Las críticas de Laura Zurita:
Diamante en bruto
Liane, de 19 años, atrevida y tenaz, vive con su madre y su hermana pequeña bajo el sol polvoriento de Fréjus, en el sur de Francia. Obsesionada por la belleza y la necesidad de ser «alguien», ve en los realities la oportunidad de ser amada… El destino le sonríe cuando se presenta para participar en «La isla de los milagros».
Diamante en bruto está escrita y dirigida por Agathe Riedinger e interpretada por Malou Khébizi, Idir Azougli, Andréa Bescond, Ashley Romano, Alexis Manenti, Kilia Fernane, Léa Gorla y Alexandra Noisier. La película se entrena en España el 18 de julio de 2025 de la mano de Caramel Films.
Falta de originalidad que lastra el resultado final
Diamante en bruto propone una reflexión sobre la necesidad de ser visto en un mundo de apariencias. Liane, de 19 años, vive una realidad que esconde a sus decenas de miles de seguidores en redes sociales. Liane, tras las cámaras, es una chica que busca escapar de su propia vida y busca llegar a “ser alguien” concursando en un reality show.
La película utiliza a Liane como ejemplo de una generación, en un equilibrio difícil entre un enfoque que pretende ser realista y un afán subyacente de glamour. Diamante en bruto busca mostrar la fragilidad de las máscaras que construimos para nosotros mismos, siguiendo a una juventud atravesada por la ansiedad de la cultura del ego, pero cae en la misma tentación que quiere denunciar.
Diamante en bruto tiene la intención bienintencionada de explorar el signo de los tiempos con un retrato crudo y realista de una adolescente que ha crecido en un entorno que ofrece pocas oportunidades y que lucha por escapar de los márgenes de la sociedad. Sin embargo, la película adolece de una falta de profundidad psicológica y tampoco posee un enfoque demasiado original sobre la manera de abordar la temática ni tampoco en la forma expresiva de contarla.
La protagonista de Diamante en bruto, obsesionada con la imagen y el reconocimiento en las redes sociales, encarna un arquetipo ya ampliamente explorado en el cine contemporáneo: la adolescente alienada y consumista. Su anhelo por una vida de lujo y su disposición a hacer cualquier cosa con tal de alcanzar la fama son elementos reconocibles, pero sin una narrativa que tenga la fuerza necesaria para conmover al espectador.
Decadencia y marginalidad
Diamante en bruto presenta una estética visual sombría y realista, con una fotografía de grano grueso que se usa para acentuar la atmósfera de decadencia y marginalidad. Sin embargo, esta elección formal, aunque eficaz para transmitir un cierto realismo sucio, no logra trascender lo meramente descriptivo. La dirección es adecuada, pero no cautiva ni sorprende.
Uno de los mayores problemas de Diamante en bruto reside en la falta de desarrollo psicológico de los personajes. La protagonista, a pesar de ser el centro de la narración, permanece como una figura plana y unidimensional. Su obsesión por la belleza y el éxito en las redes sociales es presentada como el motor de sus acciones, pero no se profundiza en las causas ni las consecuencias de este comportamiento.
En definitiva, Diamante en bruto es una película que intenta combinar el retrato social y la denuncia moral. Si bien logra captar algunos aspectos de la realidad contemporánea, como la influencia de las redes sociales en la autoestima de los jóvenes o la precariedad laboral, lo hace de una manera poco original y superficial, y de forma tan ambigua que le falta mensaje. La película no ofrece una mirada novedosa ni profunda a estos temas, limitándose a reproducir tópicos ya explorados.
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