Las críticas de Daniel Farriol:
Ciclo-Retrospectiva – Italia violenta. El cine policiaco italiano.
La policía agradece (1972)
La policía agradece (La polizia ringrazia / Execution Squad) es un thriller político italiano que está dirigido por Stefano Vanzina (Steno) (Guardias y ladrones, Totò contra los cuatro), quien también coescribe el guion junto a Lucio De Caro. La historia sigue a un comisario que confronta la escalada de la delincuencia en la ciudad al mismo tiempo que surge un grupo organizado que se dedica a tomarse la justicia por su cuenta.
Está protagonizada por Enrico Maria Salerno, Mariangela Melato, Mario Adorf, Franco Fabrizi, Cyril Cusack, Laura Belli, Jürgen Drews y Corrado Gaipa. La película ha podido verse en el Festival de San Sebastián 2024 dentro de la Retrospectiva Clásica que han dedicado al poliziesco italiano.
El nacimiento de un subgénero europeo como alternativa al policíaco estadounidense
Con mucha frecuencia se comenta que La policía agradece es la película que originó el subgénero poliziottesco o poliziesco all’italiana, aunque ya se habían realizado otras incursiones anteriores en el cine policíaco con características similares, pero sí que es cierto que este filme propuso una alternativa europea a modo de espejo inverso que se distanciaba ideológicamente del cine estadounidense que se estaba desarrollando durante aquella época con héroes justicieros al estilo de Harry Callahan, interpretado por Clint Eastwood, o Paul Kersey «El vengador anónimo», interpretado por Charles Bronson.
El director romano Stefano Vanzina, cuyo nombre artístico era Steno, sorprendió con esta aproximación al thriller político cuando su filmografía estaba compuesta generalmente por comedias populares protagonizadas por Totò, Alberto Sordi o Bud Spencer. Aquí quiso plantear un fascinante debate en torno a la ley y la justicia a través de las andanzas de un íntegro comisario de policía que se siente incapacitado por las leyes para hacer su correctamente su trabajo y que debe enfrentarse a un grupo organizado de expolicías que han decidido tomarse la justicia por su cuenta para acabar con la delincuencia en las calles.
Por desgracia, el interesante punto de partida se ve perjudicado por una puesta en escena ramplona y sin garra que subraya sus ideas mediante interminables diálogos que paralizan la acción en muchos momentos.
Confrontación ideológica
El protagonista del filme es el Comisario Bertone (Enrico Maria Salerno), un veterano policía que tras 25 años de servicio persiste en el cumplimiento de las leyes dentro del marco institucional pese a considerar que han quedado obsoletas y resultan insuficientes para controlar la creciente delincuencia que asola en el país. El «sistema» no funciona, pero sigue creyendo que es la única forma de luchar contra el crimen y no cae en la tentación justiciera de, por ejemplo, un Harry El Sucio que decide mejorar las cosas desde dentro mediante métodos expeditivos que rayan el abuso de poder.
El camino en equidistancia paralela que surge entre ambos personajes se acrecienta al enfrentarse a un grupo organizado que hastiado por la incapacidad policial decide tomarse la justicia por su mano bajo el lema del «ojo por ojo», algo que también era el tema central de Harry El Fuerte (Ted Post, 1973), estrenada «casualmente» un año después de La policía agradece. Mientras el reaccionario Harry se enfrentaba a los díscolos de la justicia utilizando sus mismos métodos, pero auspiciado por la legalidad de la institución policial, el bueno de Bertone se mantiene firme en sus convicciones éticas convertido en un especie de héroe incorruptible.
Sin embargo, su integridad moral se resquebraja en varios momentos y su forma de pensar deja cierto tufillo igual de reaccionario al de Harry, por ejemplo, en la secuencia del autobús donde alecciona a un grupo de periodistas en un viaje nocturno por Roma donde a modo del taxista Travis Bickle muestra su desprecio hacia lo que considera la purria de la sociedad (prostitutas, travestis, etc). Solo le falta soltar aquello de »algún día llegará una verdadera lluvia que limpiará las calles de esta escoria».
Lo político y lo populista
La policía agradece camina por arenas movedizas en su ambiguo debate ideológico que sitúa al espectador entre el izquierdismo buenista que facilita la impunidad criminal en su defensa de los derechos humanos y una derecha fascista cuyo ideario vengativo se convierte en la antesala de un golpe de estado. Sin término medio entre ambas posturas extremistas el desenlace final para el ciudadano de a pie resulta desalentador y pesimista, la reflexión es que vivimos en un mundo de ideología cíclica donde el sistema se convierte al mismo tiempo en problema y solución, sin margen para un cambio perecedero.
La policía agradece obtuvo buenas críticas y se alzó con la Concha de Plata en el 20º Festival de San Sebastián, pero es un poliziesco bastante irregular cuya mayor virtud es tratar de realizar un acercamiento político adulto a un género que en los Estados Unidos había adquirido adeptos usando una violencia desmedida deudora del cine de explotación. Ese recurso populista para llamar la atención del espectador sobre la problemática de la delincuencia y las maneras de combatirla caló hondo en el espectador medio y aún sigue en boga a través de personajes que han tomado el relevo de los Callahan de turno para actualizar los parámetros del thriller.
Paradójicamente la mejor secuencia de este poliziesco de Steno no es ninguna de las reflexiones verbalizadas antes citadas sino una vibrante persecución por carretera que termina de forma brutalmente inesperada. Sin duda, ese es «el momento» de esta película.
¿»Los criminales no nacen, se hacen»?
Otro aspecto desaprovechado es el papel de la prensa, testigo cómplice que cuestiona el trabajo policial y defiende posturas extremistas asumiendo el falso papel del pueblo cuando, en realidad, todos sabemos que es un cuarto poder al servicio de otros poderes fácticos. El rol de Sandra (Mariangela Melato), joven e idealista periodista que suelta frases como «los criminales no nacen, se hacen», queda desdibujado en el instante que se insinúa una relación más allá de lo profesional entre ella y el comisario. Es una argucia de guion que no sale bien, el policía aprovecha para pasarle información en privado y, por tanto, el concepto de compromiso ético que abandera queda, otra vez, en entredicho.
Por tanto, el guion de La policía agradece funciona por ese planteamiento de enfrentamiento social tan reconocible, pero se enreda en las contradicciones internas que evidencian los personajes. Tampoco ayuda a mantener nuestra entera atención en la película la frialdad en la dirección y una acción inconstante que provoca un ritmo arrítmico bastante diferente al de otros poliziottescos. Le salva un final antológico en el jardín del Superintendente Stolfi (Cyril Cusack) que vuelve a incidir en un pesimismo recalcitrante para hablarnos sobre la imposibilidad de cambiar las cosas. El filme tendría una especie de secuela en Roma a mano armada (Umberto Lenzi, 1976).
El tema de los justicieros y vigilantes anónimos acabaría siendo una constante en el poliziottesco y el policíaco en general hasta el punto que se puede considerar un subgénero en sí mismo, un claro ejemplo inspirado en esta película sería Los jueces de la ley (Peter Hyams, 1983). En definitiva, se trata de un filme con mayor interés coyuntural que cinematográfico que ha envejecido mal pese a proponer un análisis sociopolítico que sigue vivo en la actualidad.
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