jueves, abril 25, 2024

Crítica de ‘Blue Jasmine’: El espíritu de Blanche DuBois

Las críticas de Cristina Pamplona «CrisKittyCris»: Blue Jasmine

Hay algo en las películas de Woody Allen que siempre me reconforta. Desde que aparecen los humildes créditos en letras blancas sobre fondo negro ya estoy dentro de un universo conocido, no necesito una introducción a la trama, ya he caído en la historia.
Esta vez los créditos no abren con una pieza de jazz, sino con las notas arrastradas de un blues. Louis Armstrong y su «Back O’Town Blues» nos llevan de la mano ante Jasmine (Cate Blanchett) que, con ensoñación, habla de la noche en que conoció a su marido. No es deliberado el uso del blues durante toda la cinta, ya que acompaña el estado de la protagonista que gira en una espiral desde la neurosis a la locura.

Jasmine, una socialité neoyorkina, ha perdido todo por las argucias ilegales de su marido. Sola y sin un futuro en perspectiva decide mudarse a San Francisco con su hermana adoptiva, Ginger (Sally Hawkins); una cajera divorciada y con dos niños que mantiene una relación con un italoamericano brusco y maleducado.
¿A qué me recuerda todo esto? Woody Allen no ha escondido el tributo que hace a la obra de Tennesse Williams «Un tranvía llamado deseo», que fue llevada con éxito al cine por Elia Kazan en 1951, con Vivien Leight y Marlon Brando como protagonistas. Todo en Jasmine recuerda a la pobre Blanche DuBois; un exceso de fantasías románticas, un secreto, su caída hacia la locura…La atmósfera de San Francisco se vuelve densa y asfixiante, como aquella en Nueva Orleáns, y Jasmine aparece a menudo bañada en sudor junto a una copa y sus recuerdos.
Es cierto que no hay un personaje tan poderoso como el Stanley de Brando, pero es que, como suele ocurrir en la películas de Woody Allen, las mujeres brillan con demasiada fuerza. Si Cate Blanchett está sublime en el papel protagonista, Sally Hawkins no se queda atrás como la paciente hermana. Aun así, cabe destacar la interpretación de Bobby Cannavale, el masculino novio de Ginger, que mantiene la camiseta de tirantes y la camisa de mecánico, si bien no la luce tan bien como Marlon Brando. Completan el reparto Alec Baldwin, Peter Sarsgaard y Andrew Dice Clay.
¿Es Blue Jasmine un drama? Sin lugar a dudas, pero acompañado por el brillante guión de Allen, lleno de humor, hace que ni siquiera nos demos cuenta de ello, hasta que lo hacemos, y cuando eso ocurre llega el amargor.
Que nadie vaya esperando ver al director de Midnight in Paris o Misterioso asesinato en Manhattan. Este Allen es el de la Rosa purpura del Cairo, Maridos y mujeres o el de Match Point. Es inteligente, aguda y divertida, pero lleva a preguntarte si realmente es lícito reírse. Un maravilloso título para resarcirnos del fiasco de A Roma con amor. Podrá gustar más o menos, pero Blue Jasmine no deja indiferente.

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