Las críticas de Laura Zurita:
Decorado
Arnold es un ratón de mediana edad atrapado en una crisis existencial. Su matrimonio se desmorona, su vida le parece absurda y empieza a sospechar que todo a su alrededor es una gran farsa. Cuando su mejor amigo muere en circunstancias sospechosas, Arnold se convence de que algo no encaja. Lo que comienza como una paranoia cotidiana se convierte en una huida desesperada hacia algo que se parezca, aunque sea un poco, a la libertad.
Decorado está dirigida por Alberto Vázquez, sobre un guion de él mismo y Francesc Xavier Manuel Ruiz. La película se estrenó en España el 24 de octubre de 2025, de la mano de Barton Films.
Vida con muchas capas y secretos
En el universo animado de Alberto Vázquez la vida tiene muchas capas, muchos colores y muchos secretos. Desde Psiconautas, los niños olvidados (2015) hasta Unicorn Wars (2022), pasando por cortometrajes como Homeless Home (2020), su cine ha habitado ese territorio inquietante donde la belleza y el horror conviven con una naturalidad turbadora, entre el cuento y la pesadilla. Decorado continúa esa línea, pero aquí la amenaza no nace de la violencia o del caos externo, sino del propio concepto de realidad. Arnold, este Neo de dibujos animados, no tiene a nadie que le ofrezca la pastilla roja: solo le queda el vértigo de saberse rodeado por una mentira.
El entorno en el que transcurre Decorado, de apariencia idílica, recuerda a las comedias luminosas sobre el sueño americano: jardines recortados, sonrisas estáticas, una paz que resulta sospechosamente perfecta… Todo parece amable y ordenado, pero bajo esa superficie se esconde el temblor. El matrimonio se resquebraja, el trabajo se desvanece y una sensación de vacío se extiende hasta contaminar los colores mismos de la película.
En Decorado, Vázquez vuelve a apoyarse en su estética inconfundible, de contornos gruesos y tonos desvaídos, que combina la melancolía del dibujo clásico con la sofisticación simbólica de la animación contemporánea. Los fondos, de apariencia publicitaria, están cargados de ironía: reproducen la falsa felicidad de una sociedad que todo lo maquilla, que convierte cada emoción en imagen. El resultado es visualmente hipnótico: los escenarios se vuelven cada vez más perfectos mientras los personajes se desmoronan, como si la perfección fuera la máscara que impide respirar.
Entre la sátira y la pesadilla
Narrativamente, Decorado oscila entre la sátira y la pesadilla. Vázquez observa con lucidez nuestra propia alienación, nuestra tendencia a vivir rodeados de simulacros, incapaces de distinguir entre lo auténtico y lo fabricado. Si Psiconautas, los niños olvidados hablaba de la huida y Unicorn Wars de la violencia institucional, Decorado aborda la conciencia: ese momento en que la lucidez se vuelve castigo. Su final, de aire metafísico, no ofrece respuestas ni consuelo. Más que resolver, plantea una pregunta que persiste cuando se encienden las luces: ¿existe una salida del decorado?
Hay instantes en Decorado en los que la reflexión sobre el artificio se vuelve demasiado literal o en los que la densidad simbólica pesa más que la emoción. El guion centra tanto su atención en la idea del decorado que, a veces, deja en segundo plano el vínculo entre Arnold y María, cuya evolución podría haber aportado una nota de intimidad. Sin embargo, ese distanciamiento parece intencionado: Vázquez no busca la empatía, sino la incomodidad, la grieta que obliga a pensar.
El resultado es una película tan bella como perturbadora, formalmente impecable y emocionalmente inacabada. Decorado quiere desenmascarar. Es una fábula sobre la conciencia y la impostura, contada desde la animación pero dirigida a un público adulto que se atreva a mirar más allá del trazo y del color.
En resumen, Decorado es una propuesta visualmente deslumbrante y conceptualmente provocadora, que confirma a Alberto Vázquez como una de las voces más personales de la animación europea, aunque su densidad simbólica y su frialdad emocional puedan alejar a algunos espectadores.
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