Las críticas de Daniel Farriol en el 77 Festival de Locarno:
Akiplėša (Toxic)
Akiplėša (Toxic) es un drama lituano que está escrito y dirigido por Saulė Bliuvaitė (Izaokas). La historia gira en torno a Marija y Kristina, dos chicas de 13 años que sueñan con escapar de la cruda realidad de su ciudad industrial, formando un vínculo único en una escuela local de modelos, donde la promesa de una vida mejor empuja a las chicas a modificar sus cuerpos de formas cada vez más extremas. Está protagonizada por Vesta Matulyte, Ieva Rupeikaite, Giedrius Savickas, Egle Gabrenaite y Vilma Raubaitė. La película ha podido verse en la sección Concorso Internazionale de Locarno Film Festival 2024 donde ha obtenido el Leopardo de Oro a la mejor película y a la mejor ópera prima.
El negocio de la probreza
Akiplėša (Toxic) es un coming of age que narra la amistad entre dos adolescentes de 13 años en un entorno de desesperanza económica, pero también es un retrato contundente sobre la cultura de la imagen y el culto al cuerpo como forma de integración social. La trama sigue a Marija y Kristina, dos niñas que no pueden ser más distintas entre sí, la primera retraída y con problemas de autoestima por el bullying que sufre debido a su cojera, mientras que la segunda es vivaz, extrovertida y un poco impetuosa. Tras un primer encuentro que acaba con una fuerte discusión a golpes acerca de unos tejanos robados, las dos niñas acabarán complementándose la una a la otra, formando un tándem inseparable que les permitirá afrontar con mayor determinación el caos de la adolescencia.
La joven directora lituana Saulė Bliuvaitė utiliza sus propios recuerdos para realizar un retrato áspero sobre una juventud sin esperanza donde la única salida se convierte en una cochambrosa agencia de modelos. Allí prometen a las chicas una vida de ensueño trabajando en el extranjero a cambio de ciertos sacrificios económicos y corporales que les obligan a mantener sus cuerpos siempre delgados y esbeltos. Esta agencia de modelos, en realidad una nave vacía con unas pocas fotografías colgadas en las paredes, es la representación del capitalismo más feroz que se aprovecha de las dificultades y exprime a la gente sin recursos.
Se podría denominar como «el negocio de la pobreza» en el que se promete una salida casi imposible a personas que ya no tienen nada que perder. En este caso, es la promesa de desfilar en Tokio o París, en otras ocasiones puede ser jugar en un equipo de fútbol o participar en una película, y eso cuando no entran en juego las mafias de trata de blancas, etcétera, que tienen un funcionamiento similar para la captación de chicas en entornos rurales conflictivos.
De la ternura a la brutalidad
El título adquiere dos connotaciones lingüísticas. La palabra intraducible del lituano Akiplėša hace referencia a actitudes desvergonzadas de personas que literalmente podrían sacarte los ojos, la suelen utilizar personas mayores para reñir a los niños traviesos. En su presentación internacional se ha optado por usar la palabra Toxic que pone el foco en las relaciones tóxicas entre las personas y en la forma que nos enfrentamos a situaciones perjudiciales para nosotros mismos casi sin advertirlo.
Eso nos lleva a la parte más salvaje de la película que es cuando Marija y Kristina transforman su cuerpo en pos de conseguir el sueño de ser modelos. Para esas secuencias Saulė Bliuvaitė se muestra directa, acerca su cámara sin tapujos y nos obliga a confrontar situaciones desagradables junto a sus jóvenes protagonistas. Éstas adquieren actitudes bulímicas para mantener el peso como si formasen parte del Club Zero (Jessica Hausner, 2023), la cuál precisamente era la Presidenta del Jurado que premió la película; colocándose piercings al estilo de un body horror como American Mary (Jen Soska y Sylvia Soska, 2012); o ingiriendo un huevo de taenia («solitaria») para que el bicho crezca en su intestino y les impida engordar.
Curiosamente el estilo narrativo de la directora cambia de manera abrupta cuando afronta este tipo de escenas utilizando una cámara intrusiva que se muestra mucho más distante en el resto de escenas. Esa dualidad resulta extraña porque la película, en muchos momentos, parece querer alejarse de la toxicidad que envuelve a las chicas para centrarse en los aspectos positivos de su relación, sin embargo, el impacto de la película acaba llegando en sus momentos más crudos.
Algo de luz en una ciudad sin esperanza
La frialdad escénica inherente a la nueva ola del cine griego que lideran Lanthimos, Avranas, Lygizos o Tsangari se siente como una de las mayores referencias para el tratamiento visual y cromático con que Saulė Bliuvaitė impregna su Akiplėša (Toxic), pero ella misma se encarga de afirmar que otra gran influencia para su cine es el indie norteamericano de enfants terribles como Harmony Korine o Sean Baker.
Y cierto es que hay algo de todo eso, incluso también de una postura autoral que se mimetiza con otras propuestas que abordan la adolescencia en entornos difíciles, una especie de subgénero en sí mismo que encanta a los programadores de festivales, pero como decíamos antes, Saulė Bliuvaitė prefiere buscar la luz entre la mugre y centrarse en sus dos protagonistas sin caer en el simplismo o reflexiones de baratillo, probablemente porque algunas situaciones están extraídas de su propia realidad. Por eso es una pena que no vaya más allá y la impresión final es que la película se queda varada al igual que les sucede a los personajes en esa ciudad gris.
Akiplėša (Toxic) es un filme interesante sobre la adolescencia, a veces duro, a veces delicado, que retrata con inteligencia la incomodidad con el propio cuerpo, la necesidad de pertenencia o la incertidumbre ante un futuro desalentador. Es también un retrato oscuro sobre una sociedad en declive dependiente del capitalismo económico, la competitividad y la cultura del éxito.
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Akiplėša (Toxic)
