Las críticas de Laura Zurita:
El despertar de María
La vida de María (Karin Viard) de un vuelco cuando la llaman para trabajar en la famosa Academia de Bellas Artes de París. En este prestigioso sitio formará parte del equipo de limpieza, una pieza fundamental para el funcionamiento del lugar. Allí, conoce a Hubert (Grégory Gadebois), el conserje del centro que pasa las horas intentando moverse como Elvis Presley. Entre ambos surge una preciosa amistad que cambiará la existencia de María. Gracias a las atenciones de Hubert, ella será capaz de volver a conocerse a sí misma y conectar con sus emociones de nuevo. Pero una pregunta acude a su mente, ¿lo dejará todo por este nuevo amor?
El despertar de María está escrita y dirigida por Lauriane Escaffre e Yvonnick Muller e interpretada por Karin Viard, Grégory Gadebois y Noée Abita. La película se estrena en España el 4 de enero de 2022 de la mano de Filmax.
El contraste de la vida de María
María es ordenada, hacendosa y constante. Todo en su vida es tranquilo y estable, desde su matrimonio con el señor Rodrígues hasta su vida laboral. Mejor dicho, casi todo, porque hay una hija con la que no tiene contacto, una hija ausente que sin embargo juega un papel importante en la película. Habiendo vivido siempre entre tanta placidez llega a la Facultad de Bellas Artes, que, según El despertar de María, es un entorno caótico lleno de estudiantes mimados que pretenden ser creativos, ocupándose en cosas que el común de los mortales no calificaría precisamente de arte. Pululan entre las estatuas y cuadros y experimentan con formas, sensaciones, colores e ideas, que chorrean por doquier y en todo momento, y es un placer cómo los directores nos invitan a contemplar todo este atropellamiento juvenil a través de los ojos asombrados de María.
Es bien sabido que los títulos en español de las películas no son necesariamente traducciones de los originales, incluso en ocasiones nada tienen que ver con ellos. En este caso se ha cambiado el título original, Maria rêve (literalmente «María sueño»), con El despertar de María, que en mi opinión recoge mucho mejor lo que sucede en la película, porque María despierta a una nueva manera de ver el arte y la vida.
Buen guion
La baza más importante de la película es su buen guion. Los personajes se expresan de manera natural, como lo haría cualquiera en el día a día. Cada personaje tiene un lenguaje y una forma de expresión propias, desde la concisión bonachona del señor Rodrigues hasta la verbosidad irrefrenable de la directora de la academia de Bellas Artes, la confusión personificada por dentro y por fuera. Una de las escenas, donde María hace una parodia involuntaria de la descripción de una obra de arte que acaba de oír de un estudiante, con solo cambiarla ligeramente y sin mala intención, es un ejemplo de humor lúcido con elegancia y donaire.
Ése es solo uno de los muchos golpes de humor que se basan en el tan traído y llevado debate sobre el arte conceptual. En El despertar de María los estudiantes lo persiguen con torpeza, los profesores lo adoran pomposamente, alguna alumna lo usa y abusa, con párrafos complicados y casi incomprensibles, hasta al final la reconoce que no sabe lo que es, ni hacerlo, ni manejarlo. La hija de María se menciona y se ve en algunas ocasiones, con pocas referencias que nos permitirán reconstruir la razón y la historia de su alejamiento de la casa familiar. No se sabe muy bien qué quiere hacer la película con esta subtrama, si era la intención original acercarse de refilón o si la mayor parte se quedó en la sala de montaje. Ya muy cerca del final, sin embargo, esta historia se hace relevante, y se nos indicará por qué María se ha acordado de su hija cada vez más a menudo, qué tienen en común ambas mujeres y por qué María está tan guapa y rejuvenecida.
María se enfrenta con un mundo nuevo, que contrasta tanto con el suyo propio, y este nuevo mundo se personifica en el conserje, una figura encantadora y especial. La química entre Karin Viard y Grégory Gadebois es evidente, sus miradas y silencios son elocuentes y reveladores, y la chispa que brota entre ellos tiene una calidez contagiosa y reconfortante, con la que el espectador simpatiza inmediatamente,
Los actores están a la altura de guion, entregando sus líneas con garbo y buen hacer. Los actores franceses dominan ese arte de hablar de manera aparentemente natural, pero con una dicción clara, tanto en los momentos tranquilos como en los emocionales, por lo que se les entiende sin dificultad, arte difícil y que el espectador agradece mucho.
El despertar de María es una de esas películas que alegra la vida, una historia de crecimiento y superación, porque el aprendizaje, la aventura y la renovación pueden llegar a cualquier edad y en cualquier momento, si les damos permiso.