lunes, junio 16, 2025

Crítica de ‘Estocolmo 1520. El rey tirano’: Una historia medieval con mucha imaginación

Las críticas de Laura Zurita:
Estocolmo 1520. El rey tirano

En 1520, el infame rey danés Cristián II (Claes Bang), sediento de poder, está decidido a arrebatar la corona sueca a Sten Sture (Adam Pålsson), cueste lo que cueste. Entre tanto, las hermanas Freja (Alba August) y Anne (Sophie Cookson) prometen solemnemente vengarse de los hombres que asesinaron brutalmente a su familia. Todo llega a su punto álgido en el corazón de Estocolmo, donde las hermanas se ven arrastradas a una despiadada lucha política entre Suecia y Dinamarca que culmina en una ejecución masiva, presidida por el rey loco «Cristián el Tirano», conocida como el Baño de Sangre de Estocolmo.

Estocolmo 1520: El rey tirano está dirigida por Mikael Håfström sobre un guion de Nora Landsrød y Erlend Loe. En su reparto encontramos a Sophie Cookson, Claes Bang, Alba August, Mikkel Boe Følsgaard, Jakob Oftebro, Thomas Chaanhing, Adam Pålsson, Wilf Scolding, Kate Ashfield y Ulrich Thomsen. La película se estrena en  España el 16 de mayo de 2025 de la mano de Filmax.

Crítica de ‘Estocolmo 1520. El rey tirano’: Una historia medieval con mucha imaginaciónRecreación muy libre de un momento histórico

Estocolmo 1520: El rey tirano es una ambiciosa coproducción nórdica que recrea, con muchas libertades y mucha espectacularidad, un momento crucial de la historia sueca. Rodada principalmente en inglés y ambientada en localizaciones europeas que evocan el Estocolmo del siglo XVI, la película se presenta como una superproducción que prioriza el impacto visual por encima del rigor histórico.

El título original de Estocolmo 1520: El rey tirano (Stockholm Bloodbath), de hecho, se refiere al llamado Baño de Sangre de Estocolmo de 1520, un episodio en el que el rey danés Cristián II, tras conquistar Suecia, incumplió su promesa de amnistía y ordenó la ejecución de decenas de nobles y clérigos suecos, en plena lucha por el control de la Unión de Kalmar. La película entrelaza este trasfondo histórico con una trama ficticia centrada en dos hermanas nobles suecas, Freja y Anne, quienes sobreviven a la masacre de su familia y juran venganza. Estas figuras femeninas funcionan como anclaje emocional para el espectador, aportando además una perspectiva femenina y feminista a un momento histórico donde los varones dominaban el relato.

Para disfrutarla, es crucial acercarse a Estocolmo 1520: El rey tirano como una obra de ficción inspirada en hechos reales, más que como una reconstrucción rigurosa del pasado. La película toma como referencia a las grandes superproducciones hollywoodenses, incorporando elementos anacrónicos con fines dramáticos. Se advierten influencias estilísticas de cineastas como Tarantino o Guy Ritchie, visibles tanto en el uso de pantallas partidas y encuadres inusuales como en la estilización fantasiosa de la sangre y la violencia. Estas decisiones buscan dinamizar la narración e impactar visualmente, lo que hace la película atrayente y entretenida.

En cuanto al guion, Estocolmo 1520: El rey tirano adopta un enfoque marcadamente maniqueo, con personajes claramente buenos o malvados, en una clave casi operística. Esta simplificación convierte lo que podría haber sido un drama histórico complejo en una cinta de acción con tintes de cómic. Aunque el cine histórico puede ser un marco idóneo para explorar temas como la venganza y la redención, en este caso el énfasis en la acción y el exceso de polarización diluyen la potencia emocional del relato. Estocolmo 1520: El rey tirano oscila entre el drama, la comedia burlesca y un polaridad entre suecos y daneses casi paródica, lo que produce una notoria falta de equilibrio tonal. Aunque se aprecia una voluntad de originalidad, las inconsistencias narrativas impiden que la obra alcance todo su potencial.

Crítica de ‘Estocolmo 1520. El rey tirano’: Una historia medieval con mucha imaginaciónRitmo ágil

La dirección de Estocolmo 1520: El rey tirano destaca por su ritmo ágil y una puesta en escena visualmente impactante. Las secuencias de acción están coreografiadas con precisión, priorizando el espectáculo por encima del realismo. La fusión de la intriga política con estas escenas bélicas busca mantener el interés, aunque el resultado final es irregular. Los cambios de tono, los pasajes humorísticos y los saltos temporales afectan a la inmersión, y algunas subtramas mal desarrolladas entorpecen el foco narrativo principal. En última instancia, la película parece más interesada en deslumbrar que en ofrecer una narración sólida y coherente.

Técnicamente, le saca un partido excelente a un presupuesto muy elevado. La fotografía de Pär M. Ekberg utiliza una paleta sombría que resalta los paisajes invernales y potencia la crudeza de la violencia. La dirección de arte propone una versión estilizada y a veces fantasiosa de la Suecia del siglo XVI, con licencias evidentes en vestuario y armamento. La edición ágil y las cuidadas coreografías convierten las ejecuciones y combates en espectáculos visuales, con una estética más cercana a la fantasía épica que al drama histórico.

En cuanto al reparto, los intérpretes dan cuerpo a personajes apenas esbozados en el guion. Sophie Cookson y Alba August encarnan con convicción a dos guerreras movidas por el deseo de venganza. Emily Beecham ofrece una interpretación sólida como Kristina Gyllenstierna, una reina resistente en un entorno hostil. Claes Bang, aunque carismático, está cercano a la caricatura de Cristián II, posiblemente inducida por una dirección que privilegia lo operístico sobre lo matizado. El resto del elenco cumple con eficacia, aunque algunas sobreactuaciones refuerzan la idea de una dirección homogénea y poco sutil, coherente con el tono general de la obra.

En definitiva, Estocolmo 1520: El rey tirano es una película grandilocuente y visualmente poderosa, que transforma un episodio histórico en una fábula de acción estilizada. Aunque ofrece momentos de impacto y una factura técnica impecable, su tratamiento superficial de la historia y su tono irregular dificultan una conexión profunda con el espectador. Un espectáculo eficaz, sí, pero más preocupado por impresionar que por conmover o hacer reflexionar.


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Estocolmo 1520. El rey tirano

5

Puntuación

5.0/10

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