Las críticas de Laura Zurita:
Las chicas están bien
Un cuento de verano sobre la convivencia entre cuatro actrices y una escritora que ensayan una obra de teatro en un antiguo molino, apartado del mundo. Es la historia de un hechizo. Con princesas, sapos, ríos, cartas y hasta un príncipe despistado. Durante esos días de ensayo, las chicas se irán conociendo y midiendo a través de los materiales que plantea la obra, y aportarán sus propias vivencias alrededor de los temas de sus personajes: el amor, la belleza, la orfandad, la fe, la amistad, la actuación, la muerte.
Las chicas están bien está dirigida por Itsaso Arana e interpretada por Bárbara Lennie, Irene Escolar, Itsaso Arana, Itziar Manero, Helena Ezquerro y Gonzalo Herrero. La película se estrena en España el 25 de agosto de 2023 de la mano de Elástica Films.
Gran trabajo creando una impresión de naturalidad
Cinco chicas se van a una casa rural, aledaña a un pueblo diminuto, para ensayar una obra escrita por una de ellas. Es verano, un verano brillante y somnoliento, y los personajes están en una especie de burbuja, dejando de lado sus vidas diarias, o casi.
A veces el cine está lleno de acción y aventuras, y nos lleva a mundos sorprendentes y extraños, haciéndonos vivir otras vidas muy lejos de las nuestras. Otras, las películas intentan acercarse en su forma al mundo de todos los días, adoptando la forma y las apariencias de casi un documental. Hay que trabajar mucho para dar esa apariencia de cotidianeidad, de naturalidad y de día a día, y Las chicas están bien lo consigue. Exige aún más hacer que una obra así sea relevante y transcienda la cotidianeidad para llegar a algo profundo y sentido, dejando una huella en el espectador, y es aquí donde Las chicas están bien se queda un poco corta.
La película es ligera, delicada y comunica al espectador ese ambiente algo mágico de los largos días de verano, en los que parece que el tiempo se detiene y se vive en un mundo aparte. Las mujeres hablan de su vida y sus selecciones. Una mujer se prepara para su futura maternidad, mientras otra se debate entre llamar o no a una persona de su pasado que no está segura de dejar querer ir. Los días se alargan llenos de placeres, ensayos y conversaciones.
Mi pero a Las chicas están bien es que todo es tan leve, tan sutil, tan cotidiana que te deja muy poca huella. La película es un divertimento hermoso, coqueto, placentero, preciosista a veces. Como tal, funciona, pero no va más allá, ni seguramente lo intenta. Con la misma naturalidad con la que se ve, se olvida, y no deja mucho en la memoria del espectador.
Viendo Las chicas están bien se me ocurre un comentario sobre el reparto de los géneros en una película. Es una película de mujeres, y casi todos los personajes lo son, salvo un chico ocasional que bien pocas líneas tiene. Su femineidad se considera poética y deseable, pero ¿cuál sería nuestra reacción si fuera al revés, una película casi exclusivamente masculina con algún ligue ocasional? En ciertos mentideros se comentaría que faltan mujeres, y que un mayor equilibrio entre los géneros es necesario y deseable. Conste que para mí algo así no se trata de aritmética, por eso me planteo una pregunta que tantas respuestas puede tener.
Estética muy buscada
Buena parte de que se disfrute tanto el verano en la pantalla es la preciosa y cuidadísima fotografía. La luz dorada, la brisa en los cabellos, las ricas telas de los vestidos de época están grabadas con una gran sensualidad y mimo… Un gesto creativo y travieso son los grabados que sirven para presentar los distintos capítulos de la película, con grados románticos de damiselas cuasi etéreas y encorsetadas, en distintas y estereotípicas situaciones. Se crea una interesante rima entre tanta artificiosidad y las elaboradas vestiduras de las actrices, que llevan cada vez de manera más relegada, creando un también artificioso, pero divertido, comentario a la modernidad del tiempo presente.
Está claro que las actrices están cómodas y a gusto en sus papeles, y transmiten una sensación de naturalidad y buenas sensaciones. En un gesto autoreferencial, interpretan personajes que llevan sus mismos nombres, y muchos de su mismo gesto. Es fácil empatizar con ellas, sobre todo la siempre estupenda Bárbara Lennie y la misma Itsaso Arana, que funciona al tiempo de amiga y de autora.
Las chicas están bien es una película dulce, delicada y leve, un divertimento placentero que da la impresión de mirar el día a día de personas reales. Bellamente fotografiada y algo preciosista, es agradable de ver, y olvidable, al fin y al cabo.
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Las chicas están bien
