sábado, abril 27, 2024

Crítica de ‘El castillo’: La decadente belleza del aislamiento

Las críticas de Laura Zurita:
El castillo

Tras trabajar como empleada doméstica toda su vida, Justina hereda de su antigua empleadora una enorme mansión en medio de las pampas argentinas. La única condición es que jamás la venda. En este moderno cuento de hadas, Justina y su hija Alexia enfrentarán los desafíos de mantener viva esa promesa.

El castillo está dirigida por Martín Benchimol y protagonizada por Justina Olivo y Alexa Olivo, que interpretan una cierta versión de sí mimas. La película se estrena en España el 6 de octubre de 2023 de la mano de A Contracorriente Films.

Crítica de ‘El castillo’: La decadente belleza del aislamientoDrama documental

El cine documental es considerado a veces como algo menor, comparado con los largometrajes de ficción. Nada más lejos de la realidad, en mi opinión, porque un buen documental requiere un trabajo de realización tan importante como una ficción, y puede obtener resultados profundos e inolvidables. En los últimos años hemos visto documentales enérgicos, con personalidad propia, y algunos de los más interesantes exploran la frontera entre ficción y no ficción, entrando más o menos sigilosamente en el terreno de lo que se ha dado en llamar docudrama.

El castillo se mueve con destreza entre el documental y el drama en un juego que permite toda la naturalidad y la frescura de actores no profesionales que interpretan sus propias vidas, pero en el que la historia fluye y atrapa, con un arco dramático bien dibujado. Del documental se toma la estética, con unas imágenes hermosamente simples, que remedan a veces los videos domésticos, y a veces parecen surgidos de un sueño o de un cuento. Del drama, la tersura de la acción, estamos viendo una historia bien contada, sobre unos personajes claramente definidos, y aunque la narración no se apresura, sí que mantiene nuestro interés y nuestra atención.

La primera parte es la más claramente documental, mostrando la vida diaria de madre e hija. En el fastuoso marco de El castillo, las carencias económicas acechan. No hay dinero para el mantenimiento de la vivienda, y poco para la vida diaria. Ambas mujeres se sienten cómodas en el castillo, y tener más espacio para cada una que la mayoría de las familias sueñan con tener nunca. Sin embargo, hay una diferencia entre ellas. La madre parece sentirse a gusto en un ambiente en le que ha pasado toda su vida, y si le pesa el aislamiento lo resuelve con un sueño de cambio de situación (un hombre del que nada sabemos habla con ella de futuro en el teléfono). La hija tiene más contacto con el mundo y sueños que van más allá de su predio.

Salimos poco del edificio, erguido y aislado en el paisaje, un entorno del que no salimos jamás. El Castillo nos presenta una especie de universo destartalado y brumoso, cerrado alrededor de un castillo sin príncipe ni hadas. En vez de un príncipe azul, una voz al lado del teléfono, y en lugar de una princesa en una carroza, una chica que sueña con terrenales motores.

De fuera vienen la voz del teléfono, algún cliente y la familia de la anterior dueña del castillo, que aparece creer poseerlo de alguna forma y que esté en manos de Justina temporalmente y por casualidad. El contraste entre su apariencia, su expresión corporal y la atmósfera que los rodea contrasta de manera flagrante con la Justina y Alexa, a las que tratan con un paternalismo bonachón, que nos dice mucho de la sociedad en la que viven. Está muy claro dónde está la simpatía de la directora, y probablemente la del espectador.

Crítica de ‘El castillo’: La decadente belleza del aislamiento

Sacar la vida escondida

La decisión de Justina, con la que termina la película, nos arrebata el final que querríamos, pero es que El castillo no tiene vocación de historia mágica ni ejemplar, sino de ser un fragmento de vida, imprevisible y espontánea, y desde luego, lo consigue.

El viejo palacio venido a menos en el que viven es un edifico sugerente. Enorme, soleado o brumoso, en medio de sus enormes jardines, es hermoso a pesar de su plácida decrepitud. El lujo de su diseño, su amplitud y tamaño contrasta con el lastimoso estado en el que se encuentra, con desconchones, goteras y, en general, una necesidad urgente de mantenimiento. No sorprendería en absoluto ver a un fantasma de infausto destino recorrer los pasillos, un Fantasma de los Baskerville argentino, venido a menos y decadente. Todo ello se recoge con una fotografía detallada y minuciosa, que no busca el glamour, sino sacar a la superficie la vida escondida, ya sea en las personas o en las piedras.

Justina y Alexa son una pareja sorprendente y bien avenida, y actúan con naturalidad. La madre tiene esa dignidad callada que se ve a menudo entre los indígenas, y la hija parece explotar de energía contenida, aunque en su encierro parezca a veces lenta. La dirección de actores ha sabido hacerlas una hermosa versión de sí mismas, y expresan mucho en sus cortos diálogos y sus largos silencios.

El castillo es una obra hermosa e intensa, entre el documental y el drama, sobre un castillo de cuento y dos personas de carne y hueso. Con su tiempo mesurado, una fotografía detallada y minuciosa y sus protagonistas que brillan con luz propia, es toda una sorpresa y un placer.


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El castillo

7.5

Puntuación

7.5/10

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