Las críticas de Laura Zurita:
El talento
El talento adapta la novela corta La señorita Else (1924) de Arthur Schnitzler. Elsa, una prometedora estudiante de violonchelo, acude a la lujosa fiesta de cumpleaños organizada por su amiga Idoia y su poderoso padre. Allí, recibe una llamada inesperada de su madre que la coloca ante un dilema moral: ¿sacrificar su dignidad para asegurar el futuro económico de su familia? Entre la tensión social, el peso de la música y la exigencia de la moralidad, Elsa debe decidir hasta dónde está dispuesta a llegar.
El talento está dirigida por Polo Menárguez sobre un guion del mismo Menárguez y Fernando León de Aranoa, basado en la novela de Arthur Schnitzler. En el reparto encontramos a Ester Expósito (Elsa), Pedro Casablanc (Ignacio), Mirela Balic (Idoia), Rocío Muñoz-Cobo, Juan Pablo Fuentes, Marta Aledo, Itziar Manero, Clara Sans, Sonia Almarcha, Eva Martín, Diego Niski y Carlos Suárez. La película se estrena el 5 de septiembre de 2025 de la mano de Tripictures.
Fiesta fastuosa con tensión en el sótano
El talento es una película interesante por sus ideas y su contexto, pero, en líneas generales, no brilla y termina resultando mate. La película comienza en un entorno de clase alta, elegante y luminoso. La protagonista aparece como una joven con todo a su favor: un futuro brillante como violonchelista, estabilidad económica y aceptación social. Es verano, el sol brilla y la vida parece sonreírle.
Sin embargo, una petición de su madre introduce un recado, en principio anecdótico, para Ignacio, su jovial padrino, anfitrión de la fiesta y figura cercana a la familia. Lo que en El talento se presenta como una celebración fastuosa, llena de regalos, caprichos y lujo, convive con una trama donde la tensión va creciendo en oleadas bajo la aparente armonía.
El desarrollo inicial promete: la atmósfera es envolvente y la tensión dramática crece progresivamente a lo largo de la noche. Pero el último tercio se resiente, se vuelve cada vez más enrevesado e inverosímil, hasta desembocar en un final extraño que se antoja postizo, respondiendo más a la intención del autor que a una evolución orgánica de la historia.
En el plano técnico, El talento exhibe una clara fascinación por el lujo y la riqueza. La puesta en escena es solvente, pero se complace más en los adolescentes que en el drama íntimo. La dirección cumple en la recreación de lo cotidiano y consigue trasladar tensión a la pantalla, haciendo esta parte de la película mucho más interesante que la fiesta en sí misma, que transcurre de manera mecánica sin mayor interés.
Duelo interpretativo
En cuanto al reparto, las interpretaciones de El talento son sencillamente correctas en general, con la excepción de dos figuras que destacan con fuerza: Ester Expósito y Pedro Casablanc. Ella demuestra que puede sostener un papel exigente y el peso de la película; él, por su parte, se mueve entre lo turbio y lo tierno, generando a la vez atracción y rechazo. Su duelo interpretativo es, sin duda, lo más memorable de la propuesta. Los personajes secundarios, en cambio, resultan superficiales, simples engranajes de la acción, sin verdadera profundidad dramática.
En conjunto, El talento es una obra ambiciosa que parte de un material literario poderoso, pero que no logra aprovechar toda su intensidad. Un equipo técnico competente le da una factura cuidada, aunque su enfoque narrativo se acerca demasiado al drama juvenil, debilitando el peso del conflicto moral. Sus principales fortalezas residen en la interpretación de Expósito y Casablanc y en la atmósfera moralmente incómoda que alcanza a crear.
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