Anoche se celebró en Madrid la entrega del Premio Rizoma de distribución a Paradiso, la ópera prima de Omar A. Razzak, en el Cine Duque de Alba, la última sala X de Madrid y la verdadera protagonista del documental.
Después de un estupendo recorrido por salas de cine en Madrid, Barcelona, Vitoria y San Sebastián, Paradiso, (y gracias al patrocinio de Cameo y Filmin), ha sido editada en un cuidado DVD en formato digipack y con extras muy especiales (como reproducciones de los carteles originales pintados a mano).
El Cine Duque de Alba es la última sala de temática X que queda hoy en Madrid. Rafael, el proyeccionista, trabaja a diario para hacer del local un sitio más agradable: pinta a mano los carteles que anuncian las películas, coloca flores y plantas en el exterior y acondiciona la entrada.
A pesar de que la mayor parte de la pornografía se consume a través de Internet, el cine se mantiene gracias a una clientela fija, porque el Duque de Alba es, más que una sala X, un asilo, un refugio.
La noche incluyó una breve proyección especial, sorteos de dildos y DVDs entre los asistentes, la posibilidad de conocer de primera mano todos los rincones de este lugar tan especial (donde aún quedaban «restos» del pase anterior) y cócteles paradisíacos (con fruta de la pasión… para animar la fiesta).
Además hubo un cátering muy peculiar, a base de jamón (será por lo de «serrano») y zanahoria (por la broma del conejo y la zanahoria, tan de diálogo de película porno). Todo muy «metacine» como parece, si no fuera porque también había humus… resultando una combinación un tanto extraña.
Al evento acudieron también caras conocidas de la televisión como Marta Belenguer, Carlos Chamarro (ambos de la serie Camera café) y Jimmy Shaw (que recientemente ha estrenado Wax en el Festival Nocturna), y, a pesar del aforo limitado, hubo algún cliente habitual perdido que acudía a «ver» una película, auto-invitados y «performances» improvisadas.
Gracias a la estupendamente escogida «música sexy» del DJ, el bar del cine estuvo a rebosar (casi seguro que nunca ha tenido tanto público) hasta la media noche, cuando acabó la fiesta y los invitados se marcharon de un lugar donde todas las historias siempre tienen un «final feliz».