Las críticas de Laura Zurita:
Fuego fatuo
En su lecho de muerte, su alteza real Alfredo, rey sin corona, regresa a lejanos recuerdos de juventud y a la época en la que soñaba con ser bombero. El encuentro con el instructor Afonso, del cuerpo de bomberos, abre un nuevo capítulo en la vida de los dos jóvenes inmersos en el amor y el deseo, y suscita su voluntad de cambiar el status quo.
Fuego fatuo está escrita y codirigida por João Pedro Rodrigues, e interpretada por Mauro Costa, André Cabral, Joel Branco, Anabela Moreira, Margarida Vila-Nova, Miguel Loureiro, Ana Bustorff, Raquel Rocha Vieira, João Villas-Boas, Cláudia Jardim, Joana Barrios, Paulo Bragança, João Reis Moreira, João Caçador, Catarina Marques, Mário Santos, Maria Miguel Rodrigues, Oceano Cruz, Dinis Vila-Nova, Luisa Castelo Branco, Vasco Redondo y Teresa Madruga. La película se estrena en España el 31 de marzo de 2023 de la mano de Vitrine Filmes.
Difícil de clasificar
Fuego fatuo es una película pequeña, una ucronía donde se mezclan la ciencia ficción, el drama homorromántico, el teatro de vanguardia y el musical, y todo esto en poco más de una hora de duración. Es una experiencia difícil de clasificar y no apta para todos los públicos, y, aviso a navegantes, en algunas escenas, muy explícitas, se acerca a la pornografía.
En un mundo paralelo al nuestro donde Portugal tiene una familia real, el rey yace en su lecho de muerte, recordando su infancia y su juventud, sus cenas en familia, retablos preciosistas en los que los comensales son perfectamente conscientes de estar en una representación, y se comunican con el público de Fuego fatuo al otro lado de la cuarta pared.
El rey tenía una fuerte conciencia ecológica y quiere ser bombera y proteger los bosques de su gran enemigo, el fuego (el mismo fuego del título, Fuego fatuo). Entrará en la escuela de bomberos y se embarcará en un tórrido romance con su instructor, una especie de Romeo y Julieta muy físico con dos chicos de distinta extracción social.
La fotografía es hiperrealista, pero también hay guiños al teatro, con actores que hablan a la cámara y telones que se abren y se cierran. El espectador de Fuego fatuo queda en un estado de cierto desconcierto, sin saber muy bien qué va a pasar a continuación, y ese parece ser el propósito de la película. Se pasa de una dulzura propia de películas de Marisol a escenas de sexo muy explícito, sin solución de continuidad.
En Fuego fatuo, como en un musical clásico, en varias ocasiones los actores empiezan a cantar y bailar en mitad de la acción, y lo hacen con mucha soltura. Sin embargo, a la hora de actuar se los ve un poco acartonados, y a veces se limitan a representar escenas alegóricas, porque al director lo que le importa de veras es la belleza de las imágenes.
Ejercicio bello y superficial
El ejercicio es, sin duda, bello, y la búsqueda de nuevas formas de lenguaje es siempre interesante y elogiable. Fuego fatuo resulta empero hermético, y su contenido es un postulado sin profundidad ni emoción.
Fuego fatuo es una película difícil de clasificar, que explora y mezcla géneros en una clara búsqueda de atención, pero que resulta hermético y superficial.
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