Perdónenme el símil futbolístico en estos tiempos en los que el fútbol está tan mal visto en los ambientes culturales, pero siempre he encontrado ciertas similitudes (y alguna diferencia) entre el salto que algunos futbolistas dan, una vez finalizada su carrera, a convertirse en entrenadores con el salto que muchos actores de cine (y de teatro) dan a la dirección cinematográfica (y teatral). No es una llamada que sientan todos los futbolistas como tampoco les ocurre a todos los intérpretes y ha quedado sobradamente demostrado que ser un buen futbolista (incluso muy bueno) no garantiza convertirse en un buen entrenador. Ni lo contario.
En el mundo del cine ocurre exactamente lo mismo aunque no sea necesario abandonar la interpretación para dirigir (ahí la principal diferencia). Existen grandes actores que no han conseguido hacer carrera en la dirección a pesar de infructuosos intentos y algún actor normal o mediocre (sí, estoy pensando en Ben Affleck) que ha demostrado un excelente talento como director.
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