Las críticas de Daniel Farriol:
Una canción de amor (A Love Song)
Una canción de amor (A Love Song) es un drama romántico estadounidense que está escrito y dirigido por Max Walker-Silverman. La historia muestra el reencuentro de dos novios de la infancia, ambos ahora viudos, que comparten una noche en una caravana aparcada junto a un lago en las montañas. Es una historia de amor para los que están solos. Está protagonizada por Dale Dickey (En la tormenta, El río de la ira), Wes Studi (Hostiles, The Midway Point), Michelle Wilson, John Way, Benja K. Thomas, Marty Grace Dennis y Felipe Jorge. La película se ha estrenado en España en Movistar+ el día 7 de Mayo de 2023.
Una espera pacífica y solitaria
Una canción de amor es puro cine indie, pequeño, sencillo, austero. La ópera prima de Max Walker-Silverman nos sitúa cerca del lugar donde él mismo creció, un campamento de caravanas situado a las afueras de Nortwood, en el suroeste de Colorado, junto al lago Miramonte Reservoir y la montaña Lone Cone. Es un paraíso natural alejado de la civilización que resulta ideal para perderse en sus vistas u olvidarse del mundanal ruido de las grandes ciudades.
En el campamento 7 (número de la suerte que uno busca y nunca llega) pasa sus días en soledad Faye (Dale Dickey), una viuda cuya rutina consiste en comerse los crustáceos que pesca en el lago con una trampa casera mientras observa el horizonte ensimismada en sus recuerdos escuchando canciones folk en una vieja radio. Lleva días esperando la llegada de alguien que no sabe si vendrá. En esos primeros minutos, la película se desliza con la suavidad contemplativa y silente que otorga una soledad tranquila en un paraje impresionante que el fotógrafo mexicano Alfonso Herrera Salcedo recoge en toda su plenitud mediante una colección de imágenes casi pictóricas que aprovechan la apertura del encuadre.
Todavía no sabemos exactamente a quién espera Faye. Mientras, por su caravana, pasarán una serie de personajes con sus propias necesidades entre los encontraremos a una pareja de campistas, Marie (Benja K. Thomas) y Jan (Michelle Wilson), dos mujeres que no deciden a comprometer pese al amor que se profesan, o una familia con sangre nativa americana en sus venas que quieren desenterrar los restos del abuelo que yacen bajo la caravana de Faye al considerar que el lugar ya no reúne las condiciones ideales para el descanso eterno debido a la amenaza de unas máquinas perforadoras cercanas que agreden la naturalidad paisajística del lugar.
Un reencuentro y una canción
Poco después conoceremos el verdadero motivo por el que Faye sigue en ese lugar: ha quedado en verse con Lito (Wes Studi), un amor de adolescencia al que hace 40 años que no ha vuelto a ver y que ha enviudado igual que ella. No sabe qué aspecto físico tendrá, solo que «tiene un coche plateado pequeño y un perro negro grande», así que continúa esperando a que un día aparezca en el horizonte para reencontrarse con ella y, tal vez, tener una segunda oportunidad en la vida.
El estilo narrativo de Una canción de amor es deudor del cine independiente norteamericano con Kelly Reichardt o Debra Granik en el retrovisor, en especial, en cómo abordan en sus películas la influencia de la naturaleza y el entorno en el sentir de los personajes. Entre el resto de sus referencias, no es casualidad que Max Walker-Silverman cite también al finlandés Aki Kaurismäki quien asoma aquí a través del peculiar humor de algunas situaciones expuestas como esa familia que quiere desenterrar al abuelo.
El reencuentro entre Faye y Lito será tan divertido como emotivo. El tiempo reflejado en las arrugas de sus rostros sirve al director para reafirmar que la búsqueda de ese pasado perdido es, en realidad, una manera de reencontrarse con uno mismo. Ambos anhelan ser amados y ambos aún conservan vivo el recuerdo de sus respectivas parejas fallecidas, por eso acabará siendo un reencuentro tan efímero como esas flores cuya belleza se marchita tan rápido. La maravillosa pareja formada por Dale Dickey y Wes Studi nos regala un momento mágico cuando cogen las guitarras e interpretan juntos, sin trampa ni cartón, la canción folk de los años 60 «Be Kind to Me» de Michael Hurley en un plano fijo sostenido que rezuma verdad por los cuatro costados.
Luz natural para una historia minimalista
La música es fundamental para entender los silencios y las emociones, por la banda sonora desfilarán las voces de Linda Brannon, Shirley Ann Lee o Valerie June, entre otras, cantantes de distintas generaciones que poseen un espíritu común en la añoranza hacia una América de otra época que revivirá a través de esa radio mágica «donde siempre suena la canción perfecta para cada momento». Una canción de amor son 81 minutos de belleza naturalista, emociones profundas y gestos sencillos. La localización puede recordarnos a la aplaudida Nomadland (Chloé Zhao, 2020) aunque en esencia son bastante distintas.
Esta historia minimalista sobre el paso del tiempo, los recuerdos imborrables y el hallar la felicidad en la soledad como una decisión personal de superación, está filmada en celuloide de 16mm. y posee un trabajo exquisito del encuadre. Precisamente una influencia en la representación de los personajes dentro del paisaje fue el pintor plenairista Winslow Homer que se refleja también en la calidez naturalista y casi impresionista que tienen las imágenes de la película rodadas casi siempre con una luz natural dorada.
Tal y como reza la sinopsis, Una canción de amor es una historia de amor para los que están solos, esos amantes solitarios que recolectan momentos del pasado mientras fijan la mirada en un horizonte que les acerca lentamente y en sosiego hacia el ocaso. Pero, al contrario de lo que puede parecer, no es algo triste sino depurativo para el alma.
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Una canción de amor
