Las críticas de Laura Zurita:
Una cuestión de honor
Aissaa, un joven oficial, pierde trágicamente la vida durante un nuevo ritual de iniciación en la prestigiosa academia militar francesa de Saint Cyr. Mientras prepara el funeral de Aïssa, su familia descubre que el ejército se niega a asumir la responsabilidad. Ismaël, su rebelde hermano mayor, tratará de mantener unida a la familia mientras buscan justicia para Aïssa.
Una cuestión de honor está dirigida por Rachid Hami e interpretada por Karim Leklou, Shaïn Boumedine, Lubna Azabal (premiada como Mejor Actriz en la Seminci (Valladolid) por El caftán azul, Incendies), Laurent Lafitte y Samir Guesmi. La película se estrena en España el 4 de agosto de 2023 de la mano de A Contracorriente Films y Sherlock Films.
Una doloroso caso real
Lo más desgarrador de Una cuestión de honor es que está estrechamente relacionada con la muerte del hermano del director, que murió a causa de unas mal llamadas novatadas, lo que es en realidad un homicidio. De esta experiencia y este dolor nace una película en la que subyace un mar de sentimientos bajo una superficie en apariencia tranquila.
Una cuestión de honor empieza en una noche oscura y fría, cuando un grupo de cadetes es sometido a una serie de abusos y humillaciones, tan duros de hecho que una joven termina muriendo a consecuencia de ello. Poco a poco vamos conociendo el entorno del joven, su madre y sus hermanos, emigrantes de origen argelino en Francia. Más tarde aparecerá un padre ausente, cuya larga sombra ha significado mucho para todas.
En la película se mezclan distintas épocas: la infancia de los chicos en Argelia, antes de emigrar, un viaje a Taipei, en el que los hermanos remueven recuerdos, y el momento presente, con el hermano cadete en cuerpo presente. Una cuestión de honor tiene una estructura clara y es fácil separar los planos temporales, tanto por la fotografía y los colores como por la caracterización y la expresión corporal de los personajes, por lo que el espectador siempre sabe en qué momento está.
Tras la muerte del joven, el momento central de la historia, la familia queda destrozada, comprensiblemente, tanto por la pérdida como por las circunstancias en las que sucede. Intentan enfrentarse con una estructura cerrada y poderosa, y poco a poco se ven abocados a la impotencia, una importan tica sofocante que tiñe toda la acción. En esta línea temporal la película es oscura y fría, con colores poco saturados y una cierto sobretono distante mientras los sentimientos bullen bajo la superficie
Tonos autobiogŕaficos
El origen argelino y la fe musulmana de la familia están siempre presentes en Una cuestión de honor, aun en los momentos más laicos, reflejando vivencias del autor. En el momento del funeral, una de las mejores escenas de la película, se intuye claramente la separación entre personas que conviven todos los días, como una barrera que nadie quiere ver ni comentar, pero no por ello resulta menos real.
El reparto está bien elegido, con tres actores protagonistas que muestran una compenetración sutil, pero rotunda. Karim Leklou como Ismaël, el hermano mayor frustrado y triste, al que le cuesta superar una infancia que lo maduró tempranamente. Lubna Azabal, la madre, cuya fría belleza transmite la férrea determinación necesaria para tener éxito en un país extranjero como Francia. Shaïn Boumedine, como Aissa, tiene un papel más corto, pero intenso y honesto, como el joven que quiere a toda costa integrarse con terribles consecuencias.
Una cuestión de honor es una película pequeña, personal y muy bien interpretada, nacida del dolor real del director. Tiene un tono de contención e impotencia que pesan como una losa sobre unos personajes que mantiene la dignidad en un entorno hostil.