necesarios, para despertar conciencias y acabar con la hipocresía silenciosa que invade el mundo occidental.
    Saludos cinéfilos.

    • Esos ciudadanos son los que al final abren el camino para cambiar el mundo. Una joya de película necesaria en nuestro tiempo, y que hubiéramos premiado aquí con algo más que reparto, dado que como película merecía mucho más.

  2. Cuando vi un anuncio por primera vez de esta película solo pensé que no era para mí, no era mi estilo. Después vi las nominaciones a los Oscar y me entró más curiosidad y he leído varias críticas que la ponen por las nubes y hablan de una historia que puede que sí sea para mí así que al final la veré.

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