jueves, junio 19, 2025

Crítica de ‘Los Tortuga’: De duelo y desarraigo

Las críticas de Laura Zurita:
Los Tortuga

Anabel tiene 18 años. Vive con su madre, Delia, una taxista chilena emigrada al barrio de Collblanc hace veinte años. Estudia primero de Comunicación Audiovisual en la ciudad de Barcelona. Le costó mucho esfuerzo entrar en la carrera porque la nota de corte es muy alta, pero se esforzó… estudió mucho. Ahora su futuro está a punto de cambiar para siempre. Y aunque Anabel todavía no lo sepa, una carta está a punto de llegar. En ella, la inmobiliaria del piso de alquiler en el que han vivido siempre les informa de que tienen que abandonar definitivamente el piso, ya que el edificio ha sido adquirido por un fondo buitre.

Los Tortuga está dirigida por Belén Funes, quien coescribe el guion con Marçal Cebrián. En su reparto encontramos a Antonia Zegers, Elvira Lara, Mamen Camacho, Pedro Romero, Lorena Aceituno y Estefanía de los Santos. La película se estrenó en cines de España el 23 de mayo de 2025 de la mano de A Contracorriente Films.

Los TortugaHistoria pequeña con ecos profundos

Los Tortuga cuenta una historia pequeña, íntima, pero con ecos profundos. Delia y Anabel son madre e hija, unidas por la pérdida y tensionadas por la precariedad. Julián, esposo de una y padre de la otra, acaba de morir, y ese vacío lo transforma todo: no solo el día a día, también el modo en que ambas se relacionan con el pasado, con el futuro y entre ellas. Es una coproducción hispano-chilena, con el estupendo bonus de que tenemos en su reparto a la espléndida actriz Antonia Zegers.

En Los Tortuga, Delia (Zegers) conduce un taxi en Barcelona. Emigró desde Chile y, aunque alguna vez tuvo formación profesional, hoy sobrevive como puede. Anabel (Elvira Lara), con sus 18 años y sus estudios de Comunicación Audiovisual, intenta encontrar su lugar sin renegar del duelo. Mientras una se encierra en la negación, la otra intenta crearse una vida aparte del dolor. A eso se suma un conflicto que no da tregua: la inmobiliaria les exige desalojar el piso. La ciudad, siempre llena de promesas, amenaza de pronto con engullirlas.

La directora Belén Funes retoma aquí el realismo que tan buen resultado le dio en la estupenda La hija de un ladrón. Usa una estética hecha de cercanía: planos cerrados, escenas silenciosas, ritmo pausado, y confía en la mirada, en los gestos, en los silencios más que en planos sofisticados o sorprendentes. Los Tortuga hace brillar a Zegers desde la contención, y a Lara, en su primer papel, en su naturalidad. Entre ambas la directora despliega una relación compleja: hay momentos de ternura, pero también de heridas antiguas que nunca se cerraron del todo. Es un amor que duele, pero no por ello menos profundo.

Los Tortuga transcurre entre dos paisajes bien distintos. Por un lado, la Barcelona real, la que no aparece en el glamour de los folletos turísticos: una ciudad gris, dura, funcional, donde se trabaja mucho y se descansa poco. Por otro, los olivares y caminos rurales de Jaén, tierra de origen de la familia paterna, donde aún queda un aire de pertenencia. El contraste es geográfico, pero también de ambiente, el choque entre lo que fue y lo que apenas se sostiene.

Los Tortuga se echan el mundo a la espalda

El título encierra una metáfora poderosa. “Tortuga” es como se llamaba, en algunos pueblos andaluces, a quienes se marchaban con una gran mochila a la espalda: los que se iban con la casa encima, con todo lo vivido a cuestas. Esa imagen lo dice todo. Delia y Anabel arrastran mucho más que un duelo. Llevan también el peso de una historia familiar truncada, de una emigración que no termina de asentarse, de una precariedad que ahoga.

Los Tortuga habla de vínculos y de ausencias, de la carga de los afectos y de la fuerza que a veces surge cuando todo tambalea. Es una historia sobre mujeres que sostienen, aunque no sepan bien cómo.  Es cine social contemporáneo, que retrata las circunstancias socioeconómicas, a través de la lente una profunda empatía con sus personajes.

El corazón de Los Tortuga está en sus dos protagonistas y en la manera en que se enfrentan, desde lugares muy distintos, al mismo dolor. Antonia Zegers compone una Delia seca, contenida, acostumbrada al agotamiento. Una mirada dura o un silencio sostenido le basta para transmitir el peso de los años vividos a contramano. Elvira Lara, en cambio, aporta frescura, intensidad y ganas de vivir, a pesar de todo. Quiere a su madre, agudamente consciente de su fragilidad.

En resumen, Belén Funes nos entrega en Los Tortuga un realismo íntimo sobre el duelo y la precariedad. A través de las fuertes interpretaciones de Zegers y Lara, la película explora la compleja relación maternofilial en medio de la adversidad. La película revela cómo las heridas y el peso de una historia familiar marcada por la emigración y la precariedad pueden esconderse, pero no desaparecen. Los Tortuga es un conmovedor retrato de la supervivencia en difíciles circunstancias.


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Los Tortuga

6.6

Puntuación

6.6/10

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