Las críticas de Laura Zurita:
La buena suerte
Pablo decide bajarse del tren en la estación de un pueblo de mala muerte, comprarse un viejo y destartalado piso frente a las vías y comenzar a vivir como si no fuera el reconocido arquitecto que en realidad es. Tal vez esté huyendo de alguien, o de algo, o incluso de sí mismo. En el pueblo todo parece estancado menos Raluca, una mujer optimista abierta a las sorpresas que pueden cambiarte la vida para bien. Ella decidió confiar en su suerte, aunque la vida no siempre le presente su mejor cara. Esta es una historia en la que confluyen el mal y la bondad, el miedo y la esperanza, el amor y el más profundo odio.
La buena suerte está dirigida por Gracia Querejeta, quien también coescribe el guion con María Ruiz, adaptando la novel homónima de Rosa Montero. En su reparto encontramos a Hugo Silva, Megan Montaner, Miguel Rellán, Eva Ugarte, Ismael Martínez, Francisca Horcajo, Álvaro Rico, Josean Bengoetxea y Chani Martín. La película se estrena en España el 6 de junio de 2025 de la mano de Karma Films.
Comienzo intrigante
La buena suerte arranca con un viaje que nace de la impulsividad, donde un hombre, Pablo, decide marcharse a un pueblo perdido. La historia empieza sin preámbulos, para luego investigar las razones de este impulso y las consecuencias que sacudirán su vida. Es un comienzo intrigante que promete desvelar los hilos de un destino incierto. Y es en ese pueblo ignoto donde Pablo busca una nueva identidad, una huida de lo que le atormenta. En esta huida, se topa con Raluca, una mujer vital y un contrapunto vibrante a la pasividad en la que ha caído Pablo. La chispa está ahí, pero la película no llega a encenderla del todo.
Pablo reacciona a un trauma personal, una herida profunda que tiene que ver con los actos de su hijo. Amamos a nuestros hijos, sí, pero aquí vemos que ese amor no es perfecto, que puede doler y desesperar hasta la médula. La buena suerte muestra un cariño marcado por el dolor, que se clava en el alma y deja cicatriz.
Aquí es donde La buena suerte tropieza. La relación paternofilial, que podría haber sido el corazón de la historia, apenas se esboza. El conflicto con el hijo, que promete ser lo suficientemente potente como para hacer zozobrar a un hombre como Pablo, se queda en la superficie. Es una pena, porque esa semilla de desesperación y miedo, ese viaje en soledad del padre, merecía florecer en una trama explorada de manera más profunda.
Historia de amor
Y luego está Raluca. Si bien la actriz (Megan Montaner) posee una presencia cinematográfica innegable y su personaje es encantador, La buena suerte la hace hablar en demasía. Sus frases, que quizás en el libro resuenan con fuerza, en pantalla se sienten un tanto forzadas, como si necesitaran decirnos demasiado sobre ella misma. Resulta difícil creer en la historia de amor que se intenta tejer; simplemente, no encaja. Da la sensación de que se le da más importancia a este romance que a la historia del padre, que, a mi parecer, era mucho más interesante y prometedora.
Hugo Silva, un actor de talento, en La buena suerte parece relegado a un papel apagado por la propia depresión del personaje. Su Pablo termina resultando insípido, distante, y uno se pregunta si no se desaprovecha el potencial de este actor.
En resumen, La buena suerte parte de una premisa poderosa y emocional, pero se queda a medio camino en su desarrollo. Aunque cuenta con actuaciones destacables y momentos de intimidad, no logra profundizar en los conflictos que realmente podrían haberla elevado. Una lástima, porque la promesa de ese viaje interior, de esa búsqueda de escape y redención, queda por explorar.
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