sábado, abril 20, 2024

Crítica de ‘Secaderos’: Tabaco y realismo mágico

Las críticas de Daniel Farriol:
Secaderos

Secaderos es un drama español que está escrito y dirigido por Rocío Mesa. La historia nos sitúa en un pequeño pueblo rural convertido en el paraíso de una niña de ciudad y en la jaula de una adolescente local. Dos historias paralelas que transcurren entre secaderos de tabaco durante un verano teñido de realismo mágico.

Está protagonizada por Vera Centenero Carnero, Ada Mar Lupiañez Huertas, Tamara Arias (La chica invisible, La luz con el tiempo dentro), Jennifer Ibáñez, Eduardo Santana Jiménez, Cristina Eugenia Segura Molina, José Saéz Conejero y Pedro Camacho Rodríguez. La película tuvo se presentación en el marco del Festival de Cine Internacional de San Sebastián 2022. Se ha estrenado en cines comerciales de la mano de Begin Again Films el día 2 de Junio de 2023.

Repaso rápido al nuevo cine rural español

El nuevo cine español se está llenando de miradas al mundo rural que interpelan al pasado desde la nostalgia y utilizando la memoria autobiográfica de sus propios autores formando un caleidoscopio fílmico donde confluyen distintas perspectivas que de alguna manera parecen retroalimentarse. Tenemos casos tan notorios como Alcarràs (Carla Simón, 2022), El agua (Elena López Riera, 2022), Suro (Mikel Gurrea, 2022) e incluso As Bestas (Rodrigo Sorogoyen, 2022), aunque también hay otras otras películas más pequeñas o menos conocidas que igualmente entrarían a formar parte de ese subgénero imaginario, por ejemplo, Ojos negros (Marta Lallana, Ivet Castelo, Iván Alarcón y Sandra García, 2019) o la surrealista Destello bravío (Ainhoa Rodríguez, 2021).

De hecho, en nuestro cine siempre ha habido un fuerte vínculo con lo rural, tal y como atestiguan algunas obras maestras realizadas por autores de la talla de Manuel Mur Oti, José Antonio Nieves Conde, Mario Camus, José Luis Borau o Víctor Erice. Sin embargo, habiendo cambiado el contexto social en el que nos movemos, sí que se aprecia una aproximación distinta por parte de las nuevas generaciones de cineastas, menos política y mucho más feminista. Por todo eso, no me gustaría que la ópera prima de Rocío MesaSecaderos, pasase inadvertida ante la confluencia de varios títulos que aúnan lo rural con lo íntimo, para mi se trata de una de las propuestas más redondas que nos ha regalado esta nueva hornada de cineastas apegados a la tierra.

Secaderos

El contraste de dos vidas en un mismo lugar

La directora granadina de La Vega, recurre en Secaderos a su tierra natal y a sus recuerdos de infancia para ofrecernos un pequeño retrato intergeneracional lleno de sensibilidad. Esa regresión emocional le lleva a reflexionar acerca del paso del tiempo y, sobre todo, acerca de los cambios que experimentamos en la forma de comunicarnos con el entorno durante las distintas etapas de nuestra vida. Así pues, la fantasía infantil, el descontento adolescente o la memoria melancólica de nuestros mayores, constan representadas mediante algunos de los personajes principales.

Secaderos adopta, desde la primera secuencia, un gusto exquisito por el realismo mágico y por el cuento fantástico. Rocío Mesa se refugia en el regazo del cine hecho por otras mujeres como Alice Rohrwacher o Lucrecia Martel, pero también en el neorrealismo italiano clásico.

La historia narra en paralelo la vida antagónica de una niña de ciudad y de una adolescente que ha vivido siempre en el pueblo. La pequeña ha acudido allí de vacaciones con su familia y, al estar alejada de su hábitat habitual hecho de hormigón y asfalto, encuentra en la naturaleza un mundo infinito para desarrollar su imaginación y poder convivir con las criaturas fantásticas que emergen de campos y secaderos de tabaco. Por contra, la adolescente del pueblo siente que su vida allí es un encierro forzado y el único sueño que tiene consiste en ir más allá de las montañas nevadas que se dibujan en el horizonte.
Secaderos

Hilos invisibles con otras películas

Secaderos apuesta por transitar en los márgenes de la no ficción para atrapar con sus dedos el naturalismo que siempre se desprende al contar con actores no profesionales que, en su mayoría, son vecinos reales de los pueblos donde se efectuó el rodaje. Esa inquietud acética por la no-actuación ya era algo que practicaba el francés Robert Bresson en los años 50 y a él no le fue nada mal.

En ese sentido, la obra de Rocío Mesa queda unida mediante un hilo invisible con Alcarràs, por su similar manera de abordar el trabajo campestre describiendo con tristeza y rabia el proceso de extinción que está sufriendo esa forma de vida debido a la voracidad del capitalismo. En la película de Carla Simón era por la instalación de molinos eólicos y aquí es por la sobreexplotación urbanística. El cambio climático, el desapego a nuestros orígenes o la industrialización indiscriminada en terrenos agrícolas son conceptos coincidentes que unen las voces de los nuevos cineastas en su mirada hacia lo rural.

Otro hilo invisible uniría Secaderos con El agua, en concreto, por su forma de abordar el contenido fantástico y mitológico de una fábula desde la perspectiva de un coming of age realista. En la obra de Mesa, ese acercamiento al fantástico se hace a partir de la fértil imaginación y los miedos de una niña, algo que me recordó mucho también a El espíritu de la colmena (Víctor Erice, 1973), aunque posean temáticas de fondo distintas. De hecho, dudo que sea una casualidad el retorno del vizcaíno a la dirección de largometrajes más de 30 años después de El sol del membrillo (1992) coincidiendo precisamente ahora con esta nueva «sensibilidad rural» de nuestro cine que oculta en sí misma una aproximación profunda y humanista para reflexionar sobre nuestra existencia.

Secaderos

De la tierra venimos

Secaderos no es una obra perfecta, tiene algunos altibajos narrativos y un tramo final que abusa de la experimentación, pero aún así es una primera obra mayúscula que nos regala imágenes de gran belleza visual, un imaginario poético sorprendente y un acercamiento íntimo a sus dos protagonistas donde la fantasía se transforma en la verdadera tabla de salvación para afrontar el cinismo de la vida moderna.

El quejido de «la criatura» se convierte, entonces, en una señal de advertencia que pretende alertarnos sobre todo aquéllo que estamos destruyendo o perderse en el olvido. La propia Rocío Mesa comentaba en una entrevista que durante sus últimas visitas a La Vega veía «el vestigio de una herida, de una crisis económica». Secaderos es una historia de aprendizaje que nos invita a mantener viva la memoria de nuestros orígenes.


¿Qué te ha parecido la película?

Secaderos

7.8

Puntuación

7.8/10

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