Las críticas de Óscar M.:
La piscina
Con la esperanza de recuperarse y volver al deporte profesional, un padre convence a su familia de que la fabulosa piscina del jardín de su nuevo hogar será divertida para los niños y le servirá a él como terapia física. Pero un oscuro secreto del pasado desatará una fuerza malévola que arrastrará a toda la familia a las insondables profundidades del terror más asfixiante.
La película está basada en el aclamado corto del mismo nombre de 2014 de Rod Blackhurst y Bryce McGuire, y está protagonizada por Wyatt Russell, Kerry Condon, Amélie Hoeferle y Gavin Warren. Ha sido escrita y dirigida por Bryce McGuire y producida por James Wan y Blumhouse, la productora de Jason Blum.
La piscina se estrena el viernes 9 de febrero de 2024, exclusivamente en cines, de la mano de Universal Pictures.
Maldita piscina
La productora Blumhouse está produciendo una nueva generación de películas de terror que mantiene al género en mitad de una cartelera dividida entre secuelas, recuelas y nuevas versiones. En esta ocasión nos presenta una piscina privada empeñada en acabar con los habitantes de la casa anexa, para lo cual la película tira de todo el imaginario cinematográfico existente.
Ya partimos de un elemento como el agua, el cual causa respeto a cierta parte de la población humana, por lo que la premisa ya provocará angustia en el público antes de sentarse en la sala y es un buen punto de partida para que la audiencia esté preparada ante ahogadillas imprevistas.
Hay que sumarle una gran cantidad de referencias cinematográficas, pretendidas o no, que animan la escasa hora y media que dura La piscina. Es imposible hacer una película donde haya agua y que el público no recuerde inmediatamente a Tiburón, pero también hay detalles de Poltergeist, Creepshow 2, El resplandor, la saga Amityville o The ring, parece que el director y también guionista ha decidido homenajear al género, aunque lo ha hecho de manera muy sutil.
Poltergeist acuático
El guión de La piscina no puede ser más simple y, a la vez, más coherente, no hay mucho dónde rascar cuando el villano principal es una piscina y la única manera que tiene de acabar con los seres humanos es a través del agua. Pero el guionista aprovecha muy bien sus recursos para no repetirse e inventar nuevas maneras de que los protagonistas acaben bien hundidos.
El Baño nocturno (traducción literal del título original, Night swim) pierde un poco de fuelle cuando la mayoría de las escenas se desarrollan a la luz del día, por lo que éste es uno de los extraños casos en los que el título español mejora al original. McGuire (que basa este largometraje en su propio corto) es consciente de ello y recurre a un barro fangoso, apagar las luces o al cubrepiscinas para recuperar esa oscuridad acuática profunda que tanto pánico nos da al estar dentro del agua.
La historia mantiene bien la tensión durante el metraje aunque se trate de una película con un corte muy clásico y una estructura que no deja lugar a la improvisación argumental. A su favor está la reducida duración, que evita que el guión se pierda demasiado entre los dramas familiares y vaya directamente al fondo de la maldición.
Una alberca terrorífica
La cuidada edición, los estudiados encuadres y la meticulosa planificación consigue elevar la tensión de las escenas y compensar visualmente a unos excesivamente digitales y escasos efectos especiales, que estaban más elaborados en el episodio «The water of Mars» de la serie Doctor Who que en esta película. En ocasiones llegan a causar el efecto contrario al deseado, puesto que el maquillaje no consigue transmitir el suficiente terror.
El director consigue unas interpretaciones naturales aunque ni los actores dan lo mejor de sí mismos ni los personajes lo permiten. La fantasía de la familia perfecta es, en realidad, un espejismo que sí se consigue transmitir más a través del desarrollo argumental que por las actuaciones o una inexistente evolución de los personajes.
A pesar de estos aspectos donde la película se mueve en suelo resbaladizo (hay que tener en cuenta que es el primer largometraje del director), los sustos están bien elaborados y situados correctamente dentro de la trama, son efectivos sin abusar ni sobrecargarla.
La piscina cubre las expectativas y es capaz de mantener un ambiente de tensión adecuado durante su duración. A pesar de lo limitado de su premisa, consigue que el espectador aguante hasta la resolución final sin tener que contener la respiración y que se quede con ganar de conocer el origen místico del lugar, algo a lo que el director ya está abierto en el caso de que se produzca una secuela.
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