Las críticas de Laura Zurita:
El baño del diablo
Austria, siglo XVIII. Pueblos rodeados de profundos bosques. En lo alto de una colina, una mujer ha sido ejecutada y expuesta a la vista de todos tras matar a un bebé. Como prueba. Como advertencia. ¿Cómo un presagio? Agnes, profundamente religiosa y muy sensible, se casa con su amado Wolf y se prepara cándidamente para una vida de esposa. Poco después, su cabeza y su corazón empiezan a sentirse pesados. Día tras día, se ve cada vez más atrapada en un camino turbio y solitario que la conduce a malos pensamientos. Quizá, no sólo pensamientos.
El baño del diablo ha sido dirigida por Veronika Franz y Severin Fiala, con un guion también escrito por ellos mismos. El reparto principal está encabezado por Anja Plaschg, junto a David Scheid y Maria Hofstätter La película se estrena el 15 de noviembre de 2024 en España de la mano de Caramel Films.
Minuciosa reconstrucción histórica
El baño del diablo nos transporta a un mundo rural en un pasado ya muy lejano, creando al mismo tiempo una minuciosa reconstrucción histórica y un universo visualmente impactante y psicológicamente perturbador. Franz y Fiala construyen atmósferas densas y tan rigurosas y detalladas como un cuadro de Jean-François Millet. En El baño del diablo, cada plano y cada sonido contribuye a crear un mundo inquietante y alienante.
La película empieza de manera impactante. En silencio, de manera breve y con pocas explicaciones, se nos narran unos hechos espantosos que golpean al espectador en el centro de la sensibilidad. Entonces, sin transición, comienza la narración de la vida de Agnes, una mujer sencilla e ingenua que vive en un entorno profundamente rural. Su mundo es pequeño y tranquilo, Agnes solo desea tener una vida tranquila y formar una familia, pero sus anhelos se ven truncados de una manera que le cuesta comprender. Su historia se ve entrelazada conn una serie de eventos perturbadores que la llevarán en direcciones que nunca habría imaginado.
El guion, escrito por las propias directoras, transmite muchas ideas usando imágenes más que palabras, sobre todo en aquellos aspectos de la vida que Agnes no tiene palabras para describir. El baño del diablo es lineal en su estructura, y nos convierte en espectadores de una vida y testigos de cómo Agnes va cayendo en una situación de manera inevitable y fatídica. La ambientación está cuidada al detalle, transportándonos a un mundo que no conocemos bien, austero y pegado a la tierra, y que en ocasiones puede parecernos brutal. La fotografía, sobria y opaca, acentúa la sensación de aislamiento y desasosiego.
Ritmo irregular
Pero precisamente el cuidado y el detalle con el que los directores de El baño del diablo describen el mundo de Agnes hacen que la narración se detenga y se pierda el ritmo narrativo. Tras un impactante inicio que cautiva y horroriza al espectador a partes iguales, el ritmo cae dramáticamente, por lo que al espectador puede resultarle difícil mantener el interés. De hecho, la impresión que puede dar es que la película ha perdido el hilo y le cuesta recobrar la historia. Es en ese tramo donde se le exige al espectador paciencia y dedicación, porque durante mucho tiempo parecemos haber abandonado cualquier historia y la conexión con la primera parte.
El guion de El baño del diablo se recupera después de un tiempo, y en la última parte de la película toda la complejidad se revela como tendente a una terrible conclusión. La película es muy hermosa y está muy bien rodada, pero ese tramo medio le hace perder ritmo. Probablemente un trabajo de montaje más cuidadoso evitaría muchas de las escenas de transición y la haría más dinámica e interesante. La película se ha vendido como de terror, pero es más terrible que terrorífica. Posiblemente drama psicológico sea una mejor clasificación, aunque la estética de la película se acerque claramente a las historias de género.
Las actuaciones son sobresalientes. Anja Plaschg entrega una interpretación conmovedora y llena de sensibilidad, plasmando la transformación de Agnes de la inocencia a la angustia de manera progresiva y creíble. El resto del elenco complementa su actuación con interpretaciones sólidas, y eso es un acto de profesionalidad teniendo en cuenta un guion minimalista que se basa en pocas palabras y mucha actuación física y a través de las miradas..
En resumen, El baño del diablo establece una interesante relación entre forma y contenido, donde la estética visual se convierte en un personaje más. Sin embargo, su detallada apuesta por una descripción de mundo rural detallada y lenta da lugar a un ritmo irregular que dificulta el disfrute de la película.