Las críticas de Daniel Farriol en el AMFF 2025:
January 2
January 2 (Január 2) es un drama húngaro que está escrito y dirigido por Zsófia Szilágyi (One Day). Es la historia de una ruptura y de una mudanza. Klára se separa de su marido. Su amiga, Ági, la ayuda. Dan un total de siete vueltas en coche. Y aunque toman el mismo camino de ida y vuelta cada vez, cada vuelta es diferente.
Está protagonizada por Csenge Jóvári, Zsuzsanna Konrád, Edit Vlahovics, Márton Pallag y Csaba Antal. Desde el 25 de julio de 2025, la película se ha incluido como parte de la Sección Domestic de la programación del Atlàntida Film Festival, de la mano del Filmin.
Una separación
Podríamos catalogar a January 2 (Január 2) como una road movie de ida y vuelta. Aunque la película transcurre durante un 80 % en el interior de un coche en movimiento, no se trata de un viaje iniciático ni con un destino definido, en realidad, asistimos a una mudanza en siete trayectos distintos por Budapest que nos sirven para conocer un poco mejor a los personajes mientras dialogan entre cajas, bolsas y un ficus.
Y eso es todo, cuando finaliza la mudanza termina la película. Mientras tanto, la directora húngara Zsófia Szilágyi esboza un retrato minimalista y bastante ligero sobre las relaciones sentimentales, la llegada a la madurez y la indefinición de la expectativas de futuro en la sociedad húngara bajo el mandato del ultraconservador Viktor Orbán (en el tramo final vemos una manifestación multitudinaria, pero ni siquiera se menciona sobre qué).
Todo esto se desliza bajo una narrativa sutil y costumbrista a través de pequeños detalles casi imperceptibles que surgen durante conversaciones banales entre las dos protagonistas femeninas y los distintos secundarios que aparecen y desaparecen de escena. Situar la acción un 2 de enero no es casualidad, cada inicio de año está lleno de nuevos propósitos de vida, en este caso, es uno sobrevenido que marcará un irremediablemente un nuevo comienzo.
Del amor al odio…
La mejor secuencia de January 2 es la de apertura, con la presentación del inicio de la mudanza que es también una representación brutal de lo que conlleva una separación matrimonial, en especial, cuando hay niños pequeños por medio. El espectador que no haya leído la sinopsis (como es mi caso), irá descubriendo la situación por medio de pequeñas gestualidades que definen las relaciones entre los personajes. Es una escena sencilla a la par que punzante donde se evidencia aquel refrán que dice «del amor al odio hay un paso» y, en cuanto los niños dejan el lugar marchándose con la abuela, saldrán a relucir las miserias.
El padre y la madre cambian su actitud de golpe y se transforman en seres infantiles que se escupen sus reproches el uno al otro. Él descarga su ira sacando las pertenencias de la mujer fuera de su casa y ella gritándole toda clase de improperios. Está claro que no es una separación amistosa, cuesta que lo sean.
Este tipo de situaciones estamos hartos de verlas representadas en el cine, lo curioso de este caso es que el punto de vista principal de la película no pertenece a la pareja que se separa sino a una amiga de la mujer que viene ayudar en la mudanza y observa impasible lo que ocurre a su alrededor. En realidad, más tarde descubriremos que ella misma pasa por un proceso interior de emociones encontradas con su actual pareja, aunque esa relación se mantiene siempre fuera de cuadro y sólo asistimos a la misma a través de breves conversaciones telefónicas. Esta subtrama no queda bien definida y el abrupto desenlace tampoco ayuda a ello.
El punto de no retorno
January 2 fue becada en la Biennale College, un proyecto desarrollado por el Festival de Venecia que está enfocado en impulsar a jóvenes talentos, ofreciéndoles la oportunidad de colaborar con profesores para trabajar en sus creaciones artísticas. La directora Zsófia Szilágyi se benefició de ello para sacar adelante una película eminentemente «festivalera», no en el sentido festivo sino por tener una estructura narrativa que se aleja del cine comercial en busca de hallar su espacio en reductos cinéfilos que quieran explorar este tipo de costumbrismo reflexivo.
El filme se queda corto en sus pretensiones y no acaba de convencer. Los siete viajes que deberían mostrar cambios evidentes en el estado emocional de sus personajes, al menos para justificar esa decisión de guión, acaban resultando repetitivos y poco clarificadores. Sí que percibimos detalles mínimos de esa evolución, pero ¿son necesarios 87 minutos contemplando como se llevan cajas y bolsas de una casa a otra en un coche? El interés decrece con el paso de los minutos y las distintas subtramas que se apuntan no llevan a ningún lado.
January 2 es la historia de una ruptura y de una mudanza, una como tantas otras. Poco sabremos de lo que ocurrió antes y menos aún de lo que pasará después, la película sólo quiere reflejar ese día como un momento clave en la vida de dos personas que deciden separar sus rumbos, un punto de no retorno, una escisión irreparable entre pasado y futuro en un proyecto de vida. Tal vez, para la amiga, el punto de vista del espectador, vivir ese momento en primera persona le haga replantearse su propia vida, sólo tal vez, pero para nosotros es probable que la película acabe resultando intrascendente y caiga irremediablemente en el olvido.
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