lunes, octubre 14, 2024

Crítica de ‘Un cabaret en la campiña’: Un cuento sobre las segundas oportunidades

Las críticas de Daniel Farriol:
Un cabaret en la campiña

Un cabaret en la campiña (Les Folies Fermières) es una comedia francesa que está dirigida por Jean-Pierre Améris (La historia de Marie Heurtin, Una familia de alquiler) quien también coescribe el guion junto a Jean-Luc Gaget (L’effet aquatique, Les femmes du square) y Marion Michau (Marie-Line et son juge), con la colaboración de Murielle Magellan (Moi, Grosse, La page blanche). La historia se inspira en hechos reales y cuenta las aventuras de un granjero arruinado al que se le ocurre la idea de montar un espectáculo de cabaret en su finca.

Está protagonizada por Alban Ivanov (Los profesores de Saint-Denis, Especiales), Sabrina Ouazani (Kung-Fu Zohra, Enemigos íntimos), Guy Marchand, Moussa Maaskri, Alban Ivanov, Bérengère Krief, Michèle Bernier, Ariana Rivoire y Ludovic Berthillot. La película se ha estrenado en España de la mano de Flins & Piniculas el día 31 de Marzo de 2023. 

Una historia real de sueños imposibles que se cumplen

Un cabaret en la campiña es una simpática feel-good movie sobre soñadores que luchan a contracorriente para alcanzar sus sueños por muy rocambolescos que estos les parezcan a los demás. Es lo que sucedió en la vida real con David Caumette, un joven ganadero francés que se hizo cargo de la granja familiar y asfixiado por las deudas decidió montar un espectáculo de cabaret en su finca para hacer reflotar así el negocio de venta directa sin intermediarios de productos de la granja. Su historia se transformó primero en un libro escrito por el propio interesado con la colaboración de Anne Leblé y ahora nos llega en formato de película-cuento dirigida por Jean-Pierre Améris.

Tanto la historia real como la película nos trasladan hasta la región francesa de Midi-Pyrénées, concretamente a la población de Garrigues en el departamento de Tarn. David, encarnado por un entrañable Alban Ivanov, recibirá la ayuda de la exuberante Bonnie (Sabrina Ouazani), una cabaretera experta en pool-dance y danza aérea que dejará embelesado al joven pueblerino cuando éste visita la ciudad para solicitar la carencia en un préstamo bancario y acabe viendo su espectáculo en el local nocturno donde trabaja la chica.

La base de la comedia siempre utiliza los contrastes y la exageración, así que David y Bonnie son personajes que no pueden ser más distintos entre sí para dotar al primer tramo de una narración con estructura de screwball comedy clásica y de un humor blanco bastante familiar.

Un cabaret en la campiña

La bella y las bestias

A ellos dos se unirán un grupo de feriantes poco dotados que son escogidos a través de un tortuoso cásting y en el que se incluye a un hipnotizador que se autosugestiona hasta quedarse dormido, dos bailarinas que están siempre a la gresca entre ellas, una maga sorda que no se entera de nada o un travesti melancólico que rememora las canciones setenteras más tristes del repertorio de la italo-francesa Dalida. Con ese peculiar elenco de adorables frikis la dificultosa empresa de transformar una granja de vacas en un cabaret elegante que atraiga al público de la zona será aún más complicada.

Un cabaret en la campiña es una comedia amable que no cae en la tentación de perpetrar el legado de «La Bella y la Bestia», la tensión sexual no resuelta entre la imposible pareja de protagonistas se quedará en eso al aparecer en escena Laetitia (Bérengère Krief), una joven peluquera que fue la pareja de David y cuyos celos hacia la recién llegada le llevarán a acercarse nuevamente a él. Efectivamente, todo lo que sucede en el guion es previsible, es muy fácil adelantarse a cualquier acontecimiento venidero, pero eso no es óbice para que el resultado sea tan apetecible como un queso de cabra casero cuyo sabor conocemos de antemano.

Un cabaret en la campiña

El show debe continuar

Un cabaret en la campiña es una fábula bienintencionada sobre la importancia que tiene perseguir los sueños para obtener segundas oportunidades en la vida (el pasado oscuro de Bonnie, los negocios poco exitosos de David, el talento venido a menos de los artistas del cabaret, el amor secreto de Houari por Mireille…) y, también, es un filme que nos habla sobre el calor humano de los demás como verdadero refugio para crecer por dentro.

Se trata de una película tan sencilla como bonita que tiene como única pretensión el entretener al público para lograr que salgas de la sala de cine con una sonrisa puesta. Es verdad que algunos pasajes humorísticos parecen sacados de una época anterior, por ejemplo, ese hombre que se siente atraído por el travesti creyendo que es una mujer como ya sucedía en Tootsie (Sydney Pollack, 1982), pero son cosas perdonables dentro de un contexto de cuento donde el show debe continuar pase lo que pase y se debe mirar siempre adelante reiventándose.

Esa celebración de la libertad de los sueños que promulga Un cabaret en la campiña se escenifica por completo cuando en el escenario suena el «Monday Tuesday… Laissez moi danser» de Dalida y durante los créditos finales veamos imágenes del cabaret real «Les Folies Fermières» construido por David en su granja familiar que aún sigue hoy en día a pleno rendimiento y acumulando nuevos visitantes.

Un cabaret en la campiña


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Un cabaret en la campiña

5.8

Puntuación

5.8/10

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