Las críticas de Laura Zurita:
Devuélvemela
Un hermano y su hermana descubren un terrorífico ritual en la apartada casa de su nueva madre adoptiva.
Devuélvemela está dirigida por Danny y Michael Philippou con un guion de ellos mismos y Bill Hinzman. En su reparto encontramos a Billy Barratt, Sally Hawkins, Jonah Wren Phillips, Stephen Phillips, Sally-Anne Upton, Mischa Heywood, Sora Wong, Kathryn Adams, Brian Godfrey y Brendan Bacon. La película se estrena en España el 1 de agosto de 2025 de la mano de Sony Pictures.
Fragilidad e impotencia
Devuélvemela es algo tan poco frecuente como una película de terror realmente aterradora. Es el segundo largometraje de unos directores que nos sorprendieron, muy para bien, con Háblame (2022), una cinta centrada en un grupo de amigos adolescentes que descubren cómo invocar espíritus usando una misteriosa mano embalsamada. Lo que comienza como una emoción por experimentar con el más allá, pronto se convierte en una peligrosa adicción, hasta que una de las jóvenes va demasiado lejos y desata fuerzas sobrenaturales aterradoras. Así fue el impresionante debut de Danny y Michael Philippou conocidos por su canal de YouTube, RackaRacka, donde creaban cortometrajes de terror y comedia, lo que les dio una base sólida en efectos prácticos y una visión fresca y visceral para el género de terror. Háblame estaba envuelta en una atmósfera de horror brutal y psicológico, explorando un miedo sutil y profundo. Devuélvemela es la nueva propuesta de estos autores, que desarrolla este concepto, y desenvuelve el terror bajo la superficie, como una amenaza latente, que se acerca más a la angustia que al sobresalto.
La película comienza con la presentación de dos hermanos. Desde el principio, vemos que Andy, el mayor, es protector y cariñoso, y se esfuerza por ofrecer una imagen hermosa y luminosa de la vida a su hermana, Wendy, que tiene una visión reducida. La vida de ambos cambia de rumbo al morir su padre y tener que buscar un nuevo hogar. Laura, su madre adoptiva, los acoge, mostrando un entusiasmo desbordado por la chica, pero una cierta frialdad hacia el chico. En la casa también vive Oliver, un sobrino de la mujer, un niño enigmático, esquivo y con trastornos de personalidad.
De forma paralela a esta presentación, Devuélvemela muestra imágenes incompletas y perturbadoras que apenas sugieren ritos oscuros. Son tan confusas que no sabemos ni su contexto ni su origen, lo que va sembrando una sensación de desazón. La tensión no se construye con trucos y sustos fáciles, sino que se instala en el espectador de manera progresiva. El espectador sabe más que los propios personajes y ve cómo progresan los acontecimientos, una estrategia narrativa que funciona con una eficacia escalofriante.
El escenario de Devuélvemela es esa casa solitaria y decorada con una piscina casi vacía, un espacio donde el dolor parece haber echado raíces. Es el hogar de una madre marcada por la pérdida al que llegan unos hermanos heridos. La película presenta a unos seres humanos que, llenos de cicatrices, parecen unirse en una experiencia de duelo y transcendencia en un momento vulnerable. Solo que entonces la historia toma un rumbo propio, pavoroso y terrible.
Devuélvemela nos recuerda que el terror que involucra a menores, tiene algo que sobrecoge. En ella se le añade un elemento perturbador, que la niña protagonista es casi ciega. Sus referencias al mundo son, por esta razón, incompletas, lo que la convierte en un blanco fácil y nos sumerge en una inquietud constante. Es precisamente esta vulnerabilidad, y la manera en que su entorno la gestiona, lo que se explora de manera magistral.
Se metió en mis sueños
El terror en Devuélvemela no proviene de villanos grotescos, extraterrestres o fenómenos paranormales. En su lugar, la tensión se arraiga en las emociones y los sentimientos más primarios, y en la sensación de impotencia de los personajes que se contagia al espectador. Es un terror que se siente extremadamente desagradable, espeluznante, que se nutre de la angustia psicológica y del dolor humano. El agua, un elemento recurrente, acompaña la narrativa en diversas formas: como una ducha fatídica, lluvia que golpea los cristales, como el fondo inquietante de una piscina vacía, o como metáfora de la inmersión en un dolor que amenaza con ahogarlo todo.
Devuélvemela, advierto, es dura de ver y no es para todos los públicos. Su intensidad emocional y su atmósfera opresiva la convierten en una experiencia cinematográfica que se siente tanto como se mira. De hecho, esta película se metió en mis sueños, literalmente después de haberla visto. Nos confronta con la idea de que el verdadero terror no siempre se esconde en las sombras, sino en las heridas abiertas que nos hacen humanos.
En este contexto, la actuación de Sally Hawkins como Laura está llena de sensibilidad y de una mezcla conmovedora de ternura y egoísmo. Con una fragilidad que le sienta como un guante y su físico, tan particular, Hawkins encarna a su personaje de una manera tan convincente que su dolor se vuelve tangible para el espectador. Su trabajo no solo sostiene Devuélvemela, sino que nos arrastra a una verdad emocional que da profundidad al género. Su interpretación la convierte en una candidata firme para los principales premios de la temporada, sobre todo si se supera esta especie de distancia que se toma la Academia de Hollywood a las películas de género. Los jóvenes actores que la acompañan actúan con sensibilidad y despierta nuestra empatía, en particular Jonah Wren Phillips como Oliver, cuyos ojos parecen contener todo el sufrimiento del mundo
En resumen, Devuélvemela nos llena de un terror que no depende de sustos ni efectismos fáciles. En su lugar, construye una atmósfera opresiva que se nutre de la angustia psicológica y el dolor humano. La trama explora las heridas emocionales de los personajes, especialmente la vulnerabilidad de la protagonista, lo que la convierte en una experiencia perturbadora e intensa. Las actuaciones, en particular la de Sally Hawkins, son sobresalientes y quedan en la memoria.
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