Las críticas de Daniel Farriol en el 78 Festival de Locarno:
Linije želje (Desire Lines)
Linije želje (Desire Lines) es un drama serbio que está dirigido por Dane Komljen (The Garden Cadences, Afterwater), que también coescribe el guion junto a Tanja Sljivar. Branko vive al margen de la sociedad belgradense. Aislado e incapaz de dormir, no habla con nadie. Su única obsesión parece ser su hermano menor, cuyos zapatos embarrados, sábanas manchadas de sangre y paradero turbio lo inquietan. Branko sigue cada paso de su hermano, atormentado por su extraño comportamiento. A medida que la paranoia se apodera de él, Branko se da cuenta de que su hermano no es el extraño. Él lo es.
Está protagonizada por Ivan Cuic, Branka Katić, Petja Golec Horvat y Rok Juričić. La película ha podido verse en la sección Concorso Internazionale de Locarno Film Festival 2025.
Sin líneas marcadas
Las Linije želje (Desire Lines) del título hacen referencia a esos caminos creados artificialmente o por la erosión del paso de la gente en los parques y bosques. Son atajos que muestran a los paseantes cuál es la ruta más corta o fácil para llegar a un determinado destino y, en la película, simbolizan todo aquello contra lo que hay que rebelarse para escoger un camino diferente que nos lleve a encontrar nuestra propia identidad. La poética del título también hace referencia a los deseos humanos reprimidos por las convenciones sociales y la necesidad de explorarlos si queremos completar nuestra transformación identitaria.
Todos estos temas subyacen en el interior de las crípticas imágenes que desarrolla Dane Komljen, un lugar sin líneas marcadas donde el espectador se perderá y encontrará en diversas ocasiones. La experiencia puede llegar a ser muy frustrante si además agregamos el ingrediente de una cadencia insolentemente morosa que provoca más duermevela que excitación. Sin duda, el director busca un lenguaje propio a través de una narrativa ininteligible que va mutando igual que su protagonista, el problema es muchas veces no sabemos lo que nos quieren contar o a dónde nos quieren llevar.
Los tres hermanos
De ese modo, Linije želje (Desire Lines) puede dividirse en dos grandes bloques que parecen inconexos entre sí. Durante los primeros 45 minutos, asistimos a una película oscura y morbosa donde un hombre, Branko, persigue obsesivamente a su hermano pequeño durante sus paseos nocturnos por parques donde se practica el cruising. El sexo se nos presenta como algo violento con secuencias que rozan el sadomasoquismo siempre bajo la atenta mirada de otros curiosos que adoptan la que sería nuestra propia mirada como público. El barro y la sangre son el rastro que queda de esos encuentros esporádicos con desconocidos, algo que parece horrorizar y fascinar, a partes iguales, al protagonista.
Pero todo eso que sucede en ese tramo no tiene casi nada que ver con lo que vendrá después, la hora restante. Branko intenta alertar a su hermano mayor, un militar que no le devuelve las llamadas, acerca del errático comportamiento de su hermano que excede lo «normativo». Sin embargo, todo da un vuelco extraño cuando una antigua compañera de escuela se pone en contacto con Branko, completamente desesperada y nostálgica de los viejos tiempos. La primera rareza de esa llamada es que dice vivir en otra ciudad y la vemos bajo la ventana del edificio donde vive Branko; la segunda es que no recuerda que él tuviese ningún hermano y siempre creyó que era hijo único…
Penetrando en la naturaleza
Es ahí donde la película adquiere un tono abstracto donde debemos cuestionarnos la realidad de las cosas que vemos. Si los hermanos de Branko no existen, ¿quién es Branko? Probablemente los tres hermanos sean una disociación de su personalidad, de su sexualidad reprimida y de su pasado en la guerra. Tal vez, él es simplemente un concepto y no una persona real. A partir de ahí, Linije želje (Desire Lines) se complica todavía más. Para incidir en esa irrealidad intangible, vemos al protagonista atravesar una pared que le aleja definitivamente de la oscura ciudad de cemento. Después penetra en una realidad alternativa que le lleva hasta un bosque donde viven unos hippies que fabrican mermelada y (literalmente) hablan con las setas y lamen las piedras.
La dinámica de la película cambia. El ritmo se ralentiza aún más. La oscuridad se torna luminosidad. El sonido se suaviza. El alienado Branko encuentra en esa comuna en mitad de la naturaleza una forma de desinhibirse y compartir experiencias con otros seres humanos (o espectros, según creamos si existen o no). Los diálogos son asépticos y apenas desgranan el significado verdadero de las cosas.
Hay misterio, duda, confusión, pero sobre todo aburrimiento. Extraen un gusano del esófago que podría simbolizar la angustia interior o del pasado (lo que entroncaría con el final donde se traga otra larva como aceptación del nuevo yo apegado a la naturaleza), mientras que otros detalles parecen descubrirnos un trasfondo sobre traumas ocultos, la memoria histórica de un lugar, la transmisión generacional de la identidad o el autodescubrimiento vital a través de una sexualidad libre. Por desgracia, todo eso se realiza con algo semejante a una performance teatral más que con un lenguaje puramente cinematográfico. Linije želje (Desire Lines) es cine experimental para muy cafeteros, sólo aquellos que busquen películas atípicas con un ritmo contemplativo y metáforas sobre la naturaleza humana podrán conectar emocionalmente con esta rareza.
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