Las críticas de Daniel Farriol:
Un lugar por el que luchar
Un lugar por el que luchar (Une zone à défendre) es un thriller dramático francés que está escrito y dirigido por Romain Cogitore (Territory of Love, Nos résistances). La historia sigue a un agente de la DGIS (Dirección General de Seguridad Interior) que se halla infiltrado con una identidad falsa en una ZAD (Zone À Défendre) para investigar las actividades organizadas por un grupo de activistas medioambientales que los gobernantes consideran como una amenaza nacional. El agente conocerá allí a una mujer que le hará replantearse lo que realmente desea defender en su vida.
Está protagonizada por François Civil (BAC Nord: Brigada de Investigación Criminal, Tan cerca, tan lejos), Lyna Khoudri (Houria (Libertad), Papicha, sueños de libertad), Nathalie Richard (Conann, The Animal Kingdom), Félix Bousset, Nico Rogner, Manon Bresch, Mona Walravens y Bellamine Abdelmalek. La película se ha estrenado en España en Disney+ el día 7 de Julio de 2023.
La transformación de una «Zona de desarrollo diferido» del Gobierno francés en una «Zona a defender» por el pueblo
Un lugar por el que luchar es un drama romántico con formato de thriller casi policíaco que también posee un alto contenido de crítica social al mostrar con detalle la confrontación existente entre activistas ecologistas y gobierno francés en una disputa que se remonta hasta la década de los 70. El término ZAD (Zone À Defendre) del título francés es la reformulación reivindicativa efectuada por un grupo anarquista de aquella época que acuñaba las mismas siglas de «Zone d’Aménagement Différé» con las que se denominó a unos terrenos expropiados por las autoridades locales con intención de construir un aeropuerto cerca de Nantes, algo que hubiera significado la destrucción de gran parte del ecosistema de la zona y la desaparición de aves protegidas que se hallaban en peligro de extinción.
La población local junto a diversas asociaciones y colectivos ecologistas se unieron para defender aquellas tierras de las máquinas excavadoras mediante acciones de protesta y resistencia, pero sobretodo apostando por una forma de vida rural que les llevó a rehabilitar casas abandonadas o cultivar la tierra para convertirse en una comunidad asamblearia autosuficiente. La ZAD de Nantes tendría posteriormente varias réplicas en otros lugares de Francia, convirtiéndose en un problema político que propició detenciones y desalojos violentos de manifestantes a los que, muchas veces, se trató como terroristas.
La película de Romain Cogitore retrata a la perfección todo ese proceso de transformación social desde el punto de vista de Greg (François Civil), un policía infiltrado en una de esas ZAD que trabaja de incógnito para desenmascarar a los líderes más revolucionarios con la idea de que sean detenidos y pueda efectuarse el desalojo definitivo de la zona.
Lo profesional vs. lo emocional
Sin ser una película basada estrictamente en hechos reales, sí que hubo muchos casos parecidos a lo que explica Un lugar por el que luchar. Greg conocerá en la comunidad a una joven, Myriam (Lyna Khoudri), con la que mantendrá relaciones sexuales antes de marcharse para entregar su informe como espía a sus superiores. Tras pasar un tiempo, volverá a ser destinado nuevamente al mismo lugar y descubrirá que Miriam se quedó embarazada durante aquella relación esporádica y que ahora él es padre de un hermoso bebé. La nueva estancia en la ZAD le provocará un cortocircuito en el que su deber policial y las ambiciones profesionales hacia la lucha antiterrorista chocarán de bruces con las emociones contradictorias que emanarán en su interior respecto a la pertenencia a un lugar y la posibilidad real de crear una familia allí.
Romain Cogitore es inteligente al no forzar los tiempos de esa transformación para hacerla creíble y se refugia en la sutileza de pequeñas acciones, por ejemplo, mostrando un creciente sentimiento paternal que se refleja en la distinta manera de cuidar al bebé que tiene respecto a una madre acostumbrada a vivir en un entorno rural. El romance central entre ellos también pasará por distintas etapas y vaivenes al tratarse de una relación construida por el tejado que irá fijando, poco a poco, sus cimientos en base a la falsedad identitaria del policía.
Eso nos lleva al núcleo de un intriga dramática donde Greg se verá atrapado entre la espada y la pared, sintiéndose obligado a alternar esa «doble vida» al temer que las autoridades puedan hacerle desaparecer a él o a su nueva familia, ya que si se descubriera la presencia de agentes infiltrados en las ZAD quedaría automáticamente invalidado el juicio contra sus líderes debido a una mala praxis gubernamental.
La ficción como extensión de la realidad
El director de Un lugar por el que luchar maneja muy bien el tempo y el ritmo de su película en una combinación bien equilibrada entre drama, romance e intriga que no deja respiro al espectador y resulta francamente adictiva. Todo eso se potencia a través del uso de una cámara en mano nerviosa en los instantes más tensos de la historia que otorgan el realismo adecuado para documentar la historia. Si alguien desea indagar más en lo que explica «Zone À Défendre» existen diversos documentales que profundizan en el estilo de vida de los activistas medioambientales, la construcción de esos lugares-comuna y que también sirven como testimonio de las confrontaciones que han tenido a lo largo de todos estos años para evitar los desalojos policiales de lo que ellos consideran su hogar.
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