Las críticas de Cristina Pamplona «CrisKittyCris»: Mientras seamos jóvenes
Oscar Wilde dijo una vez con su interminable ingenio que la juventud se malgastaba en los jóvenes. También hay quien dice que uno es joven mientras se sienta de ese modo. No obstante, cuando uno cruza la treintena se enfrenta a una serie de expectativas sociales. Familia, trabajo y responsabilidad son tres palabras vinculadas a la madurez. Este viernes se estrena en nuestro país Mientras seamos jóvenes, donde el director Noah Baumbach ofrece su inagotable talento para contarnos una historia incisiva, a la vez que tierna, donde juventud y madurez se enfrentan para terminar desdibujando la frontera que las separan.
Josh y Cordelia son un matrimonio felizmente avenido de cuarenta y tantos, sin hijos y sin expectativas de tenerlos, que sienten cómo su vida se queda atrás frente a las de sus amigos ya estables y familiares. Tras conocer a otra pareja en la veintena, Jamie y Darby se ven sumergidos en una nueva juventud intelectual y pop, informal y al mismo tiempo espiritual, que los lleva a cuestionarse cuán felices eran realmente.
Noah Baumbach vuelve al síndrome de Peter Pan tras su laureada Frances Ha. Y los personajes de Cordelia y Josh, como ella, han de intentar manejar unas vidas no dominadas cuando la corriente de lo que entendemos por edad adulta los empuja a sentirse anormales. Y como en la anterior, Noah Baumbach lo clava, haciendo de Mientras seamos jóvenes una divertidísima, pero reflexiva película sobre lo que supone hacerse mayor. Baumbach, que se hace cargo de dirección y guión, delega una acción natural, e incluso a veces dispersa, donde el tema de la madurez, la juventud, la genialidad y la veracidad bailotean sin que ninguna defina el argumento central de la película, en favor de unos diálogos inteligentes, vivaces e incómodamente divertidos que bañan a todo el film de la autenticidad con la que Baumbach firma todas sus películas.
Si hemos de reprochar algo al guión, que en su totalidad funciona de modo muy eficaz, es precisamente que al diseminarse tanto entre cuestiones tan dispares, el espectador puede verse disparado fuera de la historia de sus personajes. Y es que, a pesar de que se cuestionan conceptos que damos a menudo como perfectamente definidos, lo más interesante de esta película está en torno a sus personajes y al enfrentamiento entre juventud y madurez y entre los modos de vida que cada pareja, en su generación, han decidido abrazar como filosofía de vida. Y eso se consigue con grises, como no podía ser de otro modo en una historia de Noah Baumbach, en la que no se critica ni se aplaude ninguna actitud, sino que se retratan sus luces y sombras. Mientras que Cordelia y Josh se han entregado por completo al mundo tecnológico, los jóvenes Darby y Jamie viven rodeados de la fiebre hipster y el amor a lo analógico. Y mientras los primeros pertenecen a una generación que luchaba por la veracidad, los segundos optan por la genialidad a pesar de que eso suponga una manipulación de la realidad nada improvisada.
En una película sobre personajes, se exige una calidad de interpretación que haga de ellos individuos reales, y en este caso el elenco no decepciona. Ben Stiller y Naomi Watts como Josh y Darby no solo consiguen la química (o la falta de ella) de un asentado matrimonio, sino que aisladamente sus personajes muestran una evolución veraz. Adam Driver, quien se haría famoso por su papel en Girls, y que pronto veremos en Star Wars: Episodio VII está estupendo en el papel de Jamie jugando con nosotros que no sabemos que pensar de él: ¿es sincero? ¿Es un fraude? ¿Es un fraude que se cree sincero? Todo lo que podemos llegar a saberl lo conocemos a través de Darby, interpretada por Amanda Seyfried que, a pesar de ser un personaje arbotante de Jamie, sabe ir más allá de simple consorte de rostro inocente, para convertirse en el único personaje al tanto de todo lo que sucede. Me quedé con ganas de ver un poco más de Charles Grodin, gran actor que para el gran público será recordado como el padre de Beethoven: Uno más de la familia, y que aquí se le reserva un breve, pero bonito papel como padre de Cordelia.
También un elemento perenne en la filmografía de Baumbach es su banda sonora donde, una vez más mezcla clásicos de pop, con temas de David Bowie o Paul McCartney, Hip Hop, la instrumentación de Vangelis y piezas de Vivaldi. Una selección heterogénea que, sin embargo, funciona a la perfección.
Aunque no tan redonda como Frances Ha, sus faltas no devalúan en absoluto Mientras seamos jóvenes; una película inteligente, aguda y divertida que hace de su hora y media una placer para el espectador. Estoy segura de que, como sus protagonistas, Mientras seamos jóvenes madurará estupendamente convirtiéndose en un título destacado en el género indie.
Me ha gustado mucho como la película abarca la forma de entender algunas cosas en un lapso de tiempo de tres o cuatro lustros de una forma tan inteligente. Lo del contraste entre lo analógico y lo digital cobra mucha más fuerza cuando ves la relación entre los personajes de Stiller y Driver, y hablando de Stiller, magnífico.