Las críticas de Daniel Farriol en el 78 Festival de Locarno:
The Fin
The Fin es un drama de ciencia-ficción coreano que está escrito y dirigido por Park Sye-young (The Masked Monster, The Fifth Thoracic Vertebra). En una Corea de posguerra y ecológicamente devastada, los marginados mutantes llamados Omegas son explotados como mano de obra barata. Sujin, una joven funcionaria, comienza a dudar de la ideología del estado mientras persigue a Mia, una Omega escondida.
Está protagonizada por Yeji Yeon, Pureum Kim, Goh-Woo, Youngdoo Jeong y Joowon Meng. La película ha podido verse en la sección Concorso Cineasti del Presente de Locarno Film Festival 2025.
Una distopía sensorial
The Fin es una atmosférica incursión en la ciencia-ficción distópica que plantea una especie de cruce imposible entre Blade Runner (Ridley Scott, 1982), los totalitarismos orwellianos y las fábulas mitológicas sobre cantos de sirenas. La historia imagina un futuro cercano con la reunificación de las dos Coreas tras una crisis ecológica que transforma el mundo. Los cielos se tiñen de rojo y las aguas de los océanos se vuelven tóxicas para el consumo humano, lo que unido a una sequía prolongada en el tiempo hace que los habitantes vivan entre mugre como signo físico inequívoco de ahorro energético y solidaridad con el prójimo.
Las aguas contaminadas también han provocado una extraña mutación en algunas personas que entraron en contacto. Les ha crecido una especie de aleta en sus extremidades y con marginados por la sociedad, siendo utilizados para trabajos forzados y exiliados a vivir fuera de los muros que delimitan las ciudades para evitar el contagio de su extraña mutación genética. Los mutantes reciben el sobrenombre de «Omegas». Ante esa situación de desigualdad social que padecen, muchos de ellos deciden ocultar su condición diferencial amputándose las aletas que crecen en sus pies o adquiriendo prótesis en el mercado negro para evitar ser reconocidos y cazados por los funcionarios entrenados por el gobierno con ese fin.
Tres personajes en el universo extraño de una fábula marina
En principio, el argumento de The Fin sigue los cánones típicos de las distopías apocalípticas, sin embargo, la película se aparta conscientemente de los tópicos construyendo un universo propio a través de imágenes hipnóticas que nos trasladan a un estado de duermevela alucinógena donde lo formal queda muy por encima del desarrollo del guion. Ahí radica el punto fuerte y el débil de la película. La trama nos presenta a tres personajes principales que nos ofrecerán tres puntos distintos sobre esa fábula marina en una Corea futurista.
Por un lado, tenemos a Sujin, una joven empleada del gobierno que es entrenada para capturar a Omegas que se ocultan entre las personas. El personaje simboliza la manipulación, el miedo y el sentido de obediencia que ejercen los regímenes autoritarios para convencer de sus ideales al pueblo. El idealismo de la chica quedará en entredicho cuando, por fin, se encuentre frente a frente con una Omega, Mia. La chica mutante ha pasado desapercibida durante años, amputándose su aleta y regentando una tienda de pesca en un sótano al que acuden nostálgicos de un pasado mejor, ya nadie puede pescar realmente en el mar y allí pueden hacerlo en una piscifactoría. El tercer personaje en discordia sirve de nexo entre las dos chicas, es un hombre Omega sin nombre que salta el muro que separa ambos mundos con la misión de entregar a Mia los restos de su padre fallecido.
Más allá de las evidentes alegorías políticas acerca de la deriva de las dos Coreas actuales y acerca de otros temas de actualidad como la inmigración, la discriminación o la identidad social, The Fin conmueve al espectador por su tono melancólico y pesimista, donde el dolor emocional se vuelve físico y el destino emerge como acto final de una tragedia operística Changgeuk.
Imágenes fascinantes que esconden alegorías políticas y sociales
En ese sentido, cabe destacar la comunión existente entre el trabajo fotográfico del propio director Park Sye-young junto a una banda sonora con igual importancia para la música de Seokyoung Haam y la edición de sonido de Youhoon Kim. Esos tres aspectos subrayan la sensación de estar presenciando un cuento de hadas oscuro que reflexiona sobre la importancia cultural existente en el origen de los mitos y leyendas para la creación de falsos temores o expectativas que van arrastrándose generación tras generación. Por ejemplo, en la película los cazadores de Omegas deben taparse los oídos cuando están cerca de ellos porque se dice que pueden emitir un grito ensordecedor que les mataría, ¿no será en realidad un grito de auxilio que prefieren no escuchar?
Las narcotizantes imágenes embelesan al espectador con una paleta de colores trufada con tonos dorados, verdosos y anaranjados que potencian esa sensación de irrealidad apegada a lo fantástico y acercan el universo de la película a cineastas asiáticos ilustres como Tsai Ming-liang, Hou Hsiao-hsien o incluso Wong Kar-wai, pero conservando siempre una esencia propia distintiva. Las secuencias en la tienda de pesca son enigmáticas y fascinantes, también surrealistas y esquivas si se busca una historia lineal. La película tiene elementos que a menudo se apartan de la historia central y no siempre son explotados, y es que a Park Sye-young le preocupa más la estética que lo puramente narrativo o la sonoridad que los diálogos explicativos. The Fin es algo puramente sensorial.
Esos contrastes pueden frustrar a algunos espectadores, pero los que disfruten de un cine alegórico encontrarán en The Fin una de las propuestas más personales e interesantes del fantástico coreano contemporáneo.
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