Las críticas de Cristina Pamplona «CrisKittyCris»: Una cuestión de tiempo
Nadie puede dudar ya que Richard Curtis se ha hecho todo un nombre en la comedia. Su larga trayectoria como guionista en ya clásicos de televisión como Mr Bean o La víbora negra le han ayudado a cimentar una carrera que ha dejado títulos dentro del género como Cuatro bodas y un funeral o El diario de Bridget Jones. Era de esperar que fuera un paso más allá y se atreviese con la dirección, y lo hizo con la tierna Love Actually. Ahora llega Cuestión de tiempo, una comedia más familiar que romántica que arranca la lágrima fácil y que peca en momentos de sentimentaloide, pero que, no obstante, mantiene un humor amable que te hace entrar en el juego.
La historia, narrada por su protagonista, comienza el día que su padre le cuenta que todo los varones de la familia son capaces de viajar en el tiempo. A partir de ese momento, el joven Tim diseñará su vida libremente, cambiando los errores que pueda cometer y eligiendo siempre el camino que le lleve a la chica y, por consiguiente, al final feliz.
El guión se estructura de tal manera que llegado un punto abandona la que parece la trama principal, y de la historia de amor saltamos a una tragicomedia familiar. Es entonces cuando la película tropieza ralentizándose y haciendo que nos preguntemos en qué momento hemos cambiado de sala, para finalmente volver a dejarnos un buen sabor de boca, algo tramposo, que ayuda a no sentirnos timados.
A favor de Curtis debemos decir que se mantiene fiel a sus formas y encontramos elementos que ya nos ha mostrado anteriormente y que sin embargo siguen funcionando: El protagonista tímido y romanticón, la chica americana que le cambia la vida, y hasta la hermana extraña que expresa sus inseguridades y fracasos a través de su aspecto. Factores que nos recuerdan en el mejor de los casos a Cuatro bodas y un funeral, y en el peor a Notting Hill.
El reparto también ayuda a levantar la historia con el clásico protagonista Hughgrantiano que esta vez interpreta Domhnall Gleeson, hijo del también actor Brendan Gleeson, y al que ya hemos visto como uno de los Weasley en Harry Potter y las reliquias de la muerte, Nunca me abandones o en Anna Karenina. La chica de la historia es Rachel McAdams (El diario de Noa, Midnight in Paris) que ya ha lidiado con los viajes temporales en Más allá del tiempo, junto a Eric Bana. Por último hemos de destacar al magnífico Bill Nighy, ya actor fetiche de Curtis, al que debe gran parte de su carrera gracias al personaje de Billy Mack en Love Actually.
Otro punto a su favor, también elemento constante en las películas de Richard Curtis, es la música, tan cuidada que llega a ser un protagonista más en algunas escenas. Parece imposible hacer encajar el All the Thing She Said de t.A.T.u. o Push the Buttom de Sugarbabes con Into my Arms de Nick Cave o Lived in Bars de Cat Power, y sin embargo encajan y funcionan como contrafuertes en los que se apoyan los altibajos entre humor y lágrimas.
¿Por qué, a pesar de todo lo positivo, Una cuestión de tiempo no termina de cuajar? Como ya hizo en Love Actually, Curtis canta al amor y a la vida, pero eso hace que se tambalee un guión que gira en torno a un hombre que no ha dejado ningún acontecimiento al azar. Si la vida se compone de decisiones que cambian el trazado de lo que puede o no ser, ¿No deberíamos aprender a aceptar lo que nos depara? Por supuesto que queremos que chico y chica terminen juntos, claro que aceptamos una premisa absurda como los viajes en el tiempo, pero la moraleja que nos intentan colar aquí se opone a las dos horas de guión anteriores.
En definitiva, la película se deja ver, y no sólo eso, llegas a disfrutarla durante hora y media, pero sus intentos de emocionar al espectador hacen que desmerezca un guión que, de lo contrario, sería muy digno dentro del género de la comedia romántica.
PD: Una vez más agradecemos a Universal su invitación al pase de prensa en sus oficinas, y la amabilidad con la que siempre nos reciben.